No hay una hoja de un árbol; que no se mueva, sino es por la voluntad de Dios. Todos nuestros cabellos están contados por el altísimo, si no fuera por él; nada fuera hecho.
La salida de la lumbrera mayor y la lumbrera menor, no enseñorearía el día y la noche, si no fuera por nuestro Padre Celestial.
Nos debemos a Dios, y fuimos hechos para adorarle.