Regalando Amor

Capítulo 4

 

 

El viento juega con algunas hojas resegadas del pasado otoño, formando pequeños remolinos que llegan hasta los pies de Aline, quien permanece escondida detrás de un cartel de cereales.

Lucca continuó caminando.

Ella salió de su genial escondite, dio tres zancadas cuál gacela para acortar la distancia que la separa de su platónico amor. Llegó hasta una calle poco concurrida, los árboles desnudos dan un aspecto nostálgico y sus edificios parecen estar detenidos en el tiempo. Un paisaje ideal para una novela romántica. 

 Aline mira hacia ambos lados, perdió de vista al objeto de sus delirios, respira hondo y cuando decide regresar... ve la amada figura de sus alucinaciones románticas y eróticas entrar a un edificio. No lo pensó, solo caminó guiada por el impulso del amor.

Primero se detiene, y observa con cierto asombro la magnificencia del lugar... Un paso más y sus pies pisan antiguos adoquines, hace una mueca, ¿por qué nunca había visto ese lugar antes? Unos pasos más y se encuentra con un pequeño jardín con flores de invernadero que es cobijado por grandes techos transparentes.  Aline puede ver el cielo a través de ellos. Algunas gotas comienzan a caer, las que se deslizan lentamente, como aquel caracol. Luego la atmósfera se torna más cálida. 

Aún no sale del asombro ante la fascinante biblioteca que está frente a ella.

Mientras mira y sus dedos acarician levemente los libros que encuentra a su paso. Títulos de los más antiguos hasta los más modernos, se detiene... y retrocede, simula estar interesada en un libro que tomó, cualquiera, hace que lee y hojea... A ratos mira de reojo, Lucca está un poco más adelante, también tiene un libro en sus manos y parece estar realmente interesado en la lectura. Aline lo recorre con la mirada y dibuja en su memoria el perfil de ese hombre.

De pronto Lucca alza la vista, Aline torpemente dejó caer el libro... Por más intentos que hace, su cuerpo no está en sincronía. Respira hondo y se alejó completamente avergonzada.

Se detuvo en otra sección, tratando de recuperar el aliento. Sus mejillas se colorearon aún más cuando, Lucca se acerca.

—Tal vez, yo, pueda ayudarte...

La mente de Aline está en blanco.

—¿Buscas un libro en especial?

Aline esquivó la mirada, pensó que tal vez Lucca podría darse cuenta de su locura. — No, no, yo solo trataba de escapar de la lluvia.

—¿Entonces no hay nada, aquí, que le interese?, preguntó él.

Aline se apresuró en contestar. —Estoy impresionada, este lugar es fascinante, seguro encontraré mi próxima lectura.

Lucca sonríe. —Si encuentra algo que le interese...no dude en decírmelo.

Es cuando Aline se dio cuenta de un pequeño detalle, sobre la mesa, el arreglo floral. Quiso entonces hablarle sobre la tarjeta que dejó, carraspea.

—Olvidó la tarjeta...(dice mirando las rosas rojas)

Lucca la miró y luego de un breve silencio contestó. —No la olvidé...

La mente de Aline no está cooperando.

Ella corre por las calles vacías. Ríe, pudo hablar con él, sin que las palabras se quedaran en su garganta.

Después, ya en su habitación, suspira, fue tan gentil. Busca entre sus cosas la tarjeta,  la vuelve a leer, no importa que la dedicatoria sea para otra persona. Se puede seguir soñando.

 

Despierta, tonto caracol.
 



#8442 en Otros
#2574 en Relatos cortos
#14349 en Novela romántica

En el texto hay: sueños y romance

Editado: 01.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.