Una pintura
El día trancurio muy tranquilo en el trabajo y Summer estaba segura de que podría cumplir con todo su trabajo hoy e irse tranquila a casa con sus hijos.
Su teléfono comenzó a vibrar y la pantalla se iluminó con el nombre de Carmen en este.
-Alo. -se colocó el teléfono en la oreja esperando a que su vecina le contestará.
-Ailen, que bueno que contestas, pensé que no lo harías por ser horario de oficina y...
-Carmen, puedes decirme que necesitas.
-Sabía que dirías algo así. -Summer soltó un suspiro. -Bien, uno de la abogados para los que trabajo, quiere verte.
-¿A mi? -se sorprendió. -¿Por qué un abogado quiere verme? -los nervios comenzaron a llegar.
-Sí, pero tranquila, nadie te esta demandando. ―bromeó. ―Hable con él sobre ti y tus pinturas, así que hoy me ha dicho que quería hablar contigo para pedirte un cuadro. -ella hizo una pausa esperando que Summer dijera algo pero como no lo hizo siguió. -Así que si estas de acuerdo él esta dispuesto a verte hoy a la hora del almuerzo.
-Carmen yo te agradezco mucho esto pero...
-Antes de que digas que no, porque no vienes, habla con él escucha lo que necesita y ya decides si aceptas o no.
―Carmen yo...
―Él esta dispuesto a pagarte muy bien por el trabajo. No te niegues sin saber antes de que se trata, tus manos hacen cosas divinas y se que lo que él pida podrás hacerlo.
-Esta bien, iré y lo escucharé pero no prometo nada, después de todo un poco de dinero me ayudaria mucho ahora.
-¡Lo sabía! ―celebró. ―Me escribes cuando estes fuera para ir a buscarte. Puedes tratar de ser puntual, el abogado es un poco quisquilloso y no le gusta esperar, te veo más tarde cariño.
Termino la llamada y suspiro, debía seguir con su trabajo.
No quería quedar mal con Carmen así que le pidió a Laura que la cubriera para poder salir diez minutos antes a su almuerzo para estar tan puntual como pudiera en el edificio del bufete.
Laura no se negó pues Summer era de todos los empleados, la más puntual en sus horarios y Laura esperaba poder usar ese favor después para convencer a su amiga de salir de fiesta algún día.
Camino por la calle mientras pensaba en que podría pedirle alguien como un abogado. Anteriomente trabajo para personas que Carmen conocía, hasta ahora no tuvo ningún problema, pero que Carmen describiera a este hombre como quisquillos, la ponía un poco nerviosa.
Solo iría a escuchar que pediría ese abogado, si no le parecía solo diría que no y se marcharía.
Sabía que pintar era algo que amaba y la ayudaba mucho, hacerlo también fue una parte importante en estos años para no volverse loca.
Pero al ser alguien a quien buscaba un criminal, Summer sabia que no podría exhibir sus pinturas en museos o participar en concurso mientras estudiaba, cualquier mención de ella por pequeña que fuera en cualquier medio la ponía en riesgo.
Tampoco tenia redes sociales, subir una foto de ella o sus hijos era gritar a Nick que fuera por ella.
Pocas personas tenían su número personal por la misma razón.
Los primeros meses estaba tan nerviosa que cuando un tipo llamó por error lanzó el teléfono por la ventana aterrada.
Se detuvo frente al edificio donde estaba el buffe de abogados, escribo un mensaje a Carmen para informarle que ya estaba ahí.
Espero mientras su amiga llegaba por ella.
***
Su oficina estaba pulcra como que él le gustaba cuando entró después de la reunión que tuvo con los jefes de bufete.
La secretaria de esta área no estaba, Carmen era una mujer de media edad que nunca lo molestaba con preguntas tontas, sabia hacer muy bien su trabajo.
Sé sentó frente a su escritorio y tomó los papeles frente a él, su ordenar estaba bloqueado y comenzó a teclear su contraseña cuando un sonido en la puerta lo hizo girar.
-Adelante. -su voz sonó fuerte para asegurarse que la persona detrás de la madera escuchara.
Ahí estaba su secretaria, Carmen lo vio.
-Carmen. -hablo volviendo la vista a su pantalla que le daban la bienvenida.
-Señor Poeck. -La mujer con el traje sastre en color azul entró y se colocó frente a su escritorio. -Ya esta aquí la chica de la que le hable, la pintora.
Thiago bajó la mira al reloj en su muñeca, el Rolex de su abuelo, era justo la hora, al menos era puntual.
-Dígale que pase. -le indicó mientras se acomoda su saco al ponerse de pie.
Carmen asintió y salió de la oficina pintada en colores crema y amarillo suave, rodeó el escritorio y se puso al frente mientras la puerta se abría de nuevo y Carmen entraba seguida de una mujer.
Era una rubia, tenía el cabello en rizos, vestía un estilo casual de oficina.
-Buenas tardes, Ailén Franco. -se presentó ella, su voz sonó suave.
-Thiago Poeck. -se presentó el extendiendo su mano.
La chica avanzó en sus tacones blancos para tomar su mano y cuando lo hizo el pudo ver más de cerca, ojos cafés, cubiertos por un par de lentes, pequeñas pecas en su nariz y una cicatriz en el nacimiento de su cabello que ella claramente trataba de cubrir con su cabello.
¿Por qué lo hace? ¿Vanidad o un secreto? pensó al verlo.
Thiago estaba acostumbrado a ver ese tipo de detalles, era eso lo que lo volvía el mejor en su trabajo.
-¿Gusta que les sirva algo? -preguntó Carmen rompiendo los pensamientos de Thiago.
-Estoy bien, Carmen. -se aclaró la garganta y se alejo un poco de la mujer. -¿Se le ofrece beber algo señorita... Franco? -le preguntó directanente.
-Estoy bien, Carmen muchas gracias. - giró su rostro para ver a la secretaria, quien asintió.
-Si no me necesitan me retiro. -su secretaria murmuró algo a la chica, quien sólo le dio una mirada de agradecimiento mientras esta salía de la oficina.
-Puede tomar asiento. -le indico, señalándo la silla frente al escritorio, él caminó de regreso a su silla y se sentó frente a su escritorio.