Reencuentro (edición y actualización)

CAPÍTULO XII

- Me encantaría pasar estos últimos momentos del viaje contigo. -le dije a Meli mientras empacábamos nuestras cosas para dejar el hotel

- Sabes que a mí también, te voy a extrañar.

- Solo será un mes- dije tratando de suavizar el hecho de no vernos tanto tiempo.

- Hablaremos por videollamada para que me cuentes todo, ¿vale?

- Sí. Ya me tengo que ir, aun no sé donde nos vamos a quedar, así que dejo mis maletas. ¿Tú vas a salir?

- Sí, Gabriela quiere ir a comprar algunas cosas para su familia, pensándolo bien, yo también voy a llevar algo.

- Adiós- Nos abrazamos.

- Mucha suerte.

Tenía sentimientos encontrados, siempre he disfrutado de la compañía de Meli, y me hacía sentir triste que se alejara de mí pero, ya era hora de que ella regresara a casa. 

 

Como el día de la fiesta nos llevó un auto, no estaba segura de como llegar, así que llamé a Noah para que me llevara a la casa de Marcus, que, por el afán de la otra tarde, olvidé preguntar su dirección.

Unos minutos después, llegó agitado y con sudor por toda su cara y su pecho.

Traía puesto un pantalón de deporte, una camisilla negra, la cual marcaba sus abdominales. Su presencia demostraba completa masculinidad y se veía realmente atractivo, tanto que llamó la atención de un grupo de jovencitas que pasaban por allí.

- ¿Te interrumpí?

- No, estaba por estos lados cuando me llamaste.

- No sabía que te ejercitabas.

- ¿Acaso no se nota? -Levantó ambos brazos y sus músculos se ensancharon. Era sorprendente lo que una camisa podía ocultar.

La expresión en su rostro me sacó una pequeña risa, luego emprendimos el rumbo hacia la casa de Marcus.

La vista era diferente a la luz del día, el jardín era espectacular, la fachada de esa mansión era todo un logro arquitectónico. Llegamos caminando, ya que no era lejos, llamamos por el citófono y la reja se abrió unos instantes despues, Noah y yo entramos hasta la fuente que estaba frente a la puerta principal, él tenía que irse para arreglarse y salir a una cena de negocios en la tarde, le agradecí, nos despedimos y se fue.

Tenía vergüenza de entrar sola, por suerte un señor abrió la puerta y me indicó a donde ir.

- El joven te llamó, pero míralo, deja esperando a su invitada,- dijo mientras me indicaba que tomara asiento en uno de los muebles de la tranquila sala- espero que no estés de afán, jovencita.

- No se preocupe, señor, puedo esperarlo.

- Y dígame, ¿de dónde lo conoce?

- Pues bien, yo fui invitada a su fiesta de compromiso, vine con mis comp...

- No, no, no,- su rostro cambió de estar tranquilo a mostrar inquietud- me refiero, ya se conocían antes.

Lo miré unos segundos, esperando a que explicara qué quería decir.

- Mira jovencita, sé que te he visto- se puso en pie y me dio la espalda unos segundos, sacó de su bolsillo un pañuelo, limpió sus lentes y se volvió para mirarme de nuevo.- yo he estado cuidando de mi sobrino por años, fue muy duro para él la separación de sus padres, ha cargado rencor consigo despues de saber que su madre engañaba a su padre, ni siquiera la reconoce como su madre...

- Disculpe, pero ¿a qué se debe esto que me está diciendo, señor?

- Él solo ha amado a una mujer en toda su vida, y no es su prometida, esa mujer es un fastidio, y tu... t...

- Disculpa que no haya estado para recibirte, Julia- Marcus entró apresurado, me tomó de la muñeca y me arrastró hasta el jardín trasero.

Me llevaba muy rápido, incluso sentía que lastimaba mi brazo.

-PARA -le grité- está bien que sea tu casa, pero ¿puedes soltarme? casi parece que me estás secuetrando.- parecían aún querer retenerme, pero su agarre se fue debilitando hasta dejarme libre.

Puso sus puños en su cintura, miró al cielo y respiró profundo, se quedó callado unos instantes, parecía que intentaba tranquilizarse, yo solo podía mirarlo, con la luz del sol de la media tarde su rostro brillaba por el sudor, su cabello enmarcaba su cara hasta que su mano lo recogió y lo peinó hacia atrás.

- Mientras estés aquí te prohibo que escuches lo que dice el viejo, ni siquiera le hables. -me miró, su entrecejo estaba fruncido.

- Disculpame, pero no vas a prohibirme nada, no tienes el derecho de hacerlo, además, según lo que dijo es tu tío, ¿cómo puedes tratar así a tu familia?

-¡¿Qué te dijo el viejo?!

Yo lo miré, parecía desquiciado, ¿quién se imaginaría que un tipo en su estatus se pondría en ese modo por algo tan insignificante?

Me tomó fuerte por los hombros, esta vez me liberé de su agarre y di un par de pasos hacía atrás. Estuve a punto de irme, por el tiempo aún alcanzaba a llegar al aeropuerto con los demás y regresar a casa, pero Marcus bloqueó la salida, esta vez estaba más tranquilo.

- Lo siento, no actué como debía, me dejé llevar... por el estrés que cargo estos días, quédate.

Lo miré sin decir nada más.  




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