Escribo esta reflexión, no sólo para liberar mis cargas, también para compartir una peculiar comparación. La verdad este mes ha estado cargado de un pesar tras otro, pero me ha dejado varias lecciones.
Aunque tengo amigos a quienes, me atrevo a decir, considero hermanos, comprendo que no siempre estarán ahí. Sin embargo, no está mal, pues así suele ser la vida, llevándonos de un sitio a otro, sumergiéndonos en un ciclo de cercanía y lejanía.
Es lindo estar en un círculo social, pero no por eso debes dejar que uno en el grupo decida jugar con tu paciencia, e incluso contra tu imagen. Aprende a tener valor propio, a relucir y no dejar que cualquiera minimice esa luz que portas.
Es bueno ser amable, pero también es importante ser firme, sobre todo en un mundo que no duda en asociar tu amabilidad con vulnerabilidad. Y he ahí mi comparación...
¿En qué se parecen un corazón amable y un barco hundido?
Puede sonar infantil e incluso bufonesco, mas comparten ciertas características. Ambos yacen en lo más alejado, no sólo del ojo humano, también de la propia luz del día. Así como hay barcos rodeados por la oscuridad, y por las criaturas que habitan ahí, existen corazones buenos, pero sumergidos en tantos eventos caóticos como los que nos rodean.
Y no es que debemos dejar de ser amables, sino que, hoy día, es difícil serlo con tantas situaciones complicadas. Sobre todo, es raro ver gente genuinamente amable, y no nada más gente que actúa por interés. Prácticamente, ya es raro ver lo bueno.
Sin embargo, aquí entra ese lado bueno, pues tanto esos barcos como esos corazones son todo un tesoro. Yacen en lo más alejado, lo que significa que nada, ni siquiera la codicia o la vanalidad, los puede alcanzar.
Sí, el tiempo puede consumirlas, del mismo modo que barcos como el Titanic se corroen por la sal marina, mas ese es un proceso muy lento. Del mismo modo, hay personas y situaciones opacando ese lado bueno de la vida, intentando sepultarlo, mas no eliminándolo.
En conclusión, tanto un buen corazón como un barco hundido, aunque yacen en entornos que dificultan, e incluso consumen su presencia, dicha situación no será suficiente para exterminarlos por completo, al menos no de inmediato.
Y es justo ahí donde se aprecia ese valor, esa firmeza, esa perla a custodiar...