Regalando Amor

Capítulo 2

La vida sin ilusiones...no es vida, dice suspirando mientras escribe frases sueltas en una hoja de cuaderno.

Una mañana...

Aline siente mariposas en el estómago ¿Puede un caracol sentirlas? ¿No es esa sensación la inexplicable verdad? ¿El nacimiento de un sentimiento, o tal vez de muchos sentimientos que se acoplan y forman lo que llamamos amor? 


Un hombre toma café a dos mesas de distancia y Aline siente que definitivamente el mundo dejó de girar.

Qué satisfacción, pero qué agonía... ¿Será ella la mujer ideal para aquel desconocido?.

Qué probabilidades hay que un encuentro sea perfecto, que ambas partes se reconozcan. La mayoría de las personas pasan por este mundo sin conocer a su amor verdadero. Es esto real o es solo la fantasía de su mente cursi.

Con disimulo observa el perfil del hombre, es realmente guapo. De pronto, él, se levanta, deja unas cuantas monedas de propina, enrolla el periódico bajo su brazo y se va, dejando su aroma masculino como una estela al pasar. Hormonas o un exquisito perfume francés., lo que sea ha embriagado a la romántica Aline.
 

Se ha obsesionado con la fantasía del amor, lo cual puede ser peligroso, perder todo orden de la realidad por un sueño que lo más probable nunca sea real. Como sea, volvió día tras día al café.

El desconocido no ha regresado.

Quizás el destino juega con sus sentimientos, piensa Aline, luego suspira, fue una ilusión que se evaporó demasiado rápido. Apoya su cara contra una mano, mientras con la otra revuelve su café.

De todos modos, las ilusiones son solo eso... ilusiones.
Un largo y silencioso suspiro.


La campanilla de la puerta, suena, anunciando a un cliente.

Aquella aburrida mañana, tuvo un vuelco, ahora los colores parecen más brillantes... El caracol sigue soñando.

Aline pide otro café con galletitas cubiertas de chocolate con centro de vainilla.


El desconocido lee su periódico... y...fue solo un instante, un breve segundo en que alza la mirada para seguir leyendo.

Al otro día y al día siguiente Aline y el desconocido vuelven al mismo lugar. Compartiendo el mismo espacio, frente a un aromático café... Aunque sus motivaciones sean distintas.

Pero ella se permite soñar.

Sucedió un día, el desconocido se levanta y camina directo en dirección a su mesa, Aline dejó la cuchara caer, su corazón comenzó a latir tan fuerte que podía chocar contra su pecho. Pero, simplemente, el desconocido iba por su paraguas colgado detrás en un perchero.

Aline hace una mueca, ya varias veces ha interpretado un gesto, una mirada, en señales que finalmente no lo fueron. 


Los días pasan lentamente, mientras hace dibujos abstractos en la ventana de su habitación, con el vaho que sale de su boca, luego, se tumba sobre la cama y extraña, pero... ¿Qué extraña? Al hombre del café?, o al sentimiento, esa sensación de sentirse enamorada. 

Sus noches las acompaña con un libro, aunque nunca termina de leer.

Una mañana a principios de invierno. 

Aline trabaja en una florería, herencia de su abuela.

Estaba seleccionando flores para un bouquet, tarareaba una canción cuando un cliente llegó. Sus mejillas se colorearon, tal vez fue el reflejo de las rosas rojas, pero, él estaba allí, el desconocido hombre del café, la miraba fijamente... Pidió un arreglo floral con rosas, como las que ella aún sostenía en sus manos. Esboza una nerviosa sonrisa, lo mira de reojo, mientras el apuesto y varonil hombre espera. Al ver ya terminado el hermoso ramo de rosas, Aline, suspira, seguramente son para su novia.

—¿Quiere que las enviemos a alguna dirección? (preguntó sin respirar)

El desconocido niega con la cabeza mientras escribe en una tarjeta.

Cuando el hombre se fue, Aline pudo respirar... tras un largo suspiro, vio que el desconocido dejó la tarjeta en el mesón. Entonces salió a la calle...
—¡Señor olvidó su tarjeta!

Miró, hacia ambos lados, se encoge de hombros... seguramente tenía prisa como todos los demás. Miró la tarjeta y lee el dorso...

"Cada vez que vea este ramo de rosas, te veré en ellas. Aunque desde que te conocí, vives en mis pensamientos... con ilusión Lucca"

Aline no sabe si reír o llorar... tal vez ambas, definitivamente. El desconocido tiene un nombre "Lucca" Debe ser Italiano por su elegancia o Griego por su porte. Como sea, repetirá su nombre como si fuera una oración.

 

Esa noche leyó la tarjeta una y otra vez... pero, de pronto, se dio cuenta de algo dolorosamente amargo. Lucca tiene alguien en su vida.

 

A la mañana siguiente todo le parece gris... gente gris, casas grises y el cielo gris.

Las nubes negras amenazan con dejar caer un diluvio. Las personas corren; sin embargo, Aline no tiene prisa.

Respira hondo, siente nostalgia de una ilusión que solo su mente creó.
 

 



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En el texto hay: sueños y romance

Editado: 01.07.2023

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