CAPÍTULO I

Han pasado 13 años desde la última vez que te vi, a veces me pregunto por ti, ¿estarás bien? ¿Qué estarás haciendo en este momento?, son tantas cosas…

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Me encontraba en la habitación de huéspedes en la casa de mi mejor amiga Melania preparando mis próximos eventos y anotándolos en mi agenda, a la vez que escribía algunos pensamientos en mi diario.

Desde pequeña había vivido en la ciudad, pero mis padres murieron en un trágico incendio y yo quedé sola y no me quedó más opción que vivir con mis abuelos maternos en ese pequeño pero agradable pueblo, ellos cuidaron de mí y me proporcionaron lo que necesitaba, pero al cumplir la mayoría de edad regresé a Bel Posto, quería seguir haciendo lo que más me gustaba, así que me inscribí en una academia de baile; de niña había practicado ballet, y aunque me gustaba, me llamaba más la atención los bailes de salón, sobre todo el tango.

En la academia de Bel Posto conocí a Melania, es excelente bailando y rápidamente nos hicimos amigas, después de saber mi historia me ofreció vivir en su casa, me daba vergüenza, pero acepté puesto que con algo de dinero que había ahorrado estaba quedándome en un hotel y me estaba saliendo muy costoso; de esa forma, pensé, podía estar más tranquila respecto al dinero y más acompañada y yo le ayudaría a ella y a sus padres con los gastos, aunque en principio no querían. Vivir tantos años con ellos y aun no me acostumbraba a que tambien era mi hogar.

Todos estos años he estado viviendo allí y me tratan como una hija, a ambas nos dan el apoyo suficiente para continuar con nuestros sueños, por eso trato de ser constante en mis ensayos. Lo más gratificante de todo es que este gusto por el baile nos ha llevado a ambas a lugares asombrosos. De hecho, en tres días viajo a Alemania a una presentación por la cual he luchado, y aunque Melania no me acompañe, ella también se está preparando para un espectáculo enorme en Londres dentro de un mes. Ojalá todo salga bien para ambas.

Luego de días de ensayo arduo, por fin había abordado el avión con rumbo a Berlín, donde estaría cinco días presentando una coreografía de tango que, si bien no era difícil si necesitaba mucho esfuerzo físico.

El espectáculo lo presentaríamos cinco parejas todas juntas, pero en cuanto a mí y mi acompañante teníamos una parte de más para cerrar.

Eran casi las seis de la tarde y todo estaba a punto de empezar, yo vestía un traje ajustado a mi figura de color carmesí, mi cabello iba recogido en un moño decorado con unas lindas plumas rojas y negras.

Había llegado la hora y estaba de pie en un escenario de un gran salón. Tan pronto como todo comenzó también terminó, aunque debido a la parte extra pude percatarme de toda la gente que nos observaba.

Luego de todo lo ocurrido estaba cansada y lista para ir al hotel a dormir toda la noche, cuando escuché que alguien solicitaba mi presencia, lo supe porque mis compañeros estaban en otro cuarto y yo estaba allí sola, y ya que la gente se estaba yendo pensé que podría salir a ver. Pero no, un guardia de seguridad no me lo permitió, así que tuve que esperar por si era algo importante. Unos minutos después alguien tocó la puerta, al abrir vi que enfrente había una mesa con una bandeja y sobre esta unas lindas rosas rojas, y no era extraño puesto que al terminar mis presentaciones normalmente recibía obsequios así, pero algo llamó mi atención, entre las rosas se escondía un sobre, lo abrí y había una tarjeta escrita a mano que decía:

«Felicitaciones por la excelente presentación, a día de hoy aún luces tan hermosa como antes…

M.»

Luego de leer varias veces la nota estaba segura de quien se trataba, sentí un fuerte estrujón en el pecho y la nostalgia me invadió, tanto como las lágrimas a mis ojos. Mis piernas temblaban, pero aun así salí para encontrar a quien sea que haya puesto esto frente a mi puerta, pero nada, estaba sola.