Reflejo Invisible

Capítulo 1: Lago de la revelación

Capítulo 1: Lago de la revelación

 Mi llegada a este lejano país no pasó desapercibida por los demás ocupantes del departamento, bueno, para ser sincero no podía culparlos. Esta pequeña ciudad la tenía difícil por su ubicación tan lejana y rodeada de una vegetación selvática, debido a ello no recibían visitantes muy a menudo, mucho menos extranjeros con mis vestimentas.

 —¿Solamente viajas con esa maleta? —Me preguntó la casera, una señora de aproximadamente 45 años de edad, lucía muy cansada, sus cabellos negros ya presentaban innumerables canas por todos lados y sus ojos deseaban por todos los medios irse a dormir.

 —Sí, no me gusta cargar mucho, gracias por aceptarme en este departamento.

 —No te preocupes, siempre es interesante recibir a extranjeros, más en este pequeño pueblo tan aburrido.

 —No diga eso, señora, he estado en muchos lugares y no en todos lados se respira un ambiente tan tranquilo. De todos modos me vuelvo a presentar, yo me llamo Roy Alvarado, es un placer. —Luego de hacer una educada reverencia, la casera sonrió y también inclinó su cabeza como señal de cortesía.

 —Disfruta tu estadía, me tengo que ir a lavar los pisos de abajo, cualquier duda que tengas puedes llamarme. —Tras decir eso, la señora abandonó la habitación del cuarto, dejándome solo en este pequeño espacio.

 No era un lugar muy lujoso, el piso de madera rechinaba un poco al pisarlo, contaba también con una cama individual cubierta de sábanas blancas y una pequeña almohada del mismo color. Delante de mí también había un espejo grande, al acercarme a él vi mi reflejo a la perfección.

 Mis cabellos negros estaban despeinados como siempre, la verdad nunca fui fanático de los peinados europeos, aún si eran de mi tierra natal. A diferencia de los habitantes de este pueblo mi piel era blanca y mis ojos azules, por esa razón algunas personas me veían con asombro, pues nunca habían visto a un europeo.

 Tampoco es que fuese la gran cosa.

 —Supongo que esta habitación es suficiente para vivir.

 Este país era relativamente nuevo, antes solía llamarse Nueva España, pero hubo una guerra de independencia y por ende, se cambiaron el nombre a México. En fin, no me interesaba la política, pensar en ello solo me traería dolor de cabeza.

 Decidí sacar mis libretas de apuntes, tras desempolvarlas luego de un aburrido viaje las fui actualizando con mis últimas vivencias de estos días.

 23 de marzo del año 1823…

 “Llegué a este extraño país en búsqueda de conocimiento para mi investigación mágica, escuché rumores de una ciudad oculta bajo un hechizo especial que impide a las personas normales encontrarla. No sabía si la historia era solo un cuento de hadas o algo más, pero nada perdía con ir a revisar, aparentemente, la ciudad se encontraba oculta entre la selva. No obstante, cerca de ahí existía un pueblo llamado Santa María.”

 Luego de anotar mis vivencias más recientes decidí salir a dar un paseo por las calles aledañas, para ser sincero me sorprendí con lo distintas que eran las personas de este lugar a los del monasterio Chino en donde estuve entrenando hace tiempo, tampoco se parecían mucho a los españoles de mi tierra natal, Galicia. Los humanos éramos tan distintos y a la vez parecidos, teníamos diferentes religiones, pensamientos e ideas, no había nadie igual a otro en ninguna parte del mundo. Pero al final, la palabra “humanidad” nos abarcaba a todos.

 La gente de este sitio se dedicaba más que nada a la agricultura, por ende, sus vestimentas estaban desgastadas, muchos de ellos ni siquiera usaban zapatos o ropa fina como la mía. Sus manos estaban repletas de heridas y ampollas causadas por trabajar de sol a sol diariamente, sin una pizca de descanso. En cambio, mi atuendo consistía de una gabardina negra muy elegante, pantalón de vestir del mismo color y botas cafés, básicamente la vestimenta estándar de cualquier barón europeo.

 —Creo que el raro soy yo. —Las calles de Santa María tampoco eran la gran cosa, no había pavimento como tal, sino un montón de rocas aplanadas que servían como carretera improvisada para las carretas. Ninguna casa, salvo la del gobernador, estaba hecha de piedra, en su lugar, las viviendas eran de madera o incluso adobe, materiales que no resistían muy bien la humedad o los temblores.

 Mi pequeño paseo no duró mucho, pues el sol ya se estaba poniendo y la verdad, no tenía ganas de vagar por la noche en este sitio tan caluroso.



#44268 en Novela romántica
#21216 en Fantasía

En el texto hay: vampiros, romance, magia

Editado: 03.04.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.