Declárate culpable, eres mi enemigo
canta en el silencio de tu jaula
y ríe por la desdicha que creaste.
Eres un ídolo en ruinas, eres un farsante,
transacción fraudulenta, impostor.
Tus lágrimas no me conmueven
y tu supuesta alegría, no es más que
un sentido dolor agrio.
Un dolor puntiagudo que clavas en el pecho
y coses con hilos las palpitaciones
de un ser golpeado por la vida,
sin experiencia.
La ira de un pueblo grita ¡Basta ya!
pero ese mismo pueblo es quien busca
y acepta nuevamente tu crueldad.
Maldito seas por dañarme y hacerme sentir
el castigo fogoso del rechazo.
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