Me tiré agua sobre el rostro. Y me miré al espejo. El baño de hombres del campo de deportes estaba vacío. Y era lo mejor. Necesitaba unos minutos a solas para ver si podía aclarar mis pensamientos.
“¿Qué te sucedió allá afuera, Eden?”, pensé mientras miraba mi reflejo pálido.
¿Qué había sido todo aquello? ¿Estaba sintiendo realmente algo por Adam? ¡No podía ser! ¿Y por qué no podía ser? Al fin y al cabo Adam había sabido ganarse su lugar. Él estuvo desde el primer momento. ¿No era así?
Gruñí. Estaba enojado. Conmigo mismo, claro. Tenía una gran confusión de sentimientos. Estaba creyendo sentir cosas que en realidad no sentía. Me había levantado ese día, predispuesto a tener un día gris, opaco. Y para mi sorpresa había estado resultando más llevadero de lo pensado. Pero había sido la soledad- y la frustración de saber que al día siguiente no vería a Damien- lo que me había puesto de mal humor. Y era por eso- sólo por eso- que al ver a Adam, saludándome y sonriéndome, me sentí mejor.
¡Claro! ¡Eso era! Adam tenía el poder de levantarme el ánimo. Pero nada más.
“Entonces, ¿por qué el corazón comenzó a latirte a mil por hora cuando te miró?”, me preguntó mi reflejo en el espejo.
Suspiré.
-Simplemente fue la emoción de verlo. De saber que alguien se pone contento de verme.- respondí en voz baja- Pero no siento nada más que amistad por él.- le dije a mi reflejo- Es Damien quien me interesa de verdad.
“Pero Damien no está aquí y Adam , sí. Si fueras importante para Damien, él estaría aquí contigo.”
Aquello me devastó. No supe defenderme. No tenía defensa. Aunque, claro, si Damien no estaba, era porque quizá algo realmente importante lo retenía allí donde estuviera. Algo más importante que yo.
Sin dudas, era la soledad la que me hablaba a través del espejo. Y no quería oírla más, así que salí del baño- huí, mejor dicho- y volví a sentarme al lado de Maggie.
- ¿Y Adam…?- la pregunta se me escapó antes de que pudiera evitarlo. Lo busqué en el campo de juego pero no lo vi.
- ¡Aquí estoy!- Adam se acercaba a nosotros caminando en zigzag entre las gradas llenas de aficionados- ¡Hola!
- ¡Hola!- lo saludamos a coro.
-¡Vinieron!- celebró Adam. Se lo notaba realmente contento.- Hoy me voy a esmerar.
Maggie esbozó una sonrisa tonta. Era increíble lo enamorada que estaba.
- Me dedicas algún gol, ¿sí?- la voz de Maggie vibraba de la emoción.
- Claro.- dijo Adam, sonriendo- El primer gol que marque es para ti.
Maggie se alejó unos pasos y se sentó. Tenía una sonrisa de oreja a oreja. Adam no perdió tiempo. Se acercó a mí y me susurró muy cerca- tan cerca que me hizo vibrar a mí también:
- Los demás goles son para ti.
Se dio media vuelta y se alejó. Y yo se lo agradecí en silencio. Porque no sabía si hubiese sido capaz de romper aquel hechizo que había provocado en mí con sus palabras.
¡¿Qué me estaba sucediendo?!
Traté de concentrarme en el juego que acababa de empezar. Pero por más que lo intentaba, mis ojos no seguían la trayectoria del balón, sino que se habían posado en Adam de forma permanente. ¿Qué me estaba pasando? Sentí mi corazón acelerarse. Y no podía creerlo. De repente, pareció como si todo el mundo se hubiese esfumado. Como si sólo estuviésemos Adam y yo. Todo lo demás había desaparecido. Todo menos Maggie. Yo estaba plenamente consciente de que ella estaba sentada a mi lado. Y me sentí culpable. Yo estaba seguro del amor que ella le tenía. Aunque también estaba casi seguro de que Adam no la correspondía. Aún así no pude evitar sentirme mal. Un amor no correspondido es un dolor muy difícil de soportar.
Cerré los ojos y respiré profundo, tratando de calmarme. ¿Y si me estaba precipitando? Pensaba en no traicionar a Maggie pero, al fin y al cabo, yo no tenía ninguna certeza de que Adam Alexander sintiera algo por mí. Era muy amable conmigo. Y a veces me miraba de una manera muy dulce. Pero…¿era eso suficiente como para pensar que él quería algo conmigo?
Volví a mirarlo. Corría por el campo, rápido como un rayo, dejando atrás a varios jugadores del equipo contrario. Avanzó un poco más, acercándose por un costado al arco rival. Maggie se puso de pie, junto con varios más. El gol era inminente. Sin embargo, hizo algo inesperado. Levantó la cabeza , miró hacia atrás y le dio un pase perfecto a Anthony que estaba parado en la puerta del área chica. Anthony bajó la pelota con el pecho y le pegó de zurda, con tanta fuerza que el balón entró directo al arco- sin que el arquero pudiera ni siquiera reaccionar- y rompió la red, saliendo por el otro lado.
Me mordí el labio para no suspirar. Tenía el arco para él solo. El gol era inevitable. Su gol. Pero aún así, Adam había preferido jugar en equipo. Mientras todos sus compañeros abrazaban a Anthony, Adam miró hacia las gradas. Nos ubicó con la mirada y sonrió.
- ¡Ay! ¡¿Por qué hizo eso?!- dijo Maggie. Claramente estaba decepcionada- Podía haberlo hecho él.
Yo no contesté. Sólo sonreí. Cuando el partido finalizó, caminamos con Maggie hasta los vestuarios. El equipo entró trotando, festejando la victoria. Cinco a cero. Con tres goles de Adam. Cuando nos vio, se sonrió.
-¡Adam! ¡Estuviste excelente!- le dijo Maggie.
- Gracias.- dijo él- ¿Y a ti te gustó el partido?
Asentí sonriendo.
- ¿Nos esperan? Nos duchamos y salimos por ahí a festejar- nos dijo Adam.
-¡Claro!- el rostro de Maggie se iluminó.
Adam entró a los vestuarios y nosotros empezamos a caminar hasta la salida del campo. La gente ya se estaba yendo.
- ¿Qué hora es?- le pregunté a Maggie.
Ella miró su celular.
- Casi las cinco. ¿Por qué?
- Es que…tengo que repasar para el examen de mañana. Aunque no lo creas, se me ha olvidado casi todo lo que estudiamos ayer.
Claro que no tenía ganas de encerrarme en mi casa a estudiar. Pero recordé las palabras de Alice, previniéndome. Sabía que tenía que aprobar ese examen, aunque fuera con la nota mínima.