Reflet

0.38

Y ahora es tan claro como ésta promesa que estamos haciendo. Dos reflejos en uno.

Porque es como si fueras mi espejo. Mi espejo mirándome.

La luz me cegó en cuanto entré. El vapor se fue esfumando y logré darme cuenta de que lo que había dicho mi hermano era cierto. La habitación de Aník era inmensa y el baño no era la excepción. Así que busqué disfrutar del espacio, dejándome llevar por los aromas frutales y sales que reposaban alrededor de la tina de cristal a una esquina, rodeada por demás muebles casi como sombras entre el anochecer. Dentro, podía ver fijamente el blancor que había besado a las montañas, los colores bañaban y bailaban entre los árboles mientras observé a lo lejos mi propio reflejo. El gran espejo solo fue una muestra de cuánto había cambiado en esos meses y cómo mis sentimientos fueron parte de ese proceso, junto a Aník.

Mi reflejo… Me di cuenta de lo familiarizada que estaba con la palabra, al igual que con los espejos que rodeaban toda la pared de mármol blanco, con el lavamanos brillando.

Era ver más allá de todo. Era ver más que la representación de lo que era.

Y yo…, yo ya no era la misma. Lo desconocido en mi interior pareció captar esas palabras y rugió como un león, apena levantándose. Aquellos sucesos inexplicables me habían rodeado antes de que pudiera descubrir qué eran y, quien despertó mi realidad, fue el reflejo de ojos grisáceos que minutos antes dio indicios de querer acercarse.

Su propia naturaleza me llamaba.

Para cuando el agua caliente se deslizó por mi piel y logré relajarme lo suficiente, pensé que en quién estaba a las afueras de la habitación. Sabía que quedaba mucho por enfrentar. Y si bien ahora comprendía que el hecho de que los miroir no habían escapado por mi culpa, sino por un antiguo trató, mi interés seguía siendo el mismo: impedir que dejaran el caos por el mundo, evitar que más personas inocentes murieran.

Volví a ver mi reflejo en el espejo, cepillando mi cabello mojando, sosteniendo la toalla que rodeaba mi cuerpo. Se forjó una especie de seguridad desconocida en mí y me agradó la sensación para, luego, aterrarme del mismo modo. Era impresionante cómo cada emoción vibraba en mi interior con fuerza y así mismo dejaba que un brillo en mis ojos se apoderara de cada movimiento que estaba por realizar.

Y Aník… en la habitación, quizá era consciente de ello, porque desde el primer momento me ayudó a vivir. “Quiero que vivas” y eso estaba haciendo. No me hundí en la perdición, no en la depresión o tristeza. Cada aventura me hizo sentir viva, gracias a él. Mi corazón latía por él, en un incesante baile dentro de mi pecho, aclarándome que el amor rugía por aquel reflejo que seguramente permanecía afuera. Fuese lo que fuese, estábamos conectados y no había un modo de negarlo, no después de tanto tiempo. El viaje… su cercanía, había hecho que aquel vinculo, nuestra conexión, se hiciese más fuerte.

Todo ese camino y lo que estaba por llegar, era apenas un inicio que me daba a entender lo mucho que amaría a ese ser sobrenatural, que extraño en un inicio, me dio un nuevo aliento de vida.

En segundos y sin que lo previniera, un beso frío recorrió mi espalda. Los nervios empezaron a carcomerme, sin saber qué carajos hacer. Porque así me dejaba Aník. Siempre buscando más, sin saber qué era, sin saber qué podía pasarme.

Abrí la puerta, sintiendo mi corazón a mil, sosteniendo con fuerza la toalla. Estaba inquieta, quizá por lo que iba a hacer, dejando que los sentimientos salieran de la barreara con fuerza.

Mi vida cambió con su llegada, mucho antes de que lo conociera. Pero, en ese instante, las cosas eran diferentes, sentía más por Aník, vivía gracias a él, lo había besado y me había venido, por él, por sus manos y corazón de piedra.

De algún extraño modo, no dudé. Porque todo sentimiento que surgía por él, era profundo, único, inimaginable y, al tiempo vehemente. Con la caricia de sus manos impregnada en mi memoria, sus labios y aquello que podía hacerme sentir…

Sin esperar demasiado, me acerqué.

Sujeté la toalla con fuerza mientras él, con solo unos bóxer negros, permaneció en la orilla de la cama, con las manos ocultando su rostro, desorganizando su, aún húmedo cabello. El anochecer era parte de él en ese instante en el que las estrellas permanecieron ocultas en sus ojos. Caminé entonces lo suficiente—sin saber qué estaba haciendo, no realmente—hasta llegar frente a él y, con su mirada fija en sus pies, escuché su voz como una caricia, un susurro en la oscuridad:

—Ahora es cuando repito que permanecí alejado de ti, que me controlé—comentó de repente, sin alzar la mirada—, porque no quería que aquel poder, saliera, no en ese instante. Y aun así, estás frente a mí con una jodida toalla.

Obvié sus palabras con una tímida sonrisa.

—Dijiste que tú padre te protegió, Aník. No entraste a los Espejos.

—Las cosas que he consumido a lo largo de estos siglos, me hubiesen dado varios golpes—admitió, pasando una mano por su cabello, como si hubiera recapacitado en cada humano que había consumido en su inmortalidad—. Pero…, enfrentarme a aquello que consumí de ti…

—Te habría destrozado.

Lo entendí enseguida. Fueran quien fuera a quien había consumido, no lograría haber pasado los Espejos, no habiéndome consumido a mí. Mis sentimientos y emociones lo habrían matado en segundos.




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