Refugio de almas [en pausa]

CINCO

¿Se le puede seguir llamando madre a una mujer que le pone una mano encima a su hija?

¡No, para nada y mucho menos si lo hace en estado de ebriedad! 

En mis dieciocho años, esa mujer jamás me había puesto una mano encima y ahora que lo hizo no sabía cómo sentirme, en mi niñez fui traviesa, a veces me metí en uno que pleito, fallé algún examen importante y aún así jamás se atrevió a golpearme, aunque siendo honesta nunca descarte que podría pasar, lo que si me decepciona es que imaginé que el día que pasara, ella lloraría, lo pensé por qué hace muchos años mi hermana me dijo.

"A una madre le duelen en el alma sus hijos, si te sucede algo a ellas les duele más, si te caes y te lastimas sienten que la herida se las hicieron ellas y sobre todo si algunas vez te golpean... primero llorarían ellas, porque el dolor de tener que golpear a sus hijos es como si les quemarán el pecho y el alma"

De verdad lo creí, al parecer tanto Chloe como yo, nos equivocamos.

Ahora estoy sentada en el sofá de la casa donde está viviendo mi hermana, mis ojos están fijos en los pliegues de la falda del uniforme mientras mi mano no deja de sobar mi mejilla, siento como si fue hace unos segundos que recibí el golpe, aunque fue hace más de dos horas. Chloe y Drew llevan rato sentadas al otro lado de la habitación hablando entre ellas, una no paraba de preguntarle si se sentía bien, mientras la otra sobaba su panza.

— ¿Porque dijiste que mamá volvió a lo mismo cuando estaban discutiendo? – pregunté con la voz algo queda

Ambas chicas dirigieron sus ojos hacia mi, desde que habíamos llegado no había soltado palabra alguna, solo me había dignado a sentarme aquí a llorar.

— Nada, solo fue algo que dije por la rabia, nunca había visto a mamá beber alcohol – respondió bajo.

— ¿Cómo supiste que te arrojaría la taza? Digo, solo sabiendo lo que haría te dió tiempo para esquivarla

Mi hermana baja la mirada, pasa una de sus uñas sobre la tela del jean que lleva puesto y luego vuelve a mirarme.

— No lo sabía Maggie, solo fue suerte, sino me hubiese movido hubiese impactado sobre mi panza y quizá le hubiese hecho daño al bebé, quizá solo fue instinto.

— ¿Porque...

Ella me cortó.

— Maggie, ya deja de hacer preguntas, no me siento bien como para responderlas – soltó con molestia.

Deje de preguntar, me levanté del sofá y fui directo a la que sería la habitación del bebé si aún vivieran aquí cuando nazca, entre cerrando la puerta detrás de mi, me tumbe boca a bajo en la cama y volví a soltar lágrimas, aún estaba confundida por todo lo que había ocurrido, aún quería respuestas.

Al pasar un rato ya estaba mejor, rodé sobre mi espalda hasta quedar boca arriba y me permití pensar en todo lo ocurrido, rememorar cada escena de esta mañana y entre más lo hacía, más molesta me sentía y lo peor es que ahora estaba empezando a darme cuenta de algo muy importante... Le dije que no regresaría, ¿a dónde iría ahora? No puedo quedarme aquí, mí hermana apenas podía subsistir junto con Adrián, no quería ser una carga para ellos.

Unos toquidos en la puerta me sacaron de mis pensamientos y sin dar luz verde a que alguien pasará Drew abrió la puerta y se sentó a mi lado.

Saco el móvil del bolsillo de su falda y lo deslizó por el colchón hasta dejarlo a mi lado.

— Llegó un mensaje para tí – dijo mientras desbloqueaba el aparato.

Lo tome y revise el mensaje, provenía de mi celular y lo enviaron hace un par de minutos.

"A las ocho en el parque donde me viste por primera vez, busca el árbol de madera negra, allí te estaré esperando"

Mis ojos subieron hasta posarse en mi amiga, la cual me esbozaba una pequeña sonrisa.

— ¿Cómo te sientes? – pregunto hechandose a mi lado, estiro su brazo y empezó a pasar los dedos por mi cabello.

— No lo sé, aún estoy molesta, me siento dolida, sin mencionar que mi cabeza va a estallar.

Ella seguía pasando suavemente los dedos, peinando mi cabello blanco como la nieve, se detenía en las puntas y volvía a empezar.

— Tranquila, todo estará bien, estarás bien – dijo mientras me daba una sonrisa de labios cerrados. Me senté haciendo que ella se hechara un poco hacia atrás para evitar chocar, me avente hacia ella fundiendonos en un abrazo que ambas necesitábamos.

— Perdón – dije con la cabeza a gachas cuando nos separamos – tu no debías estar ahí, te vi asustada y no supe que hacer, mi propio miedo me detuvo.

— Tranquila, soy tu mejor amiga, se supone que debemos estar juntas en todo, recuerdas – dijo mientras se subía la parte baja de  su suéter para dejar expuesta la fina marca blanca sobre su blanco costado – ¿recuerdas nuestra promesa? Aún sigue en pie, mientras tú sigas luchando yo también lo haré.

Sin vacilar le volví a dar un abrazo.

— Siempre juntas, siempre luchando, siempre triunfando, hasta que la última estrella se apague  – dije extendiendo mi meñique, ella lo rodeo con el suyo y lo apretó.

Ambas sonreímos. Luego su mirada se apagó y supe que diría algo a lo que ambas queríamos una respuesta.

— ¿No regresaras con Camila o si?

Ciertamente no lo sabía, no quería hacerlo, pero tampoco tenía muchas opciones disponibles, así que opte por decir la verdad.

— No lo sé, no tengo donde ir, no me puedo quedar aquí, Chloe ya tiene suficiente con su embarazo como para cuidar de mi también.

— Podrías quedarte conmigo, sabes que mis padres te adoran, no tendrían problemas en dejarte quedar por un tiempo – ofreció ella –

— Te lo agradezco, yo también los adoro a ellos, pero no quisiera molestar.

— No lo haces, – insistió – pero de igual modo piénsalo.

— Lo pensaré – volví a bajar la mirada al movil, decidiendo qué hacer.

— ¿Oye y si vas con tu abuelo? Tienes como un año que no lo visitas, quizá podrías quedarte con él – soltó de repente Drew.

No era mala idea, mi abuelo me adoraba, igual que yo a él, de seguro estaría de acuerdo en que me quedé con el.



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En el texto hay: secretos, amor, reconciliaciones

Editado: 19.12.2021

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