Si alguien tiene sed y te pide, dale de beber; si alguien tiene hambre y te pide, dale de comer; si ves a alguien que no tiene como vestir, y tú tienes como ayudarlo, abrígalo.
Si ves que el vecino se cayó, corre y levántalo. Si tu vecino está enfermo y no tiene quien lo socorra, ayúdalo, tiéndele tu mano en todo lo que necesite, porque hay que ponernos en el lugar de la otra persona. No podemos ser indiferentes. ¿Por qué, de que sirve tener grandes riquezas en esta tierra, y no hacer riquezas en el cielo? ¿Sera que nos llevaremos todo lo material al cementerio? ¿No es mejor hacer la voluntad de Dios, y amarlo sobre todas las cosas, y amar a tu prójimo como a ti mismo, para entrar al reino de los cielos?
Da de lo que tienes, y si tienes como sanar una enfermedad, una ceguera o cualquier otro padecimiento que tenga una persona, ora al Señor, que con fe se curará.