Reflet

0.30

Con un solo paso, entrarás, al mundo de tinieblas que siempre, esperando está.

Lo primero que hice después de escuchar eso, fue levantarme.

No entendí y al tiempo lo hice. Sentí cómo mis manos empezaron a sudar y el calor emanando de mi cuerpo me dio a entender que estaba sufriendo un ataque de pánico que, de alguna manera, se había multiplicado el doble.

Pensar que mi hermano había sido parte de eso… recordé inevitablemente a los guardaespaldas de Aník, los gemelos, consumiendo hasta terminar con sus vidas y Kayne… él había hecho parte de eso. ¿Desde hacía cuánto? ¿Había vendido su alma? ¿Para qué?

 Negando, perdí el equilibrio. Me sostuve con fuerza de una de las sillas del avión y cubrí mi rostro, sintiendo la presión en todas partes, con la abrazadora sensación del fuego corriendo por mis venas.  El dolor se esparció desde mi estómago hasta el pecho, estrujándose, un peso expandiéndose y, el oxígeno inexistente para mí en ese instante. El control… debía encontrar el control dentro de mí, sin la ayuda de Aník, sin que consumiera.

Sentí el avión más pequeño, encerrándome, y el zumbido de mis oídos cada vez más fuerte al punto que caí al suelo, abrazándome a mí misma.

“Que pare… quiero que pare…”

Mi hermano empezó a gritar como un loco, no hacía más que pedir auxilio y decir:

— ¡Que la perdemos, se nos va, se nos va, alguien, paramédicos! ¡Llamen a un doctor!

Alcé el rostro, quizá en esos segundos intentando que se callara, pero lo que vi fue que Shenie intentaba levantar a su hermano, a Aník. Lila estaba mi lado, haciendo lo mismo mientras, Diuk, inteligentemente tomaba algunas cosas de un botiquín y una maleta.

Esa unión, lo que había entre ambos… era lo suficientemente fuerte como para que él reaccionara de ese modo, para que yo no pudiese encontrar mi calma.

La cabeza me dio vueltas y pronto nos envolvimos entre las tinieblas blancas, las cuales, bajaron la temperatura dentro del avión. Como destellos del sol, se abrieron paso entre la neblina que me rodeó, abrazándome, como una manta cálida. Toda dificultad respiratoria y perdida de mi autocontrol, lo sintió Aník desde la lejanía.

Porque estábamos unidos.

De alguna manera y extrañamente, lo estábamos.

—Es mi culpa. Hermanita, por favor, responde, por favor, no puedo perder a alguien más—susurró mi hermano moviendo las tinieblas a su alrededor, sosteniendo mi cuello empapado de sudor.

Unos destellos y la frescura de las frutas tropicales se deslizaron por mi cuerpo.

Tomé varias bocanadas de aire y pronto, la agitación fue cesando, mis pulmones empezaron a recibir el aire suficiente y mis costillas se expandieron recibiendo el oxígeno que necesitaba. Mi manos, no obstante, siguieron temblando; estaba pálida, mis labios levemente mordidos y ensangrentados, supuse que me había mordido inconscientemente por el dolor que, poco a poco, fue desapareciendo. 

Aún en el suelo, intenté levantarme, cosa que me fue imposible. Terminé sentada, con Lila a mi lado dándome agua y secándome con una pequeña toalla mientras que Kayne agitó una revista para mí, o más bien para él. No sabía en qué condiciones estaba él, pero se le veía pálido, asustado y quizá, un poco afligido.

—Él no suele consumir eso, no debería…

Las palabras de Diuk me confundieron y, a pesar de que seguía desorientada y con un leve dolor aún en mí, había entendido sus palabras, el problema era que, no sabía a qué se había referido o a quién realmente. ¿Consumir? ¿Consumir qué? Y, ¿Por qué rayos Aník seguía en el suelo sí yo ya me había levantado?

Supuse que él había consumido de mí, que, había sentido las mismas sensaciones y  por esa razón, había terminado como yo.

Pero él siguió en el suelo, y aunque no había gritado, era un ovillo, estrujándose a sí mismo, con el cabello revuelto y la cara pálida que al tiempo, sus ojos al abrirse de repente, se vieron como hielo puro. La antártica incrustada en sus ojos.

— ¿Qué… qué le sucede?

Tragué duro, sintiendo mi garganta seca, adolorida.

Diuk no me miró si quiera, solo levantó a su hermano que cabeceando, abría y cerraba los ojos, con la palidez de un muerto y la frente sudorosa como si hubiese corrido una maratón, traspasando de igual modo su camisa, dejando que, su cabello largo oscuro, se pegase a su frente. Y a pesar de eso, aunque parecía estar al borde de la muerte, se veía bien. El muy jodido seguía deslumbrando mientras, lenta y dolorosamente, inhalaba y exhalaba.

—Tú…tú eres lo que sucede. Aník siente todo lo que tú sientes, y ya que es el doble…—Se frotó el rostro, dejándome sin aliento—. Su poder ha ido surgiendo, después de encontrarte. En nuestra familia corren poderes oscuros, pocos heredan esas habilidades o las dejan fluir. Sus venas…, ahí hay un poder ancestral que solo puede salir cuando hay verdaderos sentimientos. Tú los tienes. —La respuesta de Shenie me desconcertó porque, aunque no expresaba nada en su rostro, sus palabras me habían agitado y preocupado de nuevo—. Y por favor, deja de sentir cosas negativas, por lo menos unos minutos, todo se multiplica.

Ella se giró de nuevo hacia sus hermanos y, levantando a Aník junto a Diuk, lo llevaron a uno de los sofás largos de cuero claro. Dejando su cabeza sobre una almohada y pasando sobre su frente y labios una especie de líquido azul que, hasta el momento, no había visto.




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