Aitana se quedó en silencio, con un nudo en la garganta y un peso en su pecho, como si alguién estuviese aprisionandole el corazón...
—¿De qué hablas?... No puedes estarlo diciendo en serio, Roman— sus ojos le miraban a traves de las lágrimas.
—Lo digo muy, muy en serio Aitana, de hecho nunca he hablado màs en serio en toda mi vida. — se pasó las manos por la cabeza con desesperación— No puedo soportar más esta situación. Te amo, te amo mucho, pero ésto está acabando conmigo Aitana, no duermo, no descanso, no hacemos el amor, no salimos a comer, no paseamos, ya llevamos un mes en esto, pronto se acabará tu licencia y aún no decides que harás con la niña.
—¿Qué haré?, no es como si pudiese deshacerme de ella, ¡Es mi sobrina, ROMAN, NO PUEDO ABANDONARLA, NO PUEDO HACER ESO!— gimió desconsolada mientras arrullaba a la niña intentando calmarla, aunque ella misma sentía como se desataba una tormenta en su interior, no podía ser posible, Roman la estaba abandonando.
—Te entiendo Aitana, sé que no puedes dejarla, sé que es tu responsabilidad aunque no la hayas buscado— dijo desesperado— pero no puedo más Aitana, no puedo más, esa niña llora constantemente y yo siento que estoy muriendo en vida y... No más, te amo, pero no seguiré en esto. ¡Estás sola, ahora!— dijo y comenzó a vestirse con ropa deportiva.
—No puedes hacerme esto Roman, ahora es el momento cuándo más te necesito. En la salud y en la enfermedad, en las malas y en las buenas...
—No más— dijo determinado— he tolerado cuánto he podido, pero he llegado a mi límite. — abrió un bolso y comenzó a arrojar ropa en el interior para luego cerrarlo.
—¿A dónde se supone que vas?, ¡es de madrugada, Roman!, ¡No puedes ir a ninguna parte!
—Me iré a dormir a un hotel, quizás allá si pueda descansar. Iniciaré el trámite de nuestro divorcio. Te devuelvo tu libertad y obtengo la mía.
—No puede ser cierto... —aprovechando que Valentina había dejado escapar un gas y se había tranquilizado, dejó a la niña en a cuna y se fue a tomar a Roman de la mano, intentándo que él no se marchara— Tenemos que hablar, Roman.
—No, no hay nada de que hablar... estoy cansado, agotado, estoy harto y no quiero seguir con esto. Espero que no pongas resistencia al divorcio, espero que firmes sin complicarlo todo. Entiende que no quiero que entremos en una contienda legal.
—¡Roman, no, no puedes irte... ven aquí!— salió de la habitación siguiendolo, llamándolo e intentando detenerlo, pero Roman estaba determinado. —¡Roman, no puedes irte asì como si nada, no puedes renunciar a nuestro matrimonio, a nuestra felicidad!
—¿Cuál felicidad?— preguntó frustrado— ¡Hace un mes que no tenemos felicidad!, al menos yo no la tengo... lo siento por Alina porque la quise mucho, lo siento por Valentina porque no tiene la culpa de esto, es solo una niña desafortunada, lo siento por ti porque mereces más apoyo, y lo siento por mi, porque realmente te amo, pero no puedo, no puedo soportarlo más Aitana,y sé que vas a odiarme, pero espero que alguna vez lo entiendas.
—¿Qué se supone que voy a entender?, ¿Que me abandonas cuando más te necesito?, ¿Que me dejas sola sin mirar atrás?, ¿Qué imcumples lo que nos hemos prometido?— dijo frustrada — ¡Pues no, no lo entiendo y no lo entenderé nunca!— dijo con un gemido lleno de dolor— ¡Yo te amo, te necesito y tu te vas dejándome justo en un mal momento!, ¡eres un cobarde, Roman Garryson!, ¡Un maldit0 cobarde!— tenía una mezcla de furia y dolor.
—¡Si quieres creerlo así, no puedo hacer nada!— justo en ese momento Valentina estalló en llanto causado por los gritos de ambos—¡Vé!— le dijo con frustración—¡A eso me refiero, Aitana!— y dicho aquello Aitana giró en dirección a la niña y luego a él, para luego mirar a la niña.
—Bien— dijo con dolor— es tu decisión, si quieres irte... no voy a detenerte y si quieres el... el divorcio, no voy a suplicarte. Eres un cobarde Roman, pensé que realmente me amabas— y dicho aquello volvió junto a Valentina— lo siento cariño, ya estoy aquí.— y sin más la tomó en brazos al tiempo que las lágrimas corrían por sus mejillas, su mundo se estaba desmoronando, sus sueños, su futuro, todo se estaba yendo a la nada... Roman claramente la ponía a elegir, pero aquello no tenia sentido porque nunca abandonaría a Valentina, aunque le fuera la vida en ello, ni aunque el dolor le rompiera el alma... como sentía en aquel momento.
Roman abandonó el departamento, cargando únicamente un pequeño bolso con algunas prendas.
En los proximos días, Roman volvió un par de veces con la intención de terminar de recoger sus pertenencias, Aitana no lo creía, realmente él se marchaba, pero tal y como le había dicho no le rogó para que se quedara. La ultima vez no solo recogió las ultimas cosas que le quedaban en el departamento, sino que trajo con sigo los documentos de divorcio con él, a decir verdad Roman se veía descansado, mas fresco, como si hubiese estado durmiendo muy bien y recuperando su vitalidad, sin embargo ella estaba cada vez más triste, cansada y deprimida.
Su corazón se encogió de dolor al ver y leer los documentos. Roman le otorgaba el departamento y la mitad de todo lo que habían conseguido juntos, así como su auto y por si aquello fuese poco, como era él quien le abandonaba y solicitaba el divorcio, entonces le otorgaba una pensión vitalicia o hasta que contrajera nuevo matrimonio, el dinero sería depositado cada mes en su cuenta bancaria, ella quería negarse a recibir su dinero, pero estaba demasiado cansada como para discutir. Al observar los documentos, sintió un nudo en el estómago y lo miró con ojos muy fijos, intentándo que no se quebrara su voz.
—¿Estás seguro de que ésto es lo que quieres?
—Estoy seguro— dijo sin dudar y aquello fue un duro golpe para Aitana— ni te imaginas lo bien y tranquilo que he estado estos días, no sabes lo bien que es dormir toda mi noche. Lo siento Aitana, pero no hay vuelta atrás, espero que criar a Valentina te de alguna satisfacción.
Editado: 17.05.2025