Anelli
Me asomo en el balcón de la habitación y respiro el aire fresco acompañado de los sonidos de la naturaleza. Lo único que escucho es el canto de los pájaros y el agua del lago correr lentamente.
Si me asomara en el balcón de mi departamento en Nueva York lo que encontraría sería el ruido del tráfico, aire contaminado y a mi vecino de enfrente haciendo ejercicio desnudo como si tuviera un cuerpo para lucir. Y si se lo quieren imaginar, pueden imaginarse a un hombre con una panza enorme, con pechos más grandes que los míos, un bigote que cree que lo hace lucir sexy y más pelos en su cuerpo que un gato peludo. No es una linda fantasía, al menos que les gusten los hombres así. En ese caso pueden fantasear y no las juzgo.
Apoyo las manos en los barandales y cierro los ojos.
Sigo sin poder creer que mi abuelo fuera la persona déspota que Marge describió. No puedo aceptar que sea de esa forma. No lo conocí, pero mis padres hablaban bien de él. Pienso que hay muchas lagunas que debo despejar y empezaré por ver al abogado para entrar un poco más en detalle, como porque me dejó la casa, pues Marge no supo responder esa pregunta en particular. Ella piensa que lo hizo para compensarme por no molestarse en conocerme, mas no estoy segura.
La copia del testamento que me dejó el guapo abogado decía que la casa quedaba a mi nombre, con la cláusula que, en caso de venderla, un porcentaje de la venta le correspondía a Marge. No es algo que me moleste, después de todo dinero no es lo que me hace falta y Marge ha estado al lado de Katherine durante años y vive aquí porque no tiene otra casa.
Marge me comentó que ella y mi tía tenían intención de convertir el lugar en una casa de huéspedes. Lo hubiera hecho si el dinero les hubiera alcanzado para acondicionar la casa. Ninguna de las dos tenía idea de cómo llevar el proyecto adelante.
Si Katherine sabía sobre mí, ¿por qué no me contactó antes y espero a su muerte para que descubriera su existencia? Marge no supo responder.
Tal vez podría invertir en la casa, contratar personas que la manejen y que ayuden a Marge, luego regresar a mi vida en New York. De esa forma la casa seguiría en pie, Marge tendría donde vivir y se podrían sacar buenos beneficios. Pero antes de eso debo estudiar todo en detalle y buscar asesoramiento. Soy abogada y no tengo idea como manejar una casa de huéspedes y tampoco estoy segura de que tenga éxito y que pueda recuperar la inversión. Debo estudiar las opciones con mucho cuidado.
Abandono el balcón, agarro mi bolso, salgo de la habitación con dirección a la cocina. Marge está desayunado y leyendo el periódico, al verme me saluda con una sonrisa y se levanta para servirme.
—No hace falta, puedo servirme sola.
—No es molestia. Tengo huevo, tocino, hay fruta, pan y algo de tarta. No sé qué sueles desayunar.
Me siento en el taburete y sirvo café.
—Generalmente, un café y alguna tostada o una manzana cuando no tengo que ir a tribunales, caso contrario me salteo el desayuno.
Pone un plato con un poco de todo frente a mí.
—Haces mal, el desayuno es importante. Yo suelo desayunar cereal y fruta, me mantiene ligera y no porque el tocino o los huevos no me gusten, sino porque debo cuidar el colesterol y es aburrido cocinar para una sola persona. He extrañado a tu tía este último tiempo.
Sonrío, no sé qué decir sobre eso. Nunca sé que decir cuando las personas se ponen sentimentales. No se me da bien consolar a alguien o dar palabras de aliento. Mi madre dice que suelo ser un poco fría para decir las cosas y es por eso que prefiero mantenerme callada antes de decir algo incorrecto.
—¿Sabes algo de mi auto? Necesito ir al pueblo para hablar con el abogado.
—Joe llamó esta mañana, dijo que además de tener la llanta pinchada tienes que hacerle un cambio de aceite y ponerle una correa nueva. No te preocupes, he llamado a Eric y pasará por ti de camino al pueblo.
—Oh no, no es necesario, no tiene que molestarse.
—No es molestia. Él debe ir por temas de su empresa y le queda de paso. No te preocupes, es un buen hombre.
—Podría llamar un taxi.
—Es difícil encontrar uno.
Asiento con una sonrisa.
No quiero pensar en el guapo Eric y en como mis hormonas se alborotaron en su presencia. Las relaciones no son para mí. Creo que son distracciones innecesarias. Después del divorcio de mis padres y de presenciar varios divorcios en el bufete, comprendí que nada dura para siempre. Además, tiene novia o esposa o eso dio a entender anoche cuando mencionó a una tal Molly, por lo que eso lo hace intocable.
Marge me da indicaciones para llegar a la oficina del abogado y luego al taller de Joe, aunque aclara que el pueblo es chico y todo está cerca. También me comenta que no puedo perderme y que si no llego para el almuerzo vaya a comer a Sally’s porque tiene la mejor comida del pueblo.
Mi celular suena en ese momento, distingo el número del bufete, por lo que me disculpo con Marge y respondo la llamada afuera.
Dije que no atendería a nadie del bufete después de que Jefferson alardeara con Hanson que podía manejar todo perfectamente, pero tampoco me siento segura de dejar todo en sus manos y que arruine alguno de mis casos.