A la mañana siguiente, nos levantamos temprano a pesar de ser domingo, mi hermana, su esposo y yo nos encontrábamos en la puerta de la casa, ellos estaban a punto de irse, los ánimos estaban bajos a nadie le gusta separarse de su familia y menos en estás condiciones, pero no teníamos de otra.
Mientras Adrián subía las maletas a su auto, yo hablaba con Chloe – si se le podía llamar hablar a soltar palabras vagas entre sollozos – cada abrazo se sentía más fuerte que el anterior, ninguna quería separarse.
— Sabes que cuentas conmigo para lo que sea Cookie – dije mientras le daba un último abrazo.
Ambas soltamos una risita por el apodo que le había puesto cuando era pequeña, nadie, ni siquiera yo sabía porque le había bautizado con ese apodo, pero a ambas nos hacía reír.
— Lo se bojote, gracias por todo, espero que mamá no esté molesta contigo por defenderme.
Arrugue el entrecejo al escuchar llamarme así, mi padre me decía así cuando era pequeña porque solía ser muy gordita, pero lo deje pasar.
Realmente mamá no estaba tan molesta conmigo, por ahora, aunque lo estaría cuando supiera que le di dinero a Chloe, pero prefería no pensar en ello.
— Tranquila, no lo está, se le pasará su mal humor en unos días, o eso espero – le respondí para tranquilizarla un poco.
Después de despedirme de Adrián ambos subieron al auto y se pusieron en marcha, antes de que se alejaran mucho corrí detrás del auto.
— No olvides escribirme si me necesitas – grité para que me escuchara, se que lo hizo pues sonó la bocina del auto y siguieron su camino.
Me devolví a mi casa, entré y subí directo a mi habitación para tomar una ducha y ponerme ropa deportiva, saldría a hacer un poco de ejercicio – aunque mi médico me lo prohibió – necesitaba despejar la mente y esa era la mejor forma que tenía, tomé mis audífonos y mi móvil y los introduje en el bolsillo del suéter que llevaba puesto, baje rápido las escaleras, tomé mi copia de las llaves y salí de casa, no quería encontrarme con mamá, estaba molesta con ella, ni siquiera bajo a despedir a su hija y eso me ponía fúrica.
Empecé a trotar un poco, lo hice por algunas cuadras hasta llegar a un parque que quedaba a cerca de mi casa, cruce por la entrada del parque hasta llegar a los senderos para bicicletas y corredores, me estiré un poco antes de empezar y coloque música en mi móvil, con los audífonos puestos empecé a trotar de nuevo mientras tarareaba una de las canciones de Bruno Mars, para ser más específica
El día estaba soleado, ya empezaba a hacer más calor pues estaban cerca las diez de la mañana y no había muchas nubes que impidieran el paso del sol, el parque no estaba muy lleno, a esta hora solían haber pocos niños correteando por aquí y allá, habían más que todo personas ejercitándose.
Llevaba algunas vueltas por el parque cuando Human de Christina Perry empezó a sonar en mis audífonos y con ella vino esa sensación de tristeza al recordar a mi hermana yéndose, ya me había vuelto a acostumbrar a tenerla diario en casa y ahora ya no sería así, en cada paso que cada, cada palabra que escuchaba hacia que mi tristeza y rabia creciera más en mi, apreté el paso para intentar dejarla atrás, corrí, corrí lo más fuerte que pude hasta que mis piernas empezaron a flaquear, la respiración me empezó a fallar, las lágrimas a salir y por último sentí un gran mareo que hizo que mi vista se tornara borrosa y terminará callendome de bruces al suelo.
Con dificultad me giré hasta quedar boca arriba, intente dar unas cuantas caladas al aire para intentar calmar el ardor en mis pulmones pero no funcionó y aún me sentía mareada, todo paso tan rápido que no siquiera sabía en donde había caído.
Espere unos cuantos segundos y rodé sobre mi espalda y apoyando mi mano en el suelo logré sentarme, después me puse en posición fetal aún estando sentada, pase los brazos al rededor de mis piernas, pegue la frente de mis rodillas y me apreté los más fuerte que pude.
Podía recordar bien cuando el doctor Holmes me dió este truco para sentirme mejor.
Un día en medio de la clase de educación física termine desmayandome y cuando desperté estaba en el hospital con mi hermana a un lado, después de un rato entro un doctor joven.
— Hola Maggie – hablo al estar a mi lado mientras revisaba algunas hojas en una tabla – espero te encuentres mejor, por suerte no te golpeaste muy fuerte al desmayarte – dijo terminando con una pequeña risa
Yo también reí un poco, su risa es contagiosa.
— Estoy bien doc – respondí mientras intentaba fisgonear lo que había en las hojas – ¿Me podría decir porque me desmayé? Hoy desayuné bien, así que no creo que ese sea el problema.
El doctor me miró y volvió a reír.
— Vaya, para ser joven estás muy al pendiente de todo – me giñó un ojo al terminar y supe que lo decía porque noto que lo había leído en las hojas que él tenía en sus manos – pues mientras dormías aproveche para hacer algunos exámenes y escaneos y termine en la conclusión que tienes algo llamado sincope vaso-vagal.
Lo di una mirada de confusión, el lo entendió y comenzó a explicar.
>> Tus vasos sanguíneos no funcionan correctamente y no envían suficiente sangre oxigenada al cerebro y otras partes del cuerpo lo que produce mareos, un olor extraño en tu nariz y por último los demayos – genial, esto si que sería divertido, nótese el sarcasmo – cuando te sientas en esa condicion te tendrás que poner en posición fetal y apretar tu cuerpo mientras das respiraciones profundas, así tus vasos sanguineos reaccionarán y cumplirán con su función y al cabo de unos minutos volverás a la normalidad.
>> Sé que lo estoy resumiendo demasiado, pero por ahora solo necesitas saber eso, haré una cita para ti la semana que viene y podremos hablar mejor – termino de hablar y salió del cuarto de consulta.
Después de estar así unos minutos, mi respiración se normalizó y la visión volvio a ser nítida, aún estaba en el suelo y las lágrimas aún caían, realmente no me sentía bien, habían varias personas que pasaban a mi lado caminando, trota do o en bicicleta y se me quedaban viendo pero ninguno decía nada onde detenía a preguntar.