Reflet

0.5

 

Distraído a veces era, porque consumía sin que lo supiera.

Llegando tras veinte kilómetros por hora, mientras Lila despertaba y cantaba a todo pulmón Paint it, Black de Rolling Stones, me preparé mentalmente para estar en el mismo espacio que mi hermano que, preparado, no dudó en hacer de policía bueno y policía malo.

Y yo tenía que cargar a una Lila medio dormida.

En cuanto abrí la puerta, ahí estaba. Gracias al cielo no estaba desnudo con alguna chica.

— ¿Se puede saber dónde andabas, pitufa? ¿Sabes la hora que es? ¡Hay asesinos afuera! Aunque conociéndote..., con lo que lees, sabrías cómo atacar—Me pegó en la cabeza Kayne.

—Estaba negociando con proxenetas.

— ¡No te vendas hermanita!—gritó dramáticamente.

Pasó a mi lado dándome un beso en la frente y siguió su camino para atacar la comida. Con aquel comportamiento tan extraño que, como muchos en la ciudad, estaban teniendo desde que salí del hospital.

—Oh, no te preocupes, era para venderte a ti, necesito dinero –solté, entrando a la cocina.

—Necesitamos—corrigió Lila, frotándose el rostro.

— ¡Qué escoria!

Mordiendo mi labio, buscando las palabras concretas para preguntarle, jugué con una servilleta, reposando mi cuerpo en la isla de mármol que descansaba a un extremo de la cocina.

—Kayne, tu eres...

—Encantador, atractivo, deseable—interrumpió, sonriente—, inteligente, interesante...

—Ya cállate—Le tiré una uva—. Iba a decir: sociable.

—Y calienta bragas—agregó Lila, medio dormida, sirviéndose café. Se encogió de hombros en cuanto le di una mirada de: ¿Qué rayos? –. Sacó un 9 en Biología. Algo tuvo que hacer con la señora Dickens, de eso estoy segura.

—Solo me pidió una de mis camisas...

— ¿Y tú le pediste sus bragas de anciana? –ambos rieron y se tiraron algunas servilletas y uvas secas.

— ¡Cierren la boca, joder!—exclamé llamando su atención—. Quería preguntarte si sabías algo sobre un tal..., Aník.

Lila alzó las cejas, buscando entender mi interés. En tanto, Kayne fue el único que vio de mala manera mi cuestionamiento, apretando su vaso y frunciendo el ceño.

Sus ojos cafés se fijaron en los míos y ladeó la cabeza, dejando que la cadena en su cuello quedase a la vista.

— ¿Aník? ¿Por qué preguntas sobre él?

"En qué mierda me había metido" golpeé mi frente, mentalmente.

Era una mala idea. Una jodida y estúpida idea.

“¿Cómo carajos se me había ocurrido preguntarle sobre un chico a mi hermano?” Siempre había sido protector, lo amaba por ello, pese a que nuestra relación dentro de la escuela no era tan notoria, no después del accidente. Pero cuando él buscaba mostrarse como el macho alfa, era solo el idiota que apenas había dejado de ser virgen. Sin duda el preguntar eso, le dio ideas erróneas.

Pero necesitaba la información.

Empecé a jugar con mis dedos, porque algo me decía que de ahí, no salía viva. Le sonreí de manera nerviosa, sacando mi lado tierno para utilizarlo, manipularlo. ¡Vamos! ¡Podía sacar un lado cute!

— ¿Qué se supone que intentas hacer con esa cara? ¿Ser un espantapájaros?

A la mierda lo cute. Yo no lo era. Necesitaba otro plan.

—Eila, estás preguntando por Aník, un chico nuevo…— achicó sus ojos castaños—. ¿Por qué?—Kayne posó sus manos en su mentón, pensativo.

Pero solo me lo imaginé como uno de esos filósofos mientras estaban en el baño.

¡De ahí salieron muchas ideologías! ¡Niéguenmelo!

Él siguió observándome, con ese par de chocolates, que solo me daban hambre. Suspiré intentando dar una respuesta lógica y que fuera lo suficientemente convincente como para que me proporcionaran la información necesaria, pero no sabía qué decir.

Volvió a cruzar las piernas, como si esperara una respuesta, con su cara de seriedad que no le iba para nada, pero aun así la mantuvo mientras Lila iba de hito a hito, entre nuestras miradas, tomando lentamente su café.

— ¿No puedo preguntar sobre un chico?—refuté, intentando ser persuasiva. Aunque siempre he dudado que eso exista en mí. Lo tuve claro en cuanto la maestra no creía mis mentiras por no haber llevado la tarea.

Pero necesitaba saber, mi hermano era la persona indicada; él sabía todo de todos, quién era quién y por qué estaban ahí. Era la persona más sociable que podía haber en toda la escuela, saludaba a todos con carisma y, aunque muchos maestros no lo soportaban, se ganaba una que otra sonrisa.

— ¿Te gusta, acaso?—respondió con otra pregunta, entrecerrando más los ojos.

—Apenas lo conozco. Aník no es de mi interés.

"Es extraño. Solo quiero saber qué tiene que ver él con un cuerpo. Su actitud no me convence" me dije a mí misma.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.