Reencuentro (edición y actualización)

CAPITULO XIII

- ¿Qué sucede contigo? -pregunté luego de un largo silencio, estaba incomoda y no quería estar más tiempo allí esperando. - Créeme que me iré si no me explicas ya mismo este comportamiento.

Me sentí un poco extraña luego de hablarle de ese modo, pero en serio que no comprendía nada, y tampoco tenía ningún derecho de hacerme esto, me sentí ultrajada.

- En realidad, no creo que…- respira profundo- por favor, disculpa mi terrible comportamiento, he estado un poco estresado, ya sé que no es excusa, pero…

- Mira, lo voy a dejar pasar por hoy, estoy cansada y quiero que salga bien esto y no arruinar tu boda, me quedaré y haré lo que necesites, pero no permitiré que me trates así, ni siquiera me conoces.

A partir de ese momento pensé que debería mantenerme más cerca de él a la espera de que se descubriera lo que escondía, y más si tenía algo que ver conmigo.

- Si, gracias, - parecía bastante nervioso, en serio necesitaba descubrir sus verdaderas intenciones- ya pedí que alistaran la habitación donde vas a estar estos días.

Su expresión había cambiado por completo, ahora todo su ser transmitía un completo sentimiento de incomodidad, yo por mi parte lo miraba de un modo que lo hiciera sentir peor.

Estaba de camino a la que iba a ser mi habitación, cuando vi de nuevo al hombre a unos cuantos metros sentado junto al balcón, también me vio, de inmediato se giró dándome la espalda, definitivamente algo no estaba bien y estaba dispuesta a descubrirlo.

En la mañana me levanté a eso de las 5:30, salí a los alrededores de la propiedad con la excusa, en caso tal que me encontrara con alguien, de que casi siempre me levantaba a esa hora a ejercitarme, en realidad quería ver un poco toda la casa, y tal vez encontrar de nuevo al viejo, aunque no era tan viejo realmente, fui a mirar en el balcón donde lo vi la última vez, pero no estaba. Pensé que igual era muy temprano aún, así que me fuí a dar una vuelta. Casi eran las 7 cuando, sentada en uno de los bancos del jardín, escuché una voz que me llamaba, alcé la vista y me encontré frente al hombre.

Estaba asomado por una ventana del piso de arriba, me hizo señas de no hacer ruido y de que subiera rápido, y así lo hice.

Al llegar me condujo a una sala y me hizo sentar en el único sofá que allí había, sin mediar palabra me entregó una cajita de rapé, yo lo miré y me hizo gestos para que la abriera.

No entendí nada, había dentro unas cuantas notas y cartas selladas, parecía haber algo más en el fondo, pero en ese momento el señor me tomó del brazo y me dijo que la escondiera bien, que ahí dentro encontraría respuestas. También me dijo que tenía que irme rápido, porque pronto se levantaría todo el mundo, así que tomé la caja e intenté esconderla como pude en mi chaqueta, salí de la sala apresuradamente y corrí a mi habitación, sentía la adrenalina estallar por todo mi cuerpo, pero no entendía por qué.

Ya a solas y un poco más tranquila me dispuse a abrir las cartas para leerlas. En un vistazo rápido noté que todas tenían fecha y estaban puestas en orden, la más reciente estaba encima, y tenía fecha de hace 6 días, la abrí con cuidado. Mis manos empezaron a humedecerse.

Desde la primera línea mi cuerpo se paralizó.

Querida Julia,

Espero me perdones por lo que voy a hacer, pero mañana es mi compromiso oficial con Rachel, lamento que tengas incluso que presenciar este momento, pero soy egoísta y ahora que te encontré quiero que estés a mi lado.

Esta será, probablemente, mi última carta para ti, y prometo entregártelas todas después de mi matrimonio, además, le gustas mucho a Noah, me habla mucho de ti y cómo quiere que tu alegres su vida casándote con él, y en parte, también lo deseo.

De nuevo, perdóname Julia.

Julia

Julia

Una gota cayó sobre el papel, mis manos temblaban como locas, sentía que no podía moverme, quería correr, pero mi cuerpo no respondía.

En ese momento alguien tocó la puerta de mi habitación, mis nervios estaban desenfrenados y lo único que hice fue meter la carta y la caja debajo de la cama. Volvieron a tocar, intenté recobrar la compostura y secar mis lágrimas, pero no podía, tampoco salían palabras de mi boca. Escuché como se abrió la puerta y una voz que decía: “¿Estás despierta?”. Era Noah, tan pronto me vio corrió hacia mi preocupado.

- ¡¿Qué sucede, preciosa?! ¿qué pasó?

De mi boca no salió palabra alguna. Me faltaba la respiración, escuché como pedía ayuda y luego, nada.

 




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