¡Lluvia, lluvia y más lluvia!
El clima del día de hoy no podía estar peor, desde que amaneció estaba lloviendo y desde que desperté estaba sentada en mi ventana con mis piernas colgando fuera de ella para ver las gotas más de cerca y de vez en cuando las estiraba para sentir las gotas chocar con mi piel desnuda al encontrarme en shorts de pijama, como ya dije el día no podía estar peor y no es que odiase la lluvia, sino es que estábamos en fin de semana, no había clases y tenía que pasar todo el día encerrada en casa aguantando las peleas de mi madre y mi hermana.
¿La razón de sus discusiones?
El esposo de mi hermana había perdido su trabajo hacia más de ocho meses, ya no pudieron seguir rentando el apartamento donde vivían y desde ese entonces estaban viviendo con nosotras, lamentablemente Adrián mi cuñado no había logrado conseguir un trabajo estable y con buena paga y para completar la situación Chloe estaba embarazada de tres meses.
Mi madre simplemente se volvió loca hace dos meses cuando se enteró que su hija de veinticuatro años estaba embarazada, sin hogar y tanto ella como su marido desempleados y las discusiones cada vez se tornaba más frecuentes, pasaron de ser una vez por semana a ser prácticamente cada que se veian, por eso cada quien se encontraba recluido en sus habitaciones casi todo el día.
Con cuidado introduje una pierna a mi habitación y luego la otra, fui directo al baño privado que poseía y después de asearme y ponerme ropa decente, tomé mi móvil junto a mis audífonos y salí al pasillo que daba a las escaleras, baje escalón por escalón dando saltitos hasta llegar a la cocina donde se encontraba mi madre hecha una furia y mi hermana llorando al lado de la barra de desayuno.
Entre sin decir nada, no solía meterme en sus discusiones, ninguna me miró, así que seguí con lo mío, camine hasta el refrigerador y saqué la botella de leche y del estante a su lado una caja que cereal de canela azucarado, tomé un tazón y una cuchara y lleve todo a la barra, verti el cereal y la leche y me senté a comer.
Mi madre me observo por un segundo, no lo hizo directamente pero note que lo hacía por el rabillo del ojo, no me inmute y seguí comiendo, mi hermana estaba del otro lado de la barra, justo frente a mi y desde allí podía ver que estaba temblando un poco y con una mano sobaba su pequeña panza.
Había mucha tensión en la cocina, nadie hablaba o hacia algo excepto yo que seguía ingiriendo mi desayuno, en medio de todo eso me tomé un momento para observar a las dos mujeres que tenía delante, me fijé en cada uno de tus rasgos, eran extremadamente parecidas, ambas tenían el cabello de un castaño muy claro, casi rubio, los ojos de la misma forma y del mismo tono de verde, hasta el color de su piel era el mismo, lo que las diferenciaba era que mi madre era más alta y rellena que mi hermana, ella era chaparra y antes de su embarazo era tan delgada como un palillo y sobre todo la nariz, mi madre la tenía un poco más ancha que nosotras que habíamos sacado la nariz larga y delgada de nuestro padre.
Salí del trance en el que estaba cuando escuché a mi hermana hablando con las voz quebrada en medio de sollozos.
— ¿Madre, de verdad nos echarás a la calle, aún sabiendo que estoy embarazada de tu nieto?
Sus ojos se aguaron más de lo que ya estaban, por mi parte deje de comer, entendía que mamá estaba molesta pero no crei que fuese al punto de hechar a la calle a mi hermana y su esposo.
Automáticamente dirigí mi vista a mi madre, que también estaba llorando.
— Tengo que hacerlo, llevan ocho meses aquí, aún tu esposo no consigue trabajo y sobre todo a pesar de lo que están pasando tuvieron la irresponsabilidad de embarazarse y si no lo hago ustedes seguirán en la misma situación, se acostumbraran, tu hijo nacerá y a final de cuentas nunca se irán, esto es necesario. – le dijo en un tono que jamás creí que escucharia de mi madre, un tono de decepción.
Hasta ahora jamás había intervenido en una de sus discusiones, pero no podía dejar que mi madre echara a Chloe así nada más, ella siempre ha sido buena hermana conmigo y ahora yo lo sería con ella, nunca le había llevado la contraria a mi madre o objetar a algo que había dicho pero tomé una respiración y por primera vez lo hice.
— No puedes hechar a Chloe a la calle solo porque se embarazó, tampoco porque Adrián no consigue empleo, no es su culpa que en esta ciudad sea difícil, además ella es tu hija, deberías ayudarla no hundirla más – dije calmadamente, no quería que pensara que me estaba alzando como una rebelde, lo sé mi madre es súper delicada, hasta lo más mínimo lo toma como una ofensa.
Mi hermana volteo a verme, en su rostro se leía confusión, pero también orgullo al verme defendiendola, en cambio mi madre me veía como si fuese una traidora que acaba de vender su patria a sus enemigos por unas cuantas monedas, demasiado exagerada.
— Maggie, tu no te metas, ella cometió errores y ahora tiene que enfrentar las consecuencias – espetó mientras tomaba un banco para sentarse – la vida es así, ya no puedo seguir colocándole un cojín debajo para que no se golpee cada vez que caiga.
Mi madre tenía razón, mi hermana si cometió errores y tenía que enfrentar las consecuencias pero no tenía que hacerlo sola, éramos su familia y teníamos que estar con ella.
Chloe aún me veía y seguía llorando, sus ojos, nariz y mejillas estaban muy rojas a causa del llanto y el hecho de ser casi pálida no ayudaba.
— Lo se mamá, ella como el resto de nosotros es humana y comete errores, pero somos familia y debemos apoyarla a ella y al bebé que está en camino, no podemos darle la espalda – hablé mirando a mi hermana, más que a mi madre mis palabras iban dirigidas a ella, quería que supiera que la apoyaba – y si no lo haces tú lo haré yo.
Mi hermana me dió una pequeña sonrisa, en cambio mi madre frunció su ceño.
— No, no lo harás, este no es tu asunto y no tienes derecho a opinar – dijo mirándome para luego pasar su mirada a mi hermana la cual se encontraba en silencio – y en cuanto a ti, quiero que mañana mismo te vayas junto a tu esposo, ya no seguiré cubriendo sus fallas y no intenten que cambie de opinión – dijo mirándonos a ambas – esta es mi última palabra.