María Sword, la auto-nombrada rival número 1 de Sofía, se encontraba en su habitación, preparándose para ir al colegio.
Era la primera vez para ella teniendo una amiga y más teniendo la misma amiga que su rival, así que estaba algo nerviosa por ése día, pero a ella nada la detiene.
La pelirroja se miró en su espejo, para asegurarse de verse bien y al comprobarlo, asintió con una sonrisa.
-Hoy vas a vencer, igual que ayer.
Agarrando su espada vieja de madera y su mochila, salió de su habitación y camino por los pasillos de su casa, de manera acelerada y animada.
Su madre estaría orgullosa con ella por estar haciendo bien las cosas y lo sabía.
-Me voy al colegio, compraré algo para desayunar en el camino.- dijo la chica, saliendo de su casa.
En el comedor, una pareja se encontraba desayunando mientras la mujer daba de desayunar a un niño pequeño.
-Debés decirle algo sobre ésa vieja espada de madera.- dijo la mujer de cabello negro y ojos marrones, mirando a su marido con preocupación.
Donde vaya, María nunca dejaba ésa vieja espada de madera y ya no era una niña para que los demás crean que está jugando.
-¿Crees qué no lo hice?
Soy su padre y me preocupó por ella.
¿Sabes en cuántos problemas se metió al momento en que se burlaban de ella?- habló el hombre, quien tenía ojos azules claro, usaba anteojos y tenía cabello negro, con un par de canas.
-Sí tan sólo me viese como a su verdadera madre, yo hablaría con ella, pero me ignora.- exclamó la mujer, con mirada de preocupación.
No pretendía tomar el lugar de la madre de María, pero quería darle el amor que una madre es capaz de darle a un hijo.
-En su defensa, tampoco le daba atención a Linda.- explicó el hombre mientras se cruzaba de brazos.
Estaba cansando del comportamiento de su hija pero no podía hacer nada, después de todo, seguramente sólo era una faceta.
María que estaba parada en la salida, oyendo todo, cerró la puerta lentamente para no ser odia antes de ir corriendo al colegio, volviendo a sonreir.
Ése sería un gran día en su nuevo colegio, con su nueva amiga, su eterna rival y el otro tipo que tendría que soportar.
No todo en la vida son flores bonitas, así que debía de soportar a ése tipo que es amigo de Sofía Castle.
Era raro pero a pesar de ser una buena persona, algo en su interior hacía que quiera alejarlo lo máximo posible de Sofía Castle.
¿Por qué será?
.
.
En el colegio.
Todos los que estaban en el patio mantenían una distancia prudente de una chica bajita que iba caminando de manera intimidante, con una espada de madera en manos.
¿Será una niña pérdida?
La chica pelirroja se detuvo y levantó su espada de madera en dirección de alguien.
-¡Ten un duelo conmigo, Sofía Castle!- gritó, mirando a su rival que estaba reunida con Juana y el otro tipo.
La rubia la miró con algo de cansancio y dio un suspiro.
-El día recién comienza, ¿podríamos estar tranquilas?- pregunto, con disgusto.
Sí tan sólo hubiese una manera de hacer que María se comporte y dejé de lanzarle desafíos, sería tan increíble.
-¡Luego de que te derrote!- gritó la pequeña muchacha, con mirada furiosa.
Un verdadero guerrero no huye de la batalla, era decepcionante ver como su rival más fuerte, se negaba a un agradable combate en la mañana.
-Al menos no va a nuestro mismo salón.- susurro Juana, sólo siendo oída por Roberto que veía a la pelirroja con curiosidad.
Ella se daba cuenta de la mirada del chico pero lo ignoraba.
-¿Podrías dejar de mirarme como un pervertido?
Que no se te ocurra enamorate de mí.- dijo la pelirroja, viendo a Roberto con fastidio.
Bueno, aguantó lo suficiente.
-No digas cosas tan desagradable.- pidió el chico, sintiendo escalofríos.
Pensar en ésa enana que acabo con su vida, era una chica linda, le daba escalofríos así que nunca le podría gustar.
Su corazón siempre fue y será de su bella princesa.
-Me da curiosidad, ¿también eres una niña rica?- pregunto el ojiazul, intentando cambiar la conversación de manera rápida.
Sofía, al oírlo decir éso, lo miró con algo de seriedad.
-No pienses en mi de ésa manera, por favor.- pidió la rubia.
Quería creer que está vez hizo amigos de verdad y no interesados, así que oír éso le desagradaba.
Roberto palidecio y se puso nervioso por su error.
-¡No, no pienso de ti de ésa manera!
Yo... sí, eres una chica con familia adinerada y cualquiera podría pensar que eres una niña malcriada, pero...
Sofía fruncio el ceño y Roberto sonrió de manera nerviosa, conteniendo las ganas de llorar.
¡¿Qué no podía evitar meter la pata?!
-Sigue hundiendote a ti mismo, soldado.- susurro Juana, divertida.
En su vida anterior, nunca vio así a ése tipo, y ahora lo veía metiendo tanto la pata que se volvió su actividad favorita para ver en el día.
¿Será qué se enojaria sí grababa ésos momentos para verlos cuando estaba aburrida?
-Mi familia es normal, no somos de clase alta.- respondió María, de manera seria pero con potencia.
-¿Y ustedes cómo se conocen?- pregunto el chico con curiosidad.
¿Será un obstáculo que le puso el destino para que atraviese y así pueda estar con su amada?
Pan comido, que venga lo que sea que no tendría miedo ni retrocederia.
-Su abuelo fue jardinero por un par de años en... la mansión de mi familia.- respondió Sofía, algo incómoda por mencionar la riqueza de su familia.
Realmente se sentía incómoda al hablar de la posición financiera de su familia, por miedo a que crean que es presumida.
-Una vez cuando tenía 7 años, me llevo con él y nos conocimos.- dijo María, sonriendo al recordar aquel día.
En ése día tenía que inclinar un poco la mirada ya que Sofía Castle era más bajita que ella...
¿Por qué de repente se sintió dolida y con el cuello dolido por tener que levantar la mirada?