Regalando Amor

Capítulo 8

—¿Es a mí a quien esperas?...


Aline alza la mirada, sus ojos se agrandan… y sus lágrimas comenzaron a caer mientras se arroja contra el pecho del hombre que sostiene el paraguas.

Puede el mundo desaparecer, pero ese sentimiento, permanecerá intacto en cada molécula, en cada átomo. Todo puede suceder, incluso ser solo un delirio creado por su mente y bobo corazón, pero esa sensación de plenitud jamás se podrá borrar.

Sonríe, ampliamente, puede ser la sonrisa más boba de todas, mezcla de risa y sollozos. Pero es la sonrisa más hermosa a los ojos de Lucca.

—Estás aquí, conmigo, —logró decir.

—Estoy contigo, contestó Lucca.

Son dos personas, perdidas en su pequeño y propio mundo debajo de un paraguas. Más bien son dos que se encontraron después de tantas oportunidades perdidas. Mientras el mundo corre vertiginosamente alrededor.

Sus corazones laten en perfecta sincronía, tan perfecta que se declaran el amor que aún no pueden decir con palabras.

Guiada por la mano que la sostiene con fuerza, como queriendo no dejarla escapar, Aline sigue a Lucca, hipnotizada, encantada… enamorada.

Mira sus manos, entrelazadas.

¿Puede haber otra mejor sensación?

Al rato...

Aline mira por la ventana, del departamento de Lucca, desde allí puede ver la ciudad, incluso la torre más alta. Las personas se ven diminutas, corriendo para buscar donde cobijarse mientras esperan el autobús. Esboza una sonrisa, sus mejillas están sonrojadas y no es por el calor de la confortable chimenea a un costado. Camina por la amplia habitación, hay una pequeña biblioteca a otro costado, libros exclusivos de primeras ediciones. 
Respira profundamente... siempre soñó con una cita ideal, ver la lluvia caer, los leños quemándose en la chimenea y consumirse al calor de una pasión avasalladora.

La puerta se abre, Lucca deja una bandeja con dos humeantes cafés, en la mesita de centro. Aline puede ver su reflejo a través del vidrio del ventanal, respira hondo., cuando Lucca se acerca, siente un intenso cosquilleo recorrer su espalda, agradable por lo demás.

Voltea procurando aparentar tranquilidad, esboza una sonrisa y mira el café, agradable aroma y exquisito sabor.

—Espero que te guste el café, no es como el de la cafetería, pero...

¡Es el mejor café que he probado en toda mi vida!, dijo totalmente sonrojada.

Lucca respira profundamente, como lamentando algo...

La angustia se refleja en el rostro de Aline.
—Ella... Violet


Pero luego las palabras endulzan sus oídos.
—Mi hermana Violet, viajó con su prometido.

Aline respiró hondo. —Yo pensé... qué tonta.

—Debí haber hablado, antes, cuando tuve la oportunidad, —comenzó a decir Lucca—. Pensaba que era un hombre seguro, pero al verte toda mi seguridad tambaleó. Tuve miedo al rechazo, a no ser quien esperabas ver cada tarde en la cafetería. Pero cuando te vi en la biblioteca, después de seguirme, me hizo tener esperanzas, (esboza una sonrisa) Me dabas esperanzas y también me las quitabas. Debí decirte que me había enamorado (se acerca un paso más) que estoy completamente enamorado de ti.

—Dejé muchos cafés enfriarse, esperando por ti, esperando verte. Todas mis ilusiones llegaban y se iban con el sonido de la campanilla, —contestó Aline.

—Yo, te amo tanto.

Se empieza a escuchar una música alegre, que proviene de algún bar a unas cuantas cuadras.

La lluvia cae y los leños avivan el fuego de la chimenea. Tal como la pasión que ambos están sintiendo.


Al día siguiente

La lluvia dejó de caer y débiles rayos de sol se cuelan por el ventanal. Los leños de la chimenea ya son cenizas y las dos tazas de café quedaron a medio servir.

—Estás sonriendo, ¿soy el motivo de tu buen humor?, pregunta Lucca...

—Tú eres todos mis motivos, contesta Aline.

Lucca acaricia sus mejillas, sus labios en los que deposita un suave beso. Supongo que debió ser de esta manera.

—¿Hablas del destino?

—No lo sé con certeza, si fue cosa del destino, pero si estoy seguro de que yo te hubiera encontrado en cualquier lugar, —contestó Lucca.

Aline sonríe mientras se apoya contra su pecho. —Es una gran oportunidad de trabajo.

—Vendrán más oportunidades de trabajo, pero (breve pausa) ¿qué probabilidades hay de encontrar el amor verdadero? (sonríe) mi balanza se inclinó hacia ti. Mi despistada y lenta novia.

—Te demostraré, que no soy tan lenta, dice Aline metiéndose bajo las sábanas, Lucca ríe y se une a ella.

Resbalando suavemente por las hojas, mojadas de rocío, el caracol por fin encontró a su pareja.

 

FIN



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En el texto hay: sueños y romance

Editado: 01.07.2023

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