Reencarnamos, por favor, no me recuerdes

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Práctica de piano, práctica de violín, danza, karate, clases de idioma... de cada idioma y ser una hija ejemplar, sin defectos, para no ser una deshonra para su familia, era el día a día de Sofía.

Desde sus primeros recuerdos, sus padres que muy raramente veía, la mantenían ocupada con estándares altos que ella debía cumplir.

No podía elegir que comer, tenía que seguir una dieta, no podía tener un día de descanso, descansar era para los débiles que se dan por vencidos, no tenía que mostrar sus emociones, éso era algo de mal gusto y de personas que sólo quieren ser vistas como víctimas y vulnerables, ella no podía hacer nada que no esté programado ni ordenado por sus ausentes padres.

Era sofocante, era alguien todavía muy joven y toda ésa presión la abrumaban, aveces hasta le dificultaba respirar y en ocasiones enfermaba con frecuencia por el estrés.

¿Qué cosas le divierten?

No lo sabe, sus padres nunca dijeron que le tiene que divertir.

¿Cuál es su pasatiempo?

El único momento que tiene libre es para comer, momento en el que aveces debe estudiar, para dormir y para bañarse, para nada más, así que su pasatiempo básicamente era descansar.

La talentosa hija de una familia adinerada, Sofía Castle, ésa era ella.

Deseaba ya ser mayor de edad para ya no tener que depender de sus padres, deseaba ser libre, deseaba ser sólo Sofía, una chica libre, no Sofía Castle, talentosa hija de una familia adinerada.

Al menos, en su ajetreada y estresante vida, ahora tenía amigos de verdad con los cuales no tenía que ser "perfecta", podía relajarse con ellos y reír de verdad, no falsamente.

Encontrar algo de fuerzas, le era realmente reconfortante para seguir adelante.

-¿A dónde crees que vas?

Un chico de unos 19 años, de cabello rubio, bien parecido, alto, de ojos azules, se hacía presente mientras bajaba las escaleras para ver como su hermana menor nuevamente estaba saliendo temprano.

-Debo ir al colegio, Drake, ya sabes, lugar al que debo asistir de lunes a viernes para interactuar con chicos de mi edad, aprender cosas que la mayoría no me serán útiles y desde mi punto de vista, a tener algo de tiempo de relajación.- respondió Sofía, mirando a su hermano mayor.

El chico bajo las escaleras, con mirada de disgusto.

-¿Por qué quieres ir a un... lugar tan pequeño?
Nuestra familia ayudó a ése colegio en el pasado, pero no es necesario que vayamos a el.
Nosotros podemos tener los mejores maestros particulares, ir a las mejores academias, no a un lugar donde desaprovechan el talento real, donde se desaprovecha su talento.- dijo el rubio, bajando las escaleras hasta quedar delante de su hermana y apoyar sus manos en los hombros de ella.

La chica se vio claramente disgusta al ver el rechazo de su hermano por que ella vaya a un colegio.

No es que ella convenciere a sus padres de ir a un colegio, ellos querían que vaya a una para que todos vean la "humildad" de la familia Castle.

-Nuestros padres lo decidieron y de todas las cosas que soy obligada a hacer, está es la única que me gusta y no me siento presionada, así que espero que como mi hermano mayor, que dice quererme y preocuparse por mí, te alegres de que yo pueda encajar en un lugar.- dijo la chica, separándose de su hermano para darse media vuelta e irse.

Drake dio un suspiro profundo y su mirada reflejo preocupación.

Por que ahora era su hermano, es que la quería y se preocupaba por ella.

Sofía era inteligente y todo, pero no está acostumbrada a las personas de afuera, por lo que puede salir lastimada sí no es prudente en su andar.
.

.
En el colegio.

Juana que ya estaba sentada en su asiento, vio como su compañera de asiento llegó, con cara de pocos amigos.

-¿Qué le pasa a la princesa Sofía?
¿Problemas en el reinó?- pregunto la de ojos verdes, con una pequeña sonrisa burlona.

La rubia dio un leve suspiro.

Juana aveces era demasiado bromista, hasta con ella.

-Ya te dije que no me digas princesa y sólo son cosas de casa, con mi bobo hermano para ser más exactos.- explicó, sin ánimos.

Nunca entendería por qué su hermano siempre era así con ella.

¿Serán órdenes de sus padres?

-¿Se atreve vuestro hermano a ofender a la princesa Sofía?
Éso es una gran afrenta para mi, su caballero personal.
Usted dé la orden y en una bandeja de plata, la cabeza de vuestro hermano le daré.- dijo Juana, mientras se tocaba el pecho.

Sofía, sonrió y negó antes de seguir con el juego de su amiga.

-¿Una bandeja de plata?
Que indignó, no voy a tocar algo tan... barato con mis manos.- exclamó la rubia, cruzandose de brazos.

Juana, se puso de pi para arrodillarse como un caballero, sin vergüenza alguna por ser vista por sus demás compañeros.

-Os ruego su perdón mi princesa, castigue a está mala caballero por su insensatez.- pidió la ojiverde, fingiendo preocupación.

-Lo cierto es que no pasarás la noche, comida de los leones vas a ser.- exclamó Sofía, con una sonrisa, sin poder dejar de ver a su amiga.

Cada movimiento, palabra y expresión, Juana demostraba ser una actriz sin igual.

Las dos amigas sintieron la mirada de alguien y voltearon para ver a Roberto y María, viéndolas de manera incómodos.

-Ho... hola Roberto, hola María.- saludo la rubia, sintiendo sus mejillas arder.

Por dejarse llevar para olvidar su enojó, Roberto y María la vieron en ésa vergonzosa situación.

¡Éso era lo peor!

-¿Qué creen que hacen?-preguntó Roberto, no creyendo que alguna vez vería a Sofía actuar así.

Verla hacer éso... hizo que se enamoré todavía más de ella.

-¿Cómo osan hablarle así a la princesa Sofía, seres vulgares?- exclamó Juana mientras se ponía de pie y le hacía frente a los recién llegados, aún en su papel de actuación.




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