Reflexión para año nuevo, ¿qué hice con mi vida?

¿Qué hice con mi vida?

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31 de diciembre, a algunas horas de terminar otro año más; una mujer de edad avanzada, sola en casa, con el frío del invierno y una taza de chocolate caliente, sentada en su viejo sofá, su mirada triste delataba lo abatida que se sentía su alma, pensamientos tormentosos rodeaban su mente, ¿qué hice con mi vida?, esa era la pregunta que inquietaba a su corazón por ver el tiempo transcurrir frente a sus ojos y ella creyendo que de nada ha valido su existencia, tantos años en el hogar, lavando, planchando, limpiando la casa, cocinando, empeñada en ser buena esposa y madre, todo para… nada, porque esas actividades ¿de qué le sirvieron?, ¿en qué eran reconocidas?, ¿cuándo han sido valoradas?, ¿a quién le importa?, ¿en qué contribuyen?, son irrelevantes, cansadas, tediosas e intranscendentales; así pensó aquella mujer analizando los acontecimientos que ha vivido, con el peso de la edad sentía que todo en lo que había invertido su tiempo había sido inútil, sus hijos lograron su carrera profesional, se casaron e hicieron sus respectivas vidas en el extranjero, ¿de qué le había servido vivir?, aquello que hacía, ahora ya no tenía sentido, pues dio el tiempo de su vida para ellos.

Su compañero, su marido, su confidente, su gran amor, falleció este año y ella se quedó sola, creía que ya sobraba en este mundo, que no tuvo ninguna función, frustrada porque desde niña deseó ser alguien importante para el planeta, que su presencia no pasara efímera y desapercibida, sin embargo, pese a su lucha ferviente por lograrlo, sus circunstancias se lo impidieron, nunca pudo siquiera intentar tener un diploma, conoció a su esposo y si bien, muchos de los caminos que ella anhelaba se le cerraron tajantemente, esta mujer decidió desempeñar su papel de esposa y madre de la mejor manera posible, pues el amor a su pareja e hijos se convirtió en su motivación, pero eso no quitaba la impotencia que sintió de ver sus sueños truncados, sus esperanzas marchitas, causantes de las lágrimas que ahora dejaba caer tras ese corazón desalentado. No sentía coraje, sino más bien inmensa congoja y un total desánimo.

En medio de su desolación, repentinamente tocaron el timbre, totalmente desconcertada abrió la puerta y su asombro creció al ver que eran sus hijos, nueras, hija, yerno, nietos y algunas otras personas. No pudo decir palabra alguna, porque antes de que pudiera pronunciarla, sus hijos la abrazaron fuertemente, con un inmenso amor que alegró su corazón.

La casa que tan sólo unos minutos atrás se sentía vacía y fría, ahora se encontraba cálida y alegre por el poder del cariño y la unión familiar. Ellos se disculparon por no avisar que llegarían, pero deseaban darle una grata sorpresa a su madre, traían toda la comida necesaria para cenar con ella; la mujer se regocijó y puso su mantel largo que desde hace mucho ya no usaba. 

Todos estaban reunidos alrededor de la mesa y se dispusieron a brindar.

—        Antes de que termine este año, quiero brindar agradeciéndole a Dios por darnos a una maravillosa madre — dijo un hijo.

—        Sí, gracias por ser una buena mujer, por todos tus valiosos consejos, por tus apreciables enseñanzas, por inculcarnos disciplina, honestidad, respeto, perseverancia, responsabilidad, nobleza y determinación, así como todos los valores que nos han permitido ser los hombres de hoy, sin esas bases nunca habríamos podido progresar en la vida de forma positiva. También queremos avisarte que ya está todo listo para que, si aceptas, vengas a vivir con nosotros, ya que nuestro padre falleció, no queremos dejarte sola y hemos organizado todo para tenerte en nuestros hogares y con los mejores cuidados— dijo otro hijo.

—        Sí, gracias madre, por enseñarnos también la importancia de un buen matrimonio, por demostrarnos que el amor no tiene fecha de caducidad y darnos junto a nuestro padre lo mejor de sus años con toda la guía que requerimos para salir a vivir— dijo su hija.

—        Gracias, porque usted fue fundamental para que hoy yo tenga a un gran esposo y padre de mis hijos, un hombre maduro, sensato, alegre, inteligente, optimista, responsable y amoroso— dijo la esposa de uno de los hijos de la señora.

—        Así es, forjó a hombres que son unos maridos y padres de familia extraordinarios, se lo agradecemos mucho a usted y a su difunto esposo, porque en la actualidad es muy complicado encontrar a hombres fieles, honestos, trabajadores y al mismo tiempo entregados a su familia, muchas personas de hoy le huyen al matrimonio, temen a tener esposa e hijos y son sumamente inestables, pero al conocer a nuestros maridos, nuestra esperanza se encendió, nos sentimos privilegiadas de que en estos tiempos difíciles podamos tener un matrimonio verdadero en el que pensamos  envejecer juntos— dijo la otra nuera.

—        Y yo le agradezco haber hecho de su hija una mujer hermosa desde el corazón, es una gran esposa y madre, mi compañera fiel de viaje, nos complementamos perfectamente, es inteligente, noble, paciente y al mismo tiempo una guerrera, es obvio que aprendió de usted, de ese ejemplo invaluable que hoy me permite ser feliz, pues no sabe lo complicado que es en esta época encontrarse a una mujer como ella, que comprenda lo que es el amor y que quiera formar una familia, que no sea un tropiezo u obstáculo en nuestro progreso, sino un apoyo elemental para que juntos crezcamos y nos ayudemos cada instante a ser mejores personas, para que juntos caminemos hacia el mejor de los senderos, además es al igual que usted una gran consejera de nuestras hijas, les fomenta valores sumamente necesarios en la sociedad actual, porque hoy tristemente estos se están perdiendo cada vez más; así que su labor como madre ha influido tanto, que incluso es colaboradora en la formación de buenos hombres y mujeres del futuro, pues todos sus nietos están siendo educados con lo que su esposo y usted le transmitieron a sus hijos, que es lo que se necesita con ahínco para que no todo esté perdido en las generaciones venideras y aunque  no tuve la fortuna de que mis padres fueran como su esposo y usted, también los amo con fervor y me dispuse a tomar lo bueno de ellos y aprender de lo malo para no repetirlo, su hija ha sido un gran apoyo en todo ello. Muchas gracias. — dijo el esposo de su hija con una gran sonrisa.




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