Me pareció que el Domingo se esfumó demasiado rápido. Y sospeché que Adam hubiese acelerado el tiempo otra vez. Pero no dije nada. Me reuní con él en “nuestra playa”; y tal como me lo había pedido, no bebí ni comí nada ese día. El ayuno- según Adam me explicó- depuraba mi energía y la volvía más efectiva.
El cielo estaba teñido de rojos y ocres. Era un atardecer hermoso pero la presencia de Adam a mi lado, mirándome dulcemente lo hacía de ensueño. Me acerqué a él, embelezado por sus labios. Y me perdí en ellos hasta casi olvidar el porqué estábamos allí.
- Eden…, quiero que sepas que…valoro mucho el hecho de que hoy estés aquí. Quiero agradecerte por haber aceptado ayudarnos.
- ¿Y por qué no habría de aceptar?
- Por lo que viste anoche…
Sabía a qué se estaba refiriendo. No se le había escapado que yo lo vi- en su forma extra corporal- cuando se alimentaba de aquel ciervo.
- Adam,- dije buscando su mirada- lo que vi anoche me…fascinó.
- ¡¿Te fascinó?!- la voz de Adam me sonó incrédula y hasta un poco dura.
- La forma en la que actuaste. Cómo interviniste para que ese animalito dejara de sufrir. Eso me fascinó.
- Y…me viste…- Adam intentó bajar la mirada pero yo lo obligué a que sus ojos siguieran en los míos.
- Eso también me fascinó. Eres hermoso, Leugim…- Adam sonrió- Ese poder que emanaba de ti, como fuego… Me envolvió de una manera que me hizo sentir seguro.
Adam me miró fijamente. Pero no dijo nada.
- Me gusta ese Adam, como este Adam.- dije casi en un susurro.
Y le di un beso suave cerca de su boca.
Sentí sus manos rodeándome la cintura. Vi por un momento la duda en su mirada, pero solo fue un segundo. Al siguiente segundo me atrajo hacia él y se fundió conmigo en un beso apasionado. Sentí que suspiraba de alivio. Y eso me confirmó que creía en mis palabras.
- Te amo…- le dije apenas despegando mis labios de los suyos.
-Yo también te amo, mi Ángel.- me dijo, volviéndome a besar.
- ¿Están listos o nos vamos a quedar aquí toda la noche?- la siempre desagradable voz de Marie nos interrumpió.
Mantuve mi mirada en los ojos de Adam unos segundos para no contestarle mal a su prima. Y cuando sentí que podía controlarme, miré hacia donde ella estaba.
Damien venía a su lado. Me acerqué y lo abracé. Él me envolvió en sus brazos fuertes y me susurró al oído:
- Hola, precioso… Hoy brillas más que nunca…
Sonreí. ¡Qué dulce era Damien! Noté que Marie nos miraba con el ceño fruncido. ¿Realmente era prima de Damien y Adam? Pero me deshice de aquellos pensamientos antes de que alguno de ellos- sobre todo ella- los “leyera”.
Cuando Anthony se nos unió los rostros serios de Adam y Damien me anunciaron que algo muy importante estaba por suceder.
- ¿Sólo seremos nosotros?- le pregunté a Adam en un susurro.
Él se acercó a mí y me contestó:
- De este plano…, sí…
“¿De este plano?”, pensé. Pero no me animé a preguntar. Adam, sin embargo, “sintió” mi pensamiento y me dijo:
- Cuando tengas una duda, quiero que me la digas, Ángel. Tus preguntas no me molestan. Al contrario… quiero que sepas todo sobre mí. Hay cuatro planos de existencia, debajo del plano de la Divinidad, donde reside el Padre, el Primordial. Los cuatro planos son la emanación, la creación, la formación y la acción, tal como lo confirma la Cabala. Esta noche, atravesaremos esos cuatro planos, buscando abrir las puertas. Esta noche crearemos curación…
- ¿Qué debo hacer yo?- pregunté fascinado por su explicación.
- Primero lo primero… Debemos llegar a los pies de aquel monte.
Adam señaló hacia el mar, justo donde el sol se estaba ocultando.
- Pero si allí no hay nada…- dije- Allí sólo hay agua…
Pero cuando miré , me quedé azorado. No sé cómo fue posible pero ante mí ¡se erguía una isla! Sus contornos oscuros se veían a lo lejos. Había puntos de luz diseminados en ella y en el centro se alzaba una elevación con la cima trunca que tocaba las nubes bajas. Miré luego hacia la playa. Anthony, Damien y Marie ya no estaban.
- Ellos nos esperan en…Banff. Banff es el nombre de aquella isla. Es el santuario de aquel que es como el Padre…
No entendí lo que quiso decir pero había algo más importante que me urgía saber.
- ¿Cómo llegaremos hasta allí?
- Caminando…
- ¡¿Ca…minando?!- apenas me salió la voz.
- ¿Confías en mí?
Miré a Adam a los ojos. Estaba serio y tenía el ceño fruncido.
- Claro que confío en ti.- le respondí con rapidez. No me gustaba que me mirara así.
Para mi alivio, su expresión pareció ablandarse.
- Entonces…demuéstramelo…- me dijo, tomándome de la mano.
- Adam…es que… le tengo terror al agua.
Con sólo mencionarlo, sentí que el cuerpo me temblaba sin control.
- Debes dejar de lado las imágenes de miedo. ¡Contrólalas!- la voz de Adam sonaba muy cerca de mi oído, dulce y suave- Lo único que tienes que hacer es crear… con tu imaginación. Piensa, ¿qué necesitas para llegar a aquella isla?
- Un…camino…- dije resuelto y cerré los ojos- Necesito un camino.
Di un paso hacia el agua y abrí los ojos. Miré hacia donde estaba mi pie y no vi nada, solo agua. Pero sentí que había algo debajo. Y siempre de la mano de Adam, caminé hacia delante.
Nos internamos entre las olas, avanzando lentamente al principio. Luego, cuando tuve más confianza, siempre aferrado a Adam, comencé a caminar más erguido. El brillo del agua que se movía suavemente debajo de mis pies me embelezó. Sentí que el corazón se me aceleraba y busqué los ojos de Adam. Su sonrisa me envolvió y recién noté que habíamos llegado a la isla cuando Adam me habló:
- ¡Lo has hecho muy bien, mi Ángel!
Miré hacia atrás. El océano se nos mostraba oscuro y extraño. No podía creer lo que acabábamos de hacer.
- Es hora…- me dijo Adam.
Lo miré de pies a cabeza. Vestía su pantalón deportivo de siempre y su campera azul.