Reencarnamos, por favor, no me recuerdes

8

Un fuerte caballero, el más fuerte de todos los caballeros del reinó Lirio, recibiendo el apodo de caballero negro en honor al original quien no le dio importancia al hecho de que su apodo era imitado.

Conquistó reinos, venció innumerable batallas y todo por una familia real que al final, no hizo más que desecharlo luego de manipularlo a su antojo, como sí fuese un objeto.

La mujer que tanto amaba murió por su culpa y murió creyendo que él fue consciente de todo el dañó que hizo, pero no fue así.

Ahora, luego de mucho tiempo, tiene una segunda oportunidad de enamorar a aquel viejo amor, ahora no siendo una máquina de matar, ahora sólo era un chico normal, con una vida normal, con padres normales, una hermana mayor y un hermano menor con los que aveces peleaba como todos buenos hermanos.

A diferencia de antes, ahora tenía una vida "perfecta" en cierto punto.

No tenía que luchar, no tenía que seguir ordenes de un príncipe traidor, ahora tenía una familia que lo quería y tenía buena salud, algo que en su vida pasada no hubiese ni soñado.

-Peter, Peter.- llamó el caballero rencarnado.

Su compañero de asiento, lo miró con seriedad y él hizo un mal intento de ojitos tiernos.

-¿Me perdonas, amigo?- pregunto.

-Ño.- dijo el de rulos, cruzandose de brazos.

Traicionó su amistad por una chica, éso iba en contra del código de la amistad entre hombres.

-Vamos, te dejaré copiar mi tarea por el resto del año.- dijo el ojiazul.

¿Qué mejor manera para reponer una amistad que el soborno?

-Amigo, tenemos un trato.- dijo Peter, apoyando una mano sobre el hombro de su amigo, no, su hermano.

Ése año podía hacer de vago que tenía la tarea garantizada.

-¿Ahora también vas por los chicos?

La voz de Juana se oyó y Roberto volteó a verla, para también ver a Sofía.

-Es todo un Casanova.- dijo la rubia mientras fingia decepción.

-¡No lo malentendidan, sólo estábamos bromeando!- gritó el chico, alterado.

¡Él sólo tiene ojos para Sofía y para nadie más!

El ojiazul sintió como un brazo rodeaba su hombro y palidecio.

-¿Quiénes son ellas, Roberbebé?- pregunto Peter con una pequeña sonrisa burlona.

-¡Alejate de mí, ya no quiero ser tu amigo!- gritó Roberto, intentando alejar a su amigo, sin éxito.

-No digas ésas cosas, papi Robert.- exclamó Peter, intentando abrazar a su amigo.

Molestar a tu amigo justo cuando llega la chica que le gusta... es tan increíble.

Mientras los chicos jugaban, Sofía y Juana fueron a tomar asiento.

-No me imaginaba que Roberto fuera tan bromista con sus amigos.- dijo la rubia.

Sabía que la mayoría de los chicos, sí es que no son todos en verdad, eran algo... inmaduro aveces, pero no se imaginó que Roberto era igual.

-No es popular en sí, pero se lleva bien con los demás.- dijo Juana, sin darle mucha importancia.

-¿Acaso te interesa Roberto?- pregunto la rubia con una sonrisa.

Juana parecía mantener una distancia con todos, pero con Roberto, no.

Se llevaba tan bien con él hasta el punto de molestarlo cuando estaba aburrida.

-Tal vez, es divertido molestarlo.- respondió la ojiverde, estirando sus brazos.

En su vida anterior, no podía molestar a aquel que era su superior, pero ahora sí podía y era entretenido.

-¿Qué?... no, yo... yo lo digo de manera romántica, ¿te interesa de manera romántica?- pregunto Sofía, con una sonrisa nerviosa.

Nunca creyó que alguien en verdad no entendería una pregunta así, pero se equivocó.

-Para nada, sólo me enamoré una vez y con éso es suficiente.- dijo Juana, con mirada seria.

-¡Uy! Enamorar es una palabra muy fuerte.
Cuenta, cuenta.- pidió la rubia con una sonrisa, muy curiosa.

Juana se vio claramente incómoda ya que no le gustaba en lo más mínimo hablar de ése tipo de cosas.

-¡Sofía, ten un duelo conmigo!

Y el gritó de María, llegando con su espada de madera, se oyó.

-Hola, María.- saludo Juana mientras mostraba una leve sonrisa.

-Ho...la amiga Juana.- saludo la recién llegada.

Todavía no podía creer que hizo una amiga.

¿Éso significaba que ahora es popular?

Éso explicaría porque todos voltean a verla cada vez que le pide a Sofía que tengan un duelo.

-¿Sabías, Marí? A Juana le gustaba alguien. - dijo la rubia, intentando evitar que María llamé la atención con sus gritos y su espada de madera.

-¡¿Queeeé?!
Pe... pero todavía es... muy joven para casarse.- dijo la pelirroja, con sus mejillas sonrojadas.

¿Será qué Juana le dejaría ser la madrina de sus hijos?

-Yo nunca dije nada de una boda.- exclamó Sofía, con cansancio.

Aveces, María podía ser muy inocente.

-¿No le dirás a tus amigas quién era el afortunado?- pregunto la rubia, volviendo a centrar su atención en ésa chica que ya consideraba como a su mejor amiga.

¡Siempre quiso hablar de ése tipo de cosas!

-Era un idiota que nunca me vio más que como un peón de un juego de ajedrez.- respondió Juana, sin darle mucha importancia.

Que una caballero se enamoré del príncipe... sólo era sufrimiento, ya que la vida no era un cuento de hadas, pero aún así estuvo a su lado, hasta el final.

-Di el nombre que lo busco y lo mató.- dijo María, con sed de sangre.

¿Qué clase de idiota fue capaz de lastimar a su preciada mejor amiga?

No merecía vivir, no merecía seguir existiendo.

-Lo siento... debe ser feo que alguien que te gusta, no te dé ni la hora, pero no te preocupes, sí el tipo no te valoró, es por que es un idiota.- dijo Sofía, algo arrepentida por indagar de más.

-Pero era un lindo idiota.- susurro la ojiverde con una leve sonrisa.

Sofía y María la miraron con asombro, ya que ésa sonrisa la vieron diferente, la vieron más... honesta, a diferencia de las que siempre mostraba.




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