Reflejo del corazón

Capítulo 9

 Anelli

Me cercioro que la máquina de café esté bien asegurada en la bolsa que no parece de buena calidad y cruzo la calle.

Marge hace un gran café, nada más que la máquina que utiliza está algo vieja y tarda mucho en calentar y no puedo venir al pueblo varias veces al día a buscar café porque no solo lo necesito para el desayuno.

Estoy segura de que a Marge no le importará cambiar la máquina de café. Ella es una mujer con quien puedo hablar y de mente abierta. Está dispuesta a escuchar y a adaptarse a los cambios. Se ha mostrado muy feliz con la idea de la casa de huéspedes, la cual se llevará a cabo luego de obtener el presupuesto de los arreglos.

Eric envió el presupuesto de todos los arreglos y algunas mejoras que hay que realizar y es un buen precio. Hablé con mi amiga Samantha para conocer su opinión profesional con respecto si es buena idea abrir la casa de huéspedes y se ha mostrado positiva al respecto. Si no funciona, siempre se puede vender.

Marge me ha hablado mucho de Katherine y por esa razón estoy segura de que me habría caído bien. Es una pena que se peleara con mi abuelo y que perdiera contacto con el resto de la familia. Me hubiera gustado conocerla.

Sigo sin comprender porque me dejó a mí la casa y no a Marge. El abogado supone que es porque ella no podría ocuparse de la casa sola y no tiene los recursos para mantenerla. La cuestión es que no me conocía, ¿cómo sabía que no vendería sin importar nada más? Supongo que no estaba segura y por eso dejó la cláusula que un porcentaje de la venta iría a Marge.

El abogado dijo que no se contactó conmigo antes para no entrometerse en mi vida y generar conflictos familiares. Supongo que no estaba al tanto de que mi abuelo murió muy joven.

Ya no importa lo que pasó, no se puede cambiar. He aprobado el presupuesto y mañana mismo comenzaran a trabajar. Les tomará diez días, aproximadamente, hacer todo lo que tienen que hacer, que no es mucho. Mientras tanto Sam se está ocupando de armar un sitio web y diseñar la campaña de marketing para la futura casa de huéspedes. No sé si es pronto para eso. Sin embargo, odio perder el tiempo y debo regresar a Nueva York luego de las dos semanas que pedí de licencia. Ventajas de no haber tomado vacaciones en los últimos tres años.  

Doblo a la derecha y me detengo al chocar con alguien. Es la pequeña de la cafetería que me cayó muy bien.

—Anelli, hola.

Le brindo una sonrisa sincera.

—Hola, Molly.

Mira mi bolsa.

—¿Estás de compras?

—Sí, ¿y tú? –miro a los costados y detrás de ella buscando a la tía o a algún adulto—. ¿Estás sola?

Ella ríe y niega con la cabeza. La puerta de al lado se abre y me sorprendo al encontrarme con Eric cargando una enorme bolsa de papel.

Genial, tan bien que iba mi día. Ayer se fue luego de observar la casa y tomar medidas, hoy me envió el presupuesto por mail y lo aprobé. No hemos vuelto a hablar. Y tenía la esperanza de no cruzármelo.

Me sigue atrayendo y pareciendo guapo. Lástima que su personalidad no sea tan buena como su cuerpo.

Eric me mira brevemente, pues baja la mirada y la pone sobre la niña.

—Molly, no puedes salir de la tienda sola. Ya lo hemos hablado muchas veces.

—Perdón, papá, es que he visto a Anelli y salí a saludarla.

Eric vuelve a mirarme y yo me quedo muda. ¿Eric es el padre de Molly? ¿Tiene una hija?

—¿Ya se conocían?

—Sí, ayer. —responde Molly—. Fui con la tía Johana a la cafetería y me acerqué a Anelli—expresa la pequeña—. Me gustaron sus zapatos—agarra la mano de Eric—. Los de hoy son lindos.

Miro mis zapatos de color amarillo. Me gustan los zapatos de tacón y tengo de muchos colores.

—Gracias. Tengo muchos de diferentes colores. —respondo sin saber que más decir y que excusa utilizar para huir.

La niña me agrada, el padre no.

Sus ojos se abren. Aun así, no puedo ser grosera con Eric frente a su hija. No sé si es un buen padre o no, pero no me parece correcto.

—Me gustaría verlos.  

—Le fascinan los zapatos. —comenta Eric.

—Me imagino que te gusta usar los zapatos de tu mamá. Yo usaba los de la mía.

—No recuerdo a mi mamá. Se fue cuando era bebé.

Bajo la mirada recordando que la camarera mencionó que la mujer había abandonado a Eric. Nunca imaginé que también a su hija.

Le brindo una sonrisa a la pequeña esperando no haber metido la pata con ese comentario.

—No traje muchos zapatos aquí porque no pensaba quedarme mucho tiempo, pero si algún día me visitas en Nueva York te mostraré todo mi armario de zapatos.

—Eso sería genial. Gracias.

Alzo la mirada y borro la sonrisa al encontrarme con la mirada de Eric. Es un hombre guapo y que sea padre soltero lo hace más guapo. Lástima que dejó ver su capacidad para juzgar a gran velocidad y mostró su lado impulsivo. No me gusta ninguna de esas cualidades.



#556 en Otros
#185 en Humor
#1451 en Novela romántica
#491 en Chick lit

En el texto hay: mujer independiente, drama, padre soltero

Editado: 01.09.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.