Vivir olvidado en las ruinas de una noche fría
acaramelado por las luces de la cuidad,
camino por montes fétidos
aprendiendo la verdad,
yo solo me rijo por mi ley.
Deambulo sin rumbo por calles infinitas,
las aceras son mi hotel
y las cunetas mi cama.
Nómada en un mundo salvaje, sin protección
y con hambre de plasma y sangre.
El dolor oscuro es mi alimento
en el almuerzo gris del desprecio.
El viento juega contra el deseo
y abandonó nuestras fantasías,
cuando el caballo verde de la muerte bíblica
relincha sobre mi rostro,
respirando su sangre de peste y hastío.
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