Redemption, sacrificio de Amor

14- Dolor

De repente, las manos de Damien me sujetaron con fuerza. Lo miré. Su mirada era intensa. Me traspasaba con sus ojos.

- ¿Qué sucede, Damien? 

- Saben que estamos aquí. De alguna forma, no sé cómo, sintieron tu miedo.- me susurró con voz urgida.

Por primera vez, sentí temor en sus palabras y en sus gestos. Miré a la fogata, que seguía ardiendo con violencia. Y noté que varios ojos se habían vuelto hacia el lugar donde estábamos escondidos.

- ¿Nos han visto?- pregunté un poco histérico.

- No, aún no. Pero perciben tu prana.

Sin mediar más palabras, me sujetó de la mano casi con vehemencia y nos echamos a correr por el bosque cerrado. 

No sé cuánto tiempo corrimos. Y apenas sentí dolor las tres ó cuatro veces que me tropecé y caí. Damien se mostró paciente en todo momento. Me ayudaba a levantarme y, apenas me recuperaba, retomábamos la carrera. Después de lo que creo fue una media hora, y para mi alivio, Damien se detuvo. Me apoyé con las manos sobre mis rodillas para recuperar el aliento. Lo miré. Él parecía no estar cansado. ¡Ni siquiera se había despeinado!

- ¿Estás bien? 

- Sí.- dije todavía exhausto- ¿Cómo lograron sentirme? Estábamos lejos. Además… creí que el miedo bajaba mi nivel de energía.

- Tu prana es…muy fuerte. Eres irresistible… 

Volví a sentirme vibrante. Lo miré fijamente durante varios segundos, mientras mi respiración se acompasaba.

- No sólo puedes compartir tu prana a través de tu aliento sino que también con la mirada y…a través de tus palabras…- le dije, fascinado.

Damien me sonrió y por un momento muy breve me di cuenta de que sus ojos me miraban con un dejo de tristeza y dolor.

- Damien, ¿qué te sucede?- me acerqué a él y le acaricié el rostro. 

Me dolía verlo mal. Y lo percibía. Sabía que se estaba sintiendo mal. 

- Eres tan…hermoso… - me susurró.

Pero en seguida parpadeó y se alejó unos pasos.

- Debemos irnos. No puedo permanecer mucho tiempo contigo. No al menos en situaciones como ésta…

Me preocuparon sus palabras.

- Me has dado demasiado de tu prana hoy. Es eso, ¿verdad? Estás agotado…

Me sentí culpable.

- No, Eden. No estoy agotado. Estoy…enamorado. Y eso…me duele…

No supe qué decir. Lo miré. Y sentí tantas ganas de abrazarlo. La idea de que Damien estuviera sufriendo por mí me atravesó sin piedad. Y sin poder evitarlo me puse a llorar. Damien me abrazó. Noté que su cuerpo temblaba junto al mío. Un minuto después, tomó mi mano y con una visible fuerza renovada en su voz, dijo:

- Vamos… Seguro que Adam estará buscándote. Y querrá saber que estás a salvo. Aunque…no le va a gustar saber que fui yo el que te llevó hasta allí.

- Le inventaremos algo. Le diremos que te obligué.

- ¿Sí?- me preguntó Damien jocoso- ¿Y cómo me has obligado?

- Tú me lo has dicho: mi prana es irresistible. Le diremos que no te pudiste negar.

- ¡Qué curioso! Y yo que pensaba que así mismo fue cómo sucedió.

Sonreí. Él suspiró y me devolvió la sonrisa, divertido.

- Damien,- dije unos minutos después mientras continuábamos camino hacia mi casa- ¿Quiénes eran todas esas personas que estaban en el funeral?

- La mayoría eran…los hermanos y hermanas de Adam.

Lo miré extrañada.

- Pero, Damien, allí había más de veinte personas…

- Vivian, la madre de Adam, no fue la primera esposa de Carlisle, mi tío. Al vivir del prana de las personas, los Oscuros obtienen beneficios. Uno de ellos es una vida larga. Más que la de cualquier inferior.

- ¿Un inferior?- había escuchado esa palabra de quien precedía la ceremonia- ¿Es así como nos llaman a nosotros, los humanos?

- Sí.- Damien me miraba fijamente- Realmente eres muy inteligente.

Sonreí y lo invité a que siguiera hablando.

- Carlisle tuvo otras esposas, todas inferiores. A medida que van…quedando secas y mueren…, él espera un tiempo prudencial y busca otra esposa.

Sentí un frío glacial que me recorrió la espalda.

- Y siempre hace lo mismo. Las enamora y se casan. Se muda cada tanto para no llamar la atención.

- Y, aquí en Crescent City, ¿cuántas veces se ha casado?

- Contando a Vivian, tres.

- ¿Y en total…?

- Por lo que sé,- dijo Damien mirándome de reojo- lleva más de cien…

Lo miré. Sonaba difícil de creer. Pero por alguna razón yo sabía muy dentro de mí que todo lo que Damien me estaba contando era cierto. 

- Entonces…,- saqué las cuentas aproximadas.

- Carlisle tiene muchos más años de los que tú puedas calcular…

Sentí que no podía articular palabra. Continuamos caminando, por la ruta, en silencio durante varios minutos hasta que llegamos a la bifurcación.

- ¿Damien…?

- ¿Sí…?- su voz sonaba un poco dura. Lo miré y vi que aún lucía un poco pálido.

- ¿Estás bien?- le pregunté.

- Sí.- su voz me sonó ahora más dulce. Me miró con aquellos hermosos ojos color miel- ¿Qué ibas a preguntarme?

- ¿Cuánto tiempo pueden vivir sin absorber el prana de una persona, y solo con el prana de los animales?

Damien bajó la mirada. Y una sombra de tristeza y dolor le cruzó el rostro. Me llené de pánico.

- Damien…- me acerqué y lo abracé.

Él me devolvió el abrazo. Un minuto después lo volví a mirar y me pareció que su semblante estaba menos tenso. Pensé en qué podía decirle para que se sintiera mejor pero a penas abrí la boca, un sonido me sobresaltó.

- Es mi celular.- Damien miró la pantalla y sonrió- Es Adam. Quiere hablar contigo.

Traté de tomar el teléfono pero él lo guardó en su bolsillo. Lo miré sin entender nada.

- Allí está.- me dijo, señalando hacia mi casa. 

Adam estaba parado en el porche, con el celular aún en el oído y nos miraba con el ceño fruncido.

- Mejor vete.- dije mientras caminábamos hacia él- Parece que está enojado.

- No, no. Yo voy a dar la cara. Al fin y al cabo, fui yo quien te llevó hasta allí.




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