Regálame las alas. El comienzo

CAPÍTULO 5

De todos modos pasé el fin de semana en casa. Cambiè con idea de verse con Andy casi de una vez. Aun así satisfacer las necesidades naturales de mi cuerpo, es suficiente por ahora. Ya que persistentemente me recomendaron aprovechar mis días libres - comprè comida por un mes en avance, para no preocuparme en las próximas semanas. Afortunadamente, el amuleto de refrigeración funcionaba correctamente y también hacía suficiente frío en el sótano de mi casa para que nada se eche a perder.

Incluso traté con valentía de hacer la limpieza, pero luego, sin embargo, decidí que mi lío no me molesta y comoquiera no traigo invitados. Los cuales traigo a veces por las noches se van en un par de horas.

Además, no tengo basura dispersa, los platos están fregados, también me limpio los pisos periódicamente. No en todas las esquinas, pero... Lamentablemente, la magia domestica nunca me fue dada, no importa cómo soñé con dominarla. Así que todo esto tiene que hacerse con mis manos.

La sensación de desorden se deja más con ropas esparcidas por la casa, varios papeles y carpetas, importantes y sin importancia, libros tirados aquí y allá. Y en total, en mi casita de tres habitaciones, hay demasiado fárrago que no tengo voluntad de votar.

Estaba segura de que ahora definitivamente pondría todo en orden, en su lugar, tiraría el exceso. Pero no en el primer día, cuando acabé de regresar después de todos los eventos. Luego, hasta la noche, pasé un rato en el baño, eliminando el estrés y calentando el agua con magia. Aunque mi elemento principal es el aire, pero el fuego también me obedece un poco.

Y en el segundo día estaba ocupada comprando comida y clasificándola en el sótano. Y luego aun logré hacer muffins de arándanos, que, lamentablemente, se quemaron, malditos. Bueno, no soy una ama de casa, no soy una en absoluto.

Al tercer día, accedí a patrullar las calles desde temprano en la mañana hasta altas horas de la noche, deteniendo simultáneamente a los delincuentes, solo para no comenzar esta maldita limpieza.

Hacia el mediodía, comenzè a ordenar el contenido del gabinete, lo que sería bueno planchar. Afortunadamente, este hechizo funcionó bien para mí. Como resultado, clasifique la ropa arrugada, ordené la ropa de invierno y de verano, y luego miré con horror otra colina desconocida de lo que ya no era para verano, pero tampoco para invierno.

- ¡Con mil diablos! ¡Yo estoy bien así! - Estaba indignada, no dirigiéndose particularmente a nadie, mirando con nostalgia por la ventana desde la que se podía ver el atardecer.

Siempre es así: pasé todo el día llevando todo y el resultado parece que es peor que antes. ¡Ya! ¡Decidido! Buscaré a alguien esta semana para que ponga mi casa en orden. Al final, me puedo permitir este lujo; después de todo, mañana recibiré el premio. Aún así, qué bendición que Colin no me haya dado más días libres.

***

Sí, esta vez no llegué tarde. Corrí al trabajo como si fuera un día festivo. Llegè quince minutos antes de lo necesario. Pero alguna gente ya estaba en el lugar de trabajo, así que realmente no me destaqué. Entrè en mi oficina  y suspiré casi feliz, sentándo en una silla que crujía agradablemente y pasando la mano sobre una mesa vieja pero bien hecha.

Aquí tenía un orden perfecto. Con los ojos cerrados, podía decir dónde estaba este o aquel papelito y lo que estaba escrito en cada página.

Para los artefactos que ya revisé o tenía que revisar, y para los artículos en los que pueden colgar maldiciones, tenía un estante especial. Lamentablemente, aquí todavía me faltaba experiencia, y mientras un mago pasa unos veinte minutos examinando esas cosas, me podría llevar cuatro horas, al menos. Por lo tanto, las cosas seguían muy lento. Sin embargo, no me quejaba. Realmente me gusta el trabajo. Tranquilo, silencioso.

Con extrema precaución, tomé un viejo medallón de plata, que se suponía que debía examinar, y lo coloqué en un lugar especialmente designado sobre la mesa. Pero tan pronto como estuve lista para comenzar a trabajar, la puerta de mi oficina se abrió de repente y entró Colin.

- Adriana, ¿por qué no viniste a verme en cuanto llegaste a la estación? - Dirigiò de inmediato.

- Buenos días a ti también - Le contesté con un poco de confusión, sin entender por qué tal pressura de inmediato.

- Les dije a todos que se reunieron en el salón de ceremonias, sólo faltas tú. Por la captura de un criminal peligroso tienes derecho a una recompensa. Así que vamos, date prisa, - Dijo Colin.

- Deberías haber dicho eso de inmediato, - Sonreí, levantándome.

Rápidamente devolví el medallón a su lugar y corrè tras el capitán. De hecho, casi todo el mundo ya se había reunido en el pasillo, excepto los que patrullaban las calles o estaban en una llamada.

Colin me señaló el centro de la sala, donde se suponía que yo debía estar bajo las miradas cruzadas de mis colegas, después de lo cual se paró a mi lado y comenzó a elogiar mi hazaña, mi valor, bravura, etc., frente a todos. Incluso me sentí avergonzada, porque el motivo de mi acto fue la estupidez y el aburrimiento, pero no hablemos de cosas tristes. Como recompensa, incluso  tenía derecho en un parche especial en la manga de mi uniforme, justo debajo de la que indicaba mi pertenencia a los magos de batalla.

Según ella, ahora podía oficialmente dar órdenes a los guardias, y no solo suplicar y presionar para que yo fuera una empleada valiosa y que mis solicitudes deberían ser escuchadas al menos ocasionalmente. Francamente, fue bastante agradable. Sin embargo, esperaba recibir también un premio, porque sé perfectamente bien que fue establecida una recompensa considerable por la captura de Ryzek por nuestro rey. Finalmente, esta frase sonó. Pero, para ser honesta, no del todo de la forma en que soñé.

- … Y por otros servicios a la corona, Adriana Marianzi tiene derecho a una recompensa especial, equivalente a una suma de dinero muy grande. Sean tres esclavos de élite, - Colin terminó su discurso con una sonrisa perfecta.




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