Días nuevos
El sonido del arma al ser disparada, aquel detonador que tomo la vida de la persona que amaba, era el sonido que escuchaba con total claridad que después de muchos años.
Recordar aquello la llenaba de dolor, el tiempo solo disminuyó un poco el dolor, más no se lo llevó.
Tenía días mejores que otros algunos días no podía levantarse de la cama y solo empeoraba al abrir los ojos, descubrír que aquello no solo era un sueño o en este caso una pesadilla y dolía por que todo era real.
¿Cómo pudo pasar? ¿Cómo el amor se le fue quitado de las manos de ese modo? ¿Acaso no merecia ser feliz?
Su amor fue destruido y su único punto de alegria ya no estaba, la muerte de nuevo le quitaba a quien queria, la unica compañera que tenia, ella también se había ido.
Terminó de abrir sus ojos y tomó su teléfono, apagó la alarma y miró la fecha.
Su calendario no mentia y su sueño tampoco fallaba, como cada año esta pesadilla se presentaba en aquella fecha, como recordatorio.
-¿Cómo si pudiera olvidar esta fecha? -hablo para si misma.
Nunca olvidaria este día, miro el anillo en su dedo, su aniversario de bodas y el aniversario de la muerte de él.
Se haría tarde debia ponerse de pie, y como siempre debia ignorar a su conciencia y seguir adelante, ya habia tenido demasiado tiempo son sigo misma, debía seguir con su día, no por ella misma sino por aquellas dos personitas, que de mil formas salvaron su vida.
Le costó tanto mantenerse de pie después de tanto dolor y lo único que la salvó de una decisión que ahora tenía como recuerdo en su muñeca en forma de cicatriz, fue una bebé de cabellos rubios.
Sonrió al pensar en la pequeña en su hija.
Se metió al baño para despejar su cabeza, parte de ella deseaba quedarse en la cama y no salir en todo el día, pero eso no la ayudaría a pagar las cuentas.
Se dio una ducha rápida, salió envuelta en una toalla y se puso un par de Jeans ajustados, una camisa color rosa y tennis bajos.
Se secó el cabello y lo ató con una liga, se terminó de vestir y salió directo al pasillo para poner a trabajar la cafetera.
Camino a la habitación con una puerta blanca, con estampitas de unicornios y flores pegadas en ella.
Abrió la puerta y la vio, estaba dormida sobre su cama abrazando a aquel peluche de unicornio que cuidaba de su sueños cada noche, porque Alaine creía firmemente en ello. Y quien era ella para contradecirla, después de todo, juro sobre la tumba de su mejor amiga que nunca permitiria que la niñez de Alaine fuera como la de ellas.
Nada la tocaria, nunca permitiría que nada la dañada, llevaba tanto tiempo luchando por eso, por qué esa niña se sintiera feliz y amada.
Se detuvo un momento para verla dormir como un pequeño ángel, la hacia sentir en paz verla así, muchas noches cuando todo era demasiado, venía y la miraba dormir.
Siempre que sentia que su mundo estaba cayendose, buscaba consuelo, esperaza, paz, una luz en aquella niña de ojos azules.
El cabello rubio de la pequeña caia sobre su cara perfectamente suave al tacto, aquellas mejillas sonrojadas, su piel blanca que daban la bienvenida a las pequeñas pecas que comenzaban a nacer en su rostro, sus labios como una rosa tierna entre abiertos que dejaban ver el espacio donde estuvo el diente que se cayó solo unos días tras, el primero que se caía.
La desperto despación entre palabras tiernas y cargadas de amor.
-Despierta hermosa. -murmuró.
Alaine abrió sus ojos, eran azules, del mismo tono que ella tanto extraba ver en alguien más.
-Buenos días mamí. -adormitada la pequeña sonrió y se sento en la cama.
-Buenos días amor. ¿has dormido bien?
-Sí, tuve un lindo sueño. -sonrió.
-Me alegra escuchar eso. -La llenó de besos en las mejillas, la frente, la nariz, el cabello mientras la niña reía.
-Ahora porque no te vas a lavar los dientes en lo que despierto a tu hermano.
Alaine asintió y comenzó a salir de la cama.
Fue a abrir las cortinas dejando entrar la luz del sol en habitación.
La habitación estaba dividía en dos, por un lado las paredes estaban decoradas con dibujos de mariposas y flores, peluches y muñecas en el rincón un tocador pequeño en blanco y rosa. Mientras el otro lado estába pintada de celeste, tenía varios dinousauros pintados en las paredes una pista de autos se encontraba en el suelo. Las cosas favorito de aquel pequeño de rizos castaños.
Ella misma pintó las mariposas, flores y los dinosaurios para sus hijos cuando se mudaron a aquel lugar.
-Buenos días. -movió al niño lentamente mientras esperaba que este despertará, solía tardar más tiempo con él.
Las pestañas del niño se agitaron levemente.
-Chris. -Toco su nariz. -Amor, debes despertar, se nos hace tarde.
-Mami no quiedo id, quiedo domid. -Su madre no pudo evitar sonreír al esucharlo, aún no podía pronunciar la letra R.
-Ya se. -Summer se acomodó en la cama y se acostó junto a él. -¿Podemos hacer un trató?
El pequeño se giró y vio a su mamá. Lo cuál ella tomó como una forma de hacerle saber que la escuchaba.
-Yo no tengo ganas de ir a trabajar. -le confesó. -pero si hoy, ambos cumplimos con nuestras responsabilidades, podemos al final del día ir por un helado.
Chris lo pensó y sonrió. Su pequeño asintió y ella comenzó a besarlo, Alaine entró, llevaba su camisón de princesas, fue por ella y la lanzó a la cama y comenzó a hacerle cosquillas a ambos para después darles muchos besos.
Amaba a sus niños y podría pasar horas con ellos, pero se hacia tarde, por lo que comenzó su trabajo con ellos.
Los llevo al baño para darles un baño, sus mañanas siempre eran ruidosas y muy caóticas.
Estaba cantando una canción para Chris mientras lo vestía, Alaine era ya más independientemente, así que no debía ayudarla a vestirse.
Cuando termino con Chris, peino a Alaine y fue a preparar el desayuno.