Reflet

0.16

Cadáver

¿Vivo, muerto? Qué importa, solo queremos que hable. ¿Que hable? ¡Sí! ¡Que hable!

 

La muerte llega cuando menos se espera. Posiblemente algunos mueran sin dolor, sin señal alguna de sufrimiento, mientras que ese puesto, esas emociones llenas de amargura las toma otra persona al ver cómo ha muerto ese alguien especial. Y una parte de mí, aunque estuviese superado ese día y lo viviera como otro, la cicatriz seguía ahí, recordando.

Y mucho más, después de lo que había oído esa noche.

No llegué a entender el poder que tenía una emoción como esa, hasta que salí del lugar de los espejos y corrí hacia el auto con Lila, para descubrir más, para estar segura de que realmente lo que había dicho Avén era real. Muchos dirían, no, esto no es un juego, ¿la verdad?  Era un jodido juego que en realidad estaba jugando desde un principio. Desde que lo vi por primera vez ya había dado las apuestas, ya me habían dado las fichas y justo en ese momento, estaba recuperando las grandes pérdidas.  

De camino a nuestro destino, no solo nos detuvimos cinco minutos a pedir comida rápida, no, también me encargué de darle con lujos y detalles la información, o lo poco que me había dicho Avén. Eso no era claro, de hecho, lo único claro que se había entendido de toda la mierda que había dicho, era que él sabía quién era el responsable de la muerte de mi padre y hermana, que éstos habían muerto de una manera en específica: Consumidos. Y que, eran seres diferentes—los cuales cabe decir, seguíamos sin saber qué eran o qué hacían—.

—Siento que buscar en los libros en un momento como estos no es de ayuda—comentó con la mirada fija en la carretera—. ¡Joder! Es que es algo que parece no existir—Lo dijo como si apenas hubiese tenido ese descubrimiento—. Que te haya dicho el nombre, lo que son… no nos dio una concreta respuesta porque en ninguna enciclopedia explica qué es un reflejo, como ser.

Y sí que era cierto. No era fácil dar con las respuestas, no cuando ellos no dejaban cabos sueltos. No había nada que nos dijese con certeza sobre morir consumido por un reflejo o qué eran.

—Dijiste que no había ni un solo rastro de algún artículo o columna que estuviese vinculado con las muertes, ¿no? –busqué que recordara algo, que con mis palabras intentara procesar todo y que el bombillo se le encendiera.

¿El resultado? Casi nada.

—Eila, no parece fácil. Algunos detectives, hace unos meses vinieron, realmente no supe el por qué. El periodista del canal tampoco, no le permitieron hacer preguntas, solo supieron que se acostó con una chica menor de edad, pero nada del otro mundo. Hablé con los que pude, pero me cerraban la puerta en la nariz, o simplemente me decían que no sabían, solo que esos sucesos eran normales—soltó con algo de desilusión en el tono de su voz.

Sin duda ella había intentado encontrar algo, pero no hubo respuestas. Y era obvio, en ese momento no teníamos mucha información, ni siquiera sabíamos qué era lo extraño, solo los uníamos con las muertes.

La realidad era que nosotras fuimos demasiado ingenuas. La respuesta siempre estuvo ahí pero fuimos lo suficientemente ciegas, que no nos dimos cuenta de que todo siempre estuvo frente a nosotras.

Idiotas. Ilusas. Ciegas, y no por la miopía.

Al llegar al lugar nos dimos algunas indicaciones, no podíamos llegar a la ligera.

¿Por qué no lo planeamos antes? ¡Amábamos improvisar! Además, la curiosidad nos invadió, la noche era joven y ahí estaba la oportunidad. Poder meter la pata de nuevo era toda una genialidad.

Lila y yo nos encargamos de gatear por el piso del lugar en cuanto entramos, esperando, obviamente, no ser vistas por los que estaban de guardia.

Me apresuré a gatear de manera rápida hasta el ascensor junto a Lila. Sabíamos qué hacer y hacia dónde ir, solo necesitábamos no ser vistas en el intento. Y así fue. Solo que nuestras rodillas terminaron rojas como sí hubiésemos estado haciéndole un favor a alguien.

En cuanto llegamos al piso que queríamos, Lila decidió seguir con un plan inesperado pero acertado. Necesitábamos uniformes. Sí no queríamos que nos preguntaran por qué estábamos ahí, necesitábamos de alguna manera usar camuflaje del lugar donde nos encontrábamos: Un hospital.

Pasamos por dos habitaciones de descanso, a la primera hallamos todo vacío, pero a la segunda logramos ver a una pareja durmiendo, desnudos en una cama. Así que, sin dudarlo, tomamos los dos uniformes, uno era de un azul celeste, y el otro más oscuro. Nos vestimos con rapidez, sin hacer ruido para evitar despertar a la parejita. Lila pidió disculpas en voz baja sonando arrepentida mientras yo la jalé conmigo.

Al salir, vimos una camilla vacía por lo que, con ideas brotando en el aire, nos dimos una mirada y lo decidimos. Ella se subió a ella y la cubrí de pies a cabeza, esperando que no se notara. Me puse un tapabocas y empujé la camilla, luciendo normal entre los demás que nos rodearon y no nos prestaron atención alguna.

Maniobré la camilla pero, para mi pesar, yo no sabía manejar ni un auto, ni una camilla.

— ¡Esto no es un carrito chocón, Eila!—chilló bajo la mesa.

—Shh, se supone que estás muerta—mascullé, sonriéndole a una de las enfermeras que, después de verme pasar, siguió con lo suyo.




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