Reena y Celina

El primer deseo

El poder de los deseos

Al día siguiente, el sol entró tímidamente por la ventana del cuarto de Celina. No había dormido bien. Su cabeza estaba llena de preguntas, dudas y una extraña inquietud. Reena seguía dando vueltas en su mente, como una melodía que no podía olvidar.

Cuando llegó a la escuela, todo parecía seguir igual: los niños corriendo en el patio, las risas, las voces… pero algo dentro de ella había cambiado. Celina los miró con molestia. Sintió de nuevo esa ira escondida que solía empujarla a criticar y lastimar. Se dirigió con paso firme hacia un grupo de niños, lista para burlarse como siempre… pero justo en ese instante, la imagen de Reena apareció en su mente. Su voz suave, su mirada dulce, y sobre todo, su advertencia.

Celina se detuvo. Cerró los puños, tragó saliva y bajó la mirada. No dijo nada. Solo murmuró un breve saludo y siguió caminando. Los niños la miraron sorprendidos. Ella también se sorprendió de sí misma.

Entonces, en un destello mágico, el unicornio apareció flotando sobre su cabeza. Era hermoso, brillante como una estrella, con crines de colores suaves. Se detuvo frente a ella y, con una voz que solo Celina podía escuchar, le susurró:
—Ahora puedes pedir tu deseo.

Sin pensarlo demasiado, Celina imploró:
—¡Quiero que mis notas mejoren! ¡Quiero ser la mejor alumna!

El unicornio asintió lentamente, luego desapareció como si nunca hubiera estado allí. Celina entró a clase con el corazón latiendo fuerte. Algo dentro suyo sabía que ese momento cambiaría muchas cosas.

Durante las clases, notó que todo fluía con facilidad. Las respuestas venían a su mente como si siempre hubieran estado allí. Los profesores la felicitaban. En el último examen, vio cómo mágicamente aparecía un "10" en la hoja, donde antes había un "4". Sus compañeros comenzaron a mirarla con admiración. Algunos incluso se acercaban para pedirle ayuda o invitarla a jugar.

Celina se sintió poderosa. Importante. Por primera vez, no necesitó criticar para destacar. Su fama creció como una estrella fugaz, y muy pronto, se convirtió en una de las más populares del aula.

Pero, como suele ocurrir cuando se olvida el corazón… el orgullo empezó a crecer en silencio. Poco a poco, volvió a hablar con superioridad. Volvió a quejarse de todo. Volvió a burlarse de quienes no pensaban como ella. Era como si el deseo le hubiera dado alas… pero también un espejo donde solo podía ver su reflejo.

Reena no aparecía, pero Celina sentía su mirada invisible en cada paso. Y aunque no lo quería aceptar, en el fondo… algo le decía que esa felicidad no duraría si volvía a ser la misma de antes.




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