Reena y Celina

La soledad de Celina

Un regalo mágico y una promesa importante

Después de la reunión con sus padres y los psicólogos, Celina regresó a casa con el corazón muy pesado. Se sentía triste, confundida y un poco asustada. No sabía qué hacer ni cómo mejorar. Aquella noche, cuando se encerró en su habitación, las lágrimas no dejaban de caer.

Mientras poco a poco se quedaba dormida, empezó a soñar con la escuela, sus amigos y los momentos difíciles que había vivido. En su sueño, la niña vio cómo criticaba y lastimaba a sus compañeros, como lo hacía siempre, sin darse cuenta del daño que causaba.

De repente, todo a su alrededor empezó a volverse borroso, y apareció una figura luminosa y suave que flotaba frente a ella. Era una niña vestida completamente de blanco, con una sonrisa dulce y ojos llenos de calma. Celina sintió miedo y asombro al mismo tiempo.

—Hola, Celina —dijo la niña con una voz tranquila—. Me llamo Reena, y estoy aquí para ayudarte.

Celina no sabía qué decir. Quería gritar, alejarse o incluso reírse de esa aparición, pero algo en los ojos de Reena la calmó.

—He venido para darte un regalo especial —continuó Reena—. Un regalo que puede cambiar tu vida, si estás dispuesta a aceptarlo.

De repente, apareció a su lado un pequeño unicornio brillante, que relucía con colores mágicos.

—Este unicornio te concederá un deseo —explicó Reena—. Pero debes prometer que cambiarás tu forma de actuar, que dejarás de lastimar a los demás y que aprenderás a ser una mejor amiga.

Celina pensó en usar ese deseo para ser la mejor en la escuela otra vez, para recuperar su popularidad y demostrar que era la más inteligente. Pero escuchó la advertencia de Reena:

—Si usas tu deseo para lastimar o para pensar solo en ti, lo perderás para siempre, y enfrentarás las consecuencias.

Celina dudó, pero finalmente dijo:

—Está bien, prometo cambiar.

Reena sonrió y desapareció, dejando a Celina con una sensación extraña en el pecho. El unicornio se quedó un momento, resplandeciendo, y luego se desvaneció también.

Al despertar, Celina no sabía si todo había sido un sueño o algo más, pero una cosa estaba clara: debía cambiar si quería recuperar su vida y sus amigos.

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