El escuchar su voz me hizo dar un brinco en la cama, tanto Drew como yo abrimos los ojos de par en par.
¿Por que un chico tenía mi celular?
Noté que mi amiga tenía intenciones de contestar, así que previniendo sus movimientos tomé deprisa el aparato y colgué la llamada. Ella me dió una mala mirada. Yo volví a colocar el móvil dónde estaba. Ya tenía el presentimiento sobre el rumbo que tomaría nuestra conversación, la conocía lo suficiente como para saberlo. Ella quería una explicación.
Al final le dije que estaba muy cansada y que prefería hablar mañana, sin darle opción me envolví en la cobija como si fuese un burrito y me heche a dormir.
A la mañana siguiente el ambiente estaba un poco tenso entre las dos, además de que no pude dormir nada realmente, el tobillo me dolió la mayor parte de la noche y no logré descansar.
Yo me encontraba sentada en mi cama, noté que Drew fue al baño de mi habitación asi que aproveche para prepararme mentalmente para nuestra conversación pendiente, después de que salió palmee el colchón suavemente para que se sentara a mi lado, lo cual hizo sin rechistar.
— Se que te debo una explicación, – comencé hablando – no solo la voz del chico ayer, sino también mi ánimo estos días, el por qué mi madre no salió a saludar ayer, el hecho de que aunque mi hermana nos trajo ayer no se quedó a dormir y también debo explicar cómo perdí mi móvil – no dice nada, solo asiente – solo espero no estés molesta conmigo por no haberte dicho nada antes.
¿Que tan difícil podría ser explicar a mi mejor amiga que mi madre corrió a mi hermana embarazada, además de que me estaba aplicando la ley del hielo, que me desmayé en un parque, que mantuve un intercambio de palabras con un chico extraño y que perdí mi móvil, todo eso en un mismo fin de semana?
¡Espero que no mucho!
Trate de explicarle todo de una manera en que no sonará demente, mientras lo hacia ella no decía nada, pero su expresión se veía algo... ¿Cómo decirlo?, Algo desencantada con todo el asunto, al terminar de contarle no pude verle el rostro, nunca le había ocultado nada, ahora me sentía apenada.
— ¡Tu madre es una bruja! – soltó de repente, subí mi mirada hacia ella y ambas reímos – perdóname, pero nunca me cayó bien, tenía que decirlo.
Bien, por lo menos no lo tomo mal.
— Ahora, cuéntame más de ese chico, necesito saberlo todo.
Rodé los ojos, quizá pensaba que podría ser como ella, aunque fuese mi mejor amiga tengo que decir que es una chica muy enamoradiza.
— No hay mucho que contar, solo lo ví desde lejos, – digo desviando mi mirada hacia la ventana – luego me pidió ayuda y al final cruzamos un par de palabras para dejarme con un signo de interrogación en la mente al irse solo así –
— No mientas, te has puesto roja como el trasero de los monos del zoológico – dice soltando una gran carcajada mientras picaba mi mejilla con su dedo.
— ¡Y dale con andarme comparando con animales extraños! – me defiendo – a demás no miento, solo cruzamos un par de palabras.
— ¿Y cuáles fueron exactamente Maggie?, porque no creo que te haya preguntado la hora, ¡nada más mírate! – dice haciendo un círculo en el aire señalando mi rostro.
Aunque las palabras de aquel chico no fueron nada de otro mundo hacían que mis mejillas ardieran solo por el simple hecho de decir que había cumplido su misión al hacerme sonreír, se que también nombró a los niños, pero prefería tomarlo solo para mí, tampoco lo veía romántico como Drew creía, porque la verdad no es así, tampoco se lo explicaría porque no lo iba a entender.
Mientras la peliazul me molestaba desde mi cama, yo me arreglaba para ir a la preparatoria, me coloque el uniforme y peine mi cabello, al estar listas ambas bajamos a la cocina, sorpresa nos llevamos al encontrar a mi madre sentada desayunando. Yo entre sin prestarle atención, si ella creía poder jugar y que yo le rogaría estaba equivocada, yo también podía seguirle el juego.
— Buenos días Drew – saludo mi madre sin verla, estaba muy concentrada en sus tostadas – no sabía que te habías quedado a dormir.
— Buenos días a usted también señora Olsen, – respondió con dificultad mi amiga, se notaba que le costaba saludarla con dulzura– disculpe por no haber avisado, estábamos haciendo un trabajo grupal y se nos hizo tarde – termino de hablar y se dió vuelta hacia donde yo estaba dándole la espalda a mi madre, ella entornó los ojos y yo solo pude reprimir mi risa.
— Está bien querida, puedes quedarte cuando desees – respondió mi madre con una leve sonrisa.
Mi amiga estaba a punto de responder cuando sonó una bocina fuera de mi casa, deje la manzana que había tomado en algún momento y salí a ver quién era, cogeando poco a poco llegué a la puerta y al abrir me encontré a Chloe recostada de su auto sosteniendo un par de muletas frente a ella, le di una sonrisa y con la mano le hice señas para que se acercará, ella nego con la cabeza, en definitiva no se acercaría más.
Pedí ayuda a Drew que me llevo sujeta hasta donde estaba mi hermana.
— ¿Que diablos haces aquí tan temprano? – exclamé con una sonrisa mientras la abrazaba.
— ¿A caso no puedo venir a ver a mi hermanita pequeña y traerle algo que le ayudará con su invalidez? – pregunta levantando un ceja después de que saludo a Drew
— ¡No estoy invalida! – digo arrugando el entrecejo, ella asiente una y otra vez reiterando lo que había dicho – pues estaré invalida pero por lo menos no parezco una serpiente acabando de engullir un huevo de avestruz– señaló su panza mientras rio al ver su expresión
— Deberías dejar de juntarte con Drew, se te están pegando sus rarezas – suelta riendo a lo que la peliazul bufa.
— Yo no soy rara, mis comparaciones si, pero yo no, solo soy única – dice, mi hermana y yo solo nos soltamos a reír, mi amiga solía quedarse sin defensas cuando sabía que lo que decían de ella era cierto.
Diría que las carcajadas siguieron, pero no, mi madre salió a la puerta con su taza de café en la mano y cuando vio a mi hermana hablando con nosotras las cosas se pusieron feas, mi madre camino rápido hasta donde estábamos y se plantó frente a Chloe.