Después de la intensa lluvia, Aline se detiene a mirar el hermoso y brillante arcoíris... Comienza a caminar, pero sin dejar de mirar el cielo, fue cuando su hombro choca contra alguien.
Fue un breve momento, un instante en que todo se detuvo.
—Lo siento, —dice para seguir caminando y apurar el paso.
Luego, al doblar la esquina, se detiene, toca su hombro, una débil caricia. Cuestión del destino o simple casualidad.
Más tarde en la cafetería...
Quizás sea el ambiente cálido, el aroma del café... Del chocolate derritiéndose y mezclándose con la leche, el anís de un trozo de pastel. Los sentidos están alerta. Aline revuelve su café, lleva en su bolsillo la tarjeta... Repite mentalmente la dedicatoria. Se puede soñar, esas palabras son para ella, en su mundo de ilusiones.
Sigue soñando caracol.
Sabe que no debe seguir obsesionándose, que debe volver a la realidad.
El sonido de la campanilla, hace que su corazón se acelere.
Él ha regresado.
Lucca pide un café, para llevar.
Ella está atenta a todos sus gestos, de pronto sus miradas se encontraron, fue menos de un segundo, de igual manera hizo que su corazón bombeara litros de sangre que viajaron y subieron a su cerebro y allí la confusión podría hacer estallar miles de pétalos rojos por sus ojos.
Verlo dos veces en un mismo día, puede significar algo... Por eso cuando él salió de la cafetería... Aline decidió seguirlo.
Lucca camina con paso seguro, pero sin prisa., parece disfrutar del aire frío de la tarde, a ratos se detiene y esboza una disimulada sonrisa.