Era un martes cualquiera del mes de marzo, Elisa después de visitar a la comercializadora de Alimentos Sapiens C.A., uno de los clientes de la firma de contabilidad. Aprovechó el receso de medio día para tomar un almuerzo ligero y dar una caminata aquel medio día soleado por las calles empedradas del Centro de Caracas.
En sus andanzas visitó la Catedral Metropolitana de Caracas, entrando con paso solemne y respetuoso a la imponente estructura color blanco de estilo colonial. En el interior del recinto diversas imágenes cristianas estaban desplegadas en puntos estratégicos imprimiendo al ambiente una sensación de recogimiento y paz mística. El murmullo de los rezos de fieles devotos inundaba el recinto al igual que el olor a cera derretida de velas encendidas, todos muestras de devoción y gratitud de los fieles hacia Nuestro Señor Jesucristo.
Al fondo la imagen de Nuestro Señor Jesucristo con ojos transfigurados por el dolor clavado cruelmente en la cruz le llenó a Elisa el corazón de un profundo sentir de piedad y compasión.
Tomó asiento en uno de los bancos y rezo un Avemaría y un Padre Nuestro y luego pidió por el bienestar de su familia, su éxito profesional y por encontrar al amor de su vida; al pensar en esta última petición se le vino enseguida a su mente la imagen del rostro de Carlos el guitarrista de la banda, pensó algo apenada: «Caray, Carlos tiene novia y además es una mujer bellísima…, jamás un hombre tan guapo y además artista se fijaría en una mujer tan sencilla como yo, tan amante de la precisión numérica y bueno algo pasada de kilitos … Bueno honestamente qué importancia tiene fantasear y disculpa si eso es pecado Dios, que sea un secreto entre tú y yo, ¡je, je, je!».
A la salida de la iglesia se dirigió a visitar las diversas tiendas de Joyería en el centro de Caracas las cuales venden preciosas joyas elaboradas por expertos artesanos, deleitándose la vista con hermosas prendas para todos los gustos elaboradas en oro 18 kilates y plata 925. Admirando aquellas vitrinas que resplandecían ante el fulgor de las joyas decidió ingresar a uno de los establecimientos atraída especialmente por un hermoso juego de dije y zarcillos de perlas y cuando estaba a punto de escoger para ella y su hermana dos pares de zarcillos de perlas rosadas, una llamada interrumpió el proceso de compras; al sacar el móvil de la cartera vio en la pantalla el nombre de Carlos, enseguida atendió la llamada disculpándose con la vendedora y saliendo fuera del recinto apresuradamente.
—Hola Carlos, ¿cómo has estado? Bueno, la verdad espero que puedas tenerme las facturas para hacer la relación…
Carlos enseguida le respondió:
—Gracias Elisa, estoy bien…, y pues sí, te llamo pues te voy a entregar las factura hoy mismo para que hagas la relación quincenal del IVA, además estoy muy atento al pago del Impuesto Sobre La Renta. ¡Ay, caramba!, perdona se que te estoy entregando las facturas un poco tarde..., disculpa la verdad hemos tenido mucho trabajo —guardó silencio.
—Carlos, tranquilo se que la banda ha estado muy ocupada con todo tipo de presentaciones, conciertos y grabaciones, así que aproveche de adelantar el trabajo con otros clientes de la firma… pero las necesito hoy eso sí, es más estaba esperando que fueran las dos de la tarde para llamarte… —instintivamente miró su reloj y luego contempló distraídamente a la gente caminando en la calle, cada una de aquellas personas absorta en vivir sus vidas, sumidas en sus mundos secretos y privados.
Elisa le dijo con seriedad:
—Carlos, déjame ver, haber, haber, déjame pensar…, ¿dónde podemos encontrarnos?, es que en estos momentos no estoy en la oficina Carlos. De hecho, estoy en el centro de Caracas pues hace como hora y media termine de visitar a unos clientes… Estimó que en 1 hora estaré de vuelta en la oficina Carlos.
El rápidamente le comentó:
—Elisa, justamente yo estoy en la Hoyada pare el carro en un estacionamiento cercano, como verás muy cerca del centro, pues hoy estoy justamente saliendo de visitar a un proveedor de franelas para la banda y cargo en el carro las facturas y demás papeles de la contabilidad… Así que si gustas podemos encontrarnos en la Chocolatería Kacao que queda diagonal a la Casa Natal del Libertador y así nos tomamos un chocolate…, ¿qué te parece?
Elisa enseguida respondió mirando distraídamente a los transeúntes :
—Me parece bien, déjame ir camino al local.
Carlos la interrumpió brevemente expresando con duda:
—Una pregunta más y de eso depende cuan rápido llegue, ¿viniste en carro o en metro? —, rápidamente ella respondió:
—Me vine en metro.
Entonces él agregó enseguida:
—Elisa, en 10 minutos estimo estar allá, voy a tomar el metro, así nos vemos, te invito un chocolate e incluso nos devolvemos juntos a buscar el carro en el estacionamiento para luego acercarte en el carro hasta tu oficina, así no estás por la calle con la carpeta llena de facturas y papeles…
Ella enseguida respondió:
—Me parece muy bien —, sin más agradeció a la vendedora de joyas su amabilidad prometiéndole pasar otro día y tomó rumbo a la chocolatería Kacao.
En su andar atravesó brevemente la Plaza Bolívar que como siempre estaba llena de toda clase de personas sentadas en los bancos o caminando en medio del empedrado que delimitaba la plaza. Todos disfrutando de las hermosas plantas, árboles y de la presencia de las atrevidas palomas que posaban sus patitas en el empedrado de la plaza en la búsqueda de alimento. Por un breve instante se acercó a admirar la estatua ecuestre del Libertador obra del escultor Escipión Tadolini magistralmente colocada en el centro de la plaza, digno recordatorio de la grandeza de la lucha patriótica gestada y llevada a cabo a principio del siglo XIX.
Mientras caminaba con paso firme pasó por un restaurante de comida criolla y fue exclusivamente al sanitario donde se lavó los dientes, se arregló el cabello y la ropa y mirándose al espejo sonriente se dijo así misma: «Bueno, yo no seré una belleza, pero tengo lo mío, ¡ah!, sé que tiene novia…, pero es importante estar arreglada y bonita para atender a los clientes, caray, ¿a quién quiero engañar?, ¡je, je, je!».