Reflet

EPÍLOGO

La noche cayó sin aviso y el frío se convirtió en el recuerdo lejano de los sucesos de un mundo que, mucho antes, yo desconocía. Pero que, se había vuelto mi nueva forma de vivir, mi vida. Exhalé profundamente cuando sentí el aroma boscoso entrar por mis fosas nasales desde aquel balcón en Rusia, donde era el nuevo inicio de lo desconocido, del misterio del mañana, del cual ya no temía.

—Hay calma, finalmente se puede sentir—comentó Lila a mi lado. Aún tenía los ojos rojos por la perdida. Aquella tristeza pesaba en sus hombros y no dudé de que tuviera el mismo aspecto.

Pasamos unos segundos, hombro a hombro, perdidas entre los pensamientos que sucumbían nuestras mentes, hasta que ella volvió a hablar:

—Este es tú mundo, Eila, estás unida a ellos.

Notando el dolor en sus palabras, me giré hacia ella. La brisa removió su cabello y unos mechones cayeron sobre sus pecas.

—Sé cuánto te duele lo de Shenie—empecé a sollozar, perdiéndome entre el dolor y la vivida imagen de la muerte que, ella, sonriendo, calmó—. Aún no puedo asimilarlo es… es…

—Shenie dio su vida por Aník, con quien creció y convivió—La sonrisa se ensanchó en su rostro, sin remordimiento pero con el dolor presente. El susurro de su voz era tan calmo que sentí que algo dentro de ella también habría deseado esa paz—. Supongo que era el destino, era él o ella. Supe que él debía sostener el cofre, no tú ni ella, pero supo lo que ustedes dos tenían…—todos lo supimos—, lo que sentían y, ella por el hecho de salvarles, sintió, y al sentir, murió.

Aquel poder… aquella vibra antigua que antes había despertado, volvió a enrollarse en mi interior, dormitando mientras observaba el cielo despejado.

—Parece que hablaste bastante con Idina—interrumpió Kayne, devastado. El agotamiento en su rostro me hizo abrazarlo. Entendía que el peso en su corazón no se iría, y tampoco olvidaríamos.

—Me gusta, además, su sabiduría me fortalece—admitió, quitándose un mechón de cabello de la cara. Se le veía hermosa aún en ese vestido, con las mejillas sonrosadas junto a las pecas de su rostro. Con una sonrisa, se giró hacia nosotros—. Siento que debo hablar con ella, me será de ayuda saber más, tiene mucho conocimiento del mundo… Luego iré a casa—Me sujeté del brazo de mi hermano. Casa. El lugar que ella añoraba, ya no era mi hogar—.Eila… No puedo alejarte de quien amas. Mucho menos de lo que eres.

»Eres y serás mi mejor amiga, puedes y podrás contar conmigo, siempre, cuando sea—dijo, con una felicidad extraña entre lágrimas que ocultaban palabras y sentimientos que me arrastraron junto a ella—. Pero… no podré entrar a este mundo como ustedes. Supe lo que hiciste, la muerte pudo arrebatarte la vida y aun así, ese poder, esa cosa extraña en ti salió. Ellos son los únicos que podrán ayudarte, saber qué es y…cuidarte.

Todo lo que había sucedido, seguía en mi mente. El dolor en cada una de mis extremidades era el recuerdo de lo sucedido. Tras el descanso, solo había podido relajar mis músculos, sin embargo, aquello dentro de mí, a pesar de estar aparentemente dormido, sabía que de algún modo, seguía ahí. Y saldría. El poder del que habían hablado antes, aquello que al tiempo, me unía con Aník. Lo que me hacía única, lo que me conectaba con los reflejos.

—Lila yo…—Me quebré entre Kayne y ella—. Lo siento. De verdad siento lo que has pasado conmigo, por mí.

Ella se negó enseguida, mostrándose más confiada de sí misma. El destello en sus ojos me hizo sonreír por lo bajo, porque los reflejos, lo que habíamos vivido, nos cambió.  

Esbozó una sonrisa para nosotros.

—No, no hay nada que lamentar—pasó sus pulgares sobre mi mano—. Fue una gran experiencia, me ayudaste a hallarme a mí misma, a enfrentarme y madurar. Así como lo hiciste tú y Kayne.

—Mereces una vida normal.

Aunque me dolía decirlo, era toda la verdad, y lo que meritaba una persona tan maravillosa como ella. Porque Diuk no iba a ofrecerle lo mismo que Aník me ofrecía a mí. Lila no sentía como yo, ella tenía sus propios sueños y metas que yo, por más que quisiese, no podía impedir.

—De todas formas siempre estaré con ustedes—Se encogió de hombros—. No pueden alejarme de sus vidas. Tomaré distancia de los reflejos, pero…

Vivió una buena aventura y me alegré de que hubiese sido junto a mí. Me apoyó cuando más la necesité y había estado cuando menos lo había imaginado. Se enfrentó a los reflejos, a su oscuridad y a ella misma. 

Sorbí por mi nariz, con las lágrimas cayendo por mis mejillas.

—La tendré—aseguró, limpiando mi mejilla—. Gracias a ellos y a ti, sabré y sé cómo enfrentarme al mundo y lo que hay en él.

Comprendí lo que decía, porque yo también me sentí de ese modo. Entendimos que quedarnos en un rincón a llorar por cosas insignificantes, no nos permitía entender la realidad del mundo, ni lo que había en él. Mientras que, lo experimentado, nos había hecho y ayudado a crecer.

—Vas a seguir visitándome, ¿no?  

No debía volver a Danville, Kayne tampoco. Ya nada nos esperaba allá. Los reflejos nos ofrecieron un nuevo comienzo y lo habíamos aceptado, ambos, juntos. Una familia.

— Siempre. Estaré para ti, no tan cerca, pero siempre para ti.




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