Parpadeé varias veces, creyendo que era un sueño, uno muy malo.
¿Qué acababa de pedirme? ¿Esto era enserio?
—¿Qué? —dije, sin dar crédito a lo que había escuchado—. ¿Fingir? ¿Quién se cree usted para pedirme algo como eso?
Se levantó tranquilamente y caminó los pasos que nos separaban. Tragué fuerte al tenerlo de frente…muy de frente.
—Solo cobro un favor…dos de hecho —no soportaba esa mirada tan intensa y esa aura de arrogancia pura que emanaba—. Pensé que lo que más quería en este mundo era que su hija estuviera bien.
—Y lo hago —aclaré rápidamente.
—Entonces acepte —se encogió de hombros—. Solo serán tres meses.
Volvió a su puesto y eso mismo hice.
Había entrado pensando que tendría que acostarme con un desconocido y no, quería que mintiera fingiendo ser su novia.
¿Qué tan difícil seria eso?
Tenia que aceptar por mi hija, podría recuperarse más pronto.
—¿Acaso no se da cuenta que usted y yo no nos conocemos para nada? —inquirí, demasiado confundida—. ¿Por qué le pediría algo como eso a una desconocida?
—Su belleza es natural, solo falta pulirla un poco y será la mejor novia que alguien como yo podría presumir ante la sociedad.
Su sinceridad era brutal.
—¿Pulirme? —me señalé algo ofendida.
—Enseñarle protocolo y cambiar su guardarropa —miró su reloj y frunció el ceño—. Tengo un compromiso, necesito escuchar su respuesta ahora mismo.
—¿Qué? ¿ya? Pretende que acepté como si nada —negué rápidamente y opté una postura desafiante—. Pues cancele su compromiso, antes de aceptar necesito saber la razón de todo esto y como se llevará acabo, también confirmar si lo que dijo del donante es cierto.
—Yo nunca miento srta. Williams, su hija mañana mismo empezará con las diálisis y muy pronto tendrá un donante —sacó su teléfono y empezó a escribir algunas cosas, cuando terminó su mirada de nuevo estuvo sobre mi—. El porqué de todo no le interesa, entre menos sepa es mejor. Aparte de ayudarle con su hija, tendrá un sueldo de cien mil dólares mensuales y…
—¡¿Cien mil dólares?! —pregunté algo ofuscada—. ¿Acaso está usted loco? ¿cómo podría yo recibir esa cantidad?
Ganando esa cantidad por tres meses tendría el dinero suficiente para una casa, el pago completo de la carrera de Sofia y empezar un negocio.
—¿Acaso es poco? —me miró confundido—. Pensé que estaría bien, pero si quiere podemos aumentar y…
—¿Qué? No, No, No —me apresuré en aclarar—. Al contrario, es mucho dinero…no podría recibir algo como eso…imposible.
—Por favor, no me vuelva a interrumpir —señaló un poco molesto—. Lo hará, aparte vivirá en penthouse durante los tres meses, ya está listo y equipado…incluso su nuevo guardarropa y todo lo que pueda necesitar —lo miraba sin dar crédito a lo que decía—. El fin de semana tendremos una cena con mis padres, quieren conocerla. Los detalles se los daré después, ahora el chofer la está esperando para llevarla a su nuevo hogar temporal.
Se levantó del mueble y acomodo su saco.
¿Por qué se miraba bien haciendo algo tan normal?
—Pero si yo aun no acepté —dije confundida. Me levanté y su mirada de nuevo estuvo en mí, lo que me inquietaba horrores.
—¿Qué necesita para que acepte? ¿quiere poner condiciones? —preguntó algo exasperado—. Mañana nos reuniremos y hablaremos sobre ello, ahora tengo un compromiso importante de trabajo, hasta mañana Maia.
Sonrió arrogante y se marchó.
Aun no le decía mi respuesta y había tomado todo como un sí.
¿Qué clase de persona era? no me escuchó para nada.
Suspiré, sabiendo que acababa de meterme en un gran problema, pero cualquier cosa por Luci, si estaba dispuesta a convertirme en una prostitu**, podría fingir ser la novia de alguien verdaderamente bello y arrogante por tres meses.
¿Qué tan mal podría salir esto?
—Srta. Williams —entró el mismo hombre que me había recogido—. Desde hoy seré su chofer y estaré a cargo de transportarla a cualquier lugar que desee. Ahora tengo ordenes de llevarla a su nuevo hogar.
—Eh sí…eso creo —dije incomoda.
Me señaló el camino y salí con los nervios a flor de piel, en la mañana tendría que recoger a Lucia, se sorprendería muchísimo al saber que viviríamos temporalmente en un penthouse.
¿Qué le diría? No podía contarle sobre lo que haría. Tenia que pensarlo muy bien.
El camino se me hizo verdaderamente corto al conversar con Jeremy, le había pedido que me dijera su nombre y me tuteara, pero insistió en que no podía, así que solo lo haría cuando estuviéramos sin el jefe.
—¿Qué clase de personas viven aquí, Jeremy? —pregunté.
Nos dirigíamos a un ascensor privado…solo para nosotros.
Era una locura todo esto.
—Personas falsas y verdaderamente sin corazón, pero no tendrás problema…tu penthouse es el último y más grande, al saber que sales con el señor Lombardi, desearan ser tus amigos.
—¿Así que se me acercaran solo por conveniencia? —asintió levemente—. Si solo supieran.
Rodé los ojos y negué.
Tendría el menos contacto posible con todas estas personas.
En cuanto las puertas se abrieron, supe que viviría en un sueño. Mi boca estaba abierta ante lo que mis ojos veían.
—Aww —dijimos al unísono, mientras nos adentrábamos más.
Cada cosa era realmente bella e impresionante.
Era de dos pisos y tenía un concepto realmente abierto, las paredes eran altas y la decoración era tan elegante, temía que con la mirada dañaría algo.
—Em, te dejo Maia, las habitaciones están en el segundo piso, la principal es la última.
—Gracias, nos vemos mañana —me despedí, aun sin salir del asombro por el lugar.
Suspiré en cuanto me quedé sola y empecé a recorrer cada rincón, sorprendiéndome con cada cosa que veía.
—Mierda —expresé al ver la cocina—. La cocina de mis sueños.
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Editado: 01.09.2023