Reflejos del Alma

Salvaje

Me llaman Salvaje, cuando no mido mis palabras, que son como hirientes cuchillos que atraviesan las falsedades ajenas. Salvaje, porque soy sincera, mi verdad por encima del mundo y el resto, solo es parte del montón de palabras vacías que se lleva el viento. Salvaje,  porque no permito opiniones hipócritas, llenas de veneno, matando todo a su paso. Salvaje, me llaman, y si, en cierto sentido lo admito, prefiero ser una salvaje a ser alguien que finge ser perfecto, que juzga los temores ajenos. Salvajemente nací, viviré y moriré, pero siempre siendo fiel a mis recuerdos. Con esos vivo, permanezco y observo, paso desapercibida y entonces los espero, en el momento adecuado, el tiempo repara los daños y alimenta el fuego, donde renace el Fénix desde las llamas de lo eterno. Salvaje, por siempre, salvaje, de mente, corazón y cuerpo. Salvaje, en la vida y salvaje en lo incierto.




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