Al otro día
Claire en mi puerta, sujetaba el atrapa sueños con la punta de sus uñas… Mantenía el ceño fruncido…
— Que significa esto…
Yo trago saliva y respiro hondo, ese ángel en frente de mí puede ser un verdadero demonio cuando se enoja.
—No sé (balbuceo) ¿por qué lo tienes tú?
Estaba al lado del tarro de basura, dice sin dejar de fruncir sus hermosas cejas.
Yo alzo una ceja como adivinando lo sucedido.—Seguro fue la señora que viene a hacer el aseo.
—Ninguna señora viene a hacer el aseo, Lucas.
—¿No?
—Simplemente, debiste decirme que no te gustaba, simple.
—No te molestes, te saldrán arrugas (quise bromear)
Ella rueda los ojos y finge sollozar. —En cambio, yo, conservo todos los obsequios que me has regalado.
Yo respiro hondo.—Lo siento, Claire, no quise tirarlo… Simplemente, estaba pasando por un mal momento, eso es todo.
—Soy tu amiga, si algo malo te pasa quiero saberlo y tal vez juntos podamos solucionarlo, para eso son los amigos, ¿verdad?
(Pestañea)
Yo niego con la cabeza y sonrío. —Sabes que soy algo exagerado cuando mueven mis cosas y me desquité con eso (índico, el atrapa sueños)
Ella me mira y luego sonríe, me toma de la mano y me llevó a una tienda para que le compre una camiseta, dijo que es el castigo por romper su corazón.
Y yo vuelvo a suspirar, si supiera que mi corazón está lleno de parches por su culpa.
Estamos en la tienda, yo no sé si lo hace a propósito...me empujó con ella al probador.
Se probó la camiseta, demasiado escotada para mi gusto… Puedo ver sus pezones... tengo la boca seca, soy un hombre sediento en pleno desierto.
No lo soporté más, la agarré de la cintura… Me miró, yo la miré… Lame sus labios y yo la besé sin perder un segundo más, con desesperación, me correspondió… Es más, profundizó el beso y su lengua se perdió dentro de mi boca. Le quité la camiseta y me detuve mordisqueando y succionando sus rosadas aureolas, erguidas solo para mí.
Lucas, Lucas... ¡Lucas!
—¿Eh?
— ¿Estás soñando despierto, estás babeando, que te pasa? Tienes fiebre? (pregunta tocando mi frente) Vamos, te invito a tomar un refresco.
—¿Refresco? Eso es para niños, le digo.
—Te comportas como un niño, entonces te trataré como uno.
Diablos, pienso… Siempre fantaseo con Claire, pero en la soledad de mi cuarto, a oscuras… No en pleno día, en un centro comercial, menos con ella presente.
Fue cuando escuché una desagradable voz, Rubén, que puso sus manos sobre los ojos de mi Claire. —Dime, quien soy…
Ella sonríe y toca sus manos, comienzan un jueguito odioso, yo carraspeo. Podría darme un ataque de tos y a ellos no importarles, se besan… En frente mío… Se besan.
Claire se retira.—No estamos solos…
Rubén me mira.—Estás aquí, no te vi.
Claire le da un pequeño golpe en el brazo. —No seas malo.
Yo solo bromeaba, dice, dándome un golpe en la espalda que casi me hace tragar la boca de la botella.
El idiota tomó de la mano a mi Claire, dijo que tenía algo que mostrarle, salimos a la calle, yo camino detrás sin mucho ánimo, mientras el tarado trata de agarrar su pequeño y lindo trasero, quiero patearlo.
Y la tal sorpresa, no es nada más y nada menos que un auto deportivo del año. De esos autos que son mucha carcasa y solo dos asientos. Supongo que el dueño es igual.
Los ojos de Claire parecen bailar, toca la carrocería…
Oye, le dice el patán de Rubén. —Guarda tus caricias para el piloto., o sea, yo.
Creo que vomitaré el refresco.
—Qué opinas—, me pregunta el idiota.
Yo que estoy medio celoso. —Está bien, ya que Claire le gusta lo pequeño.
—Creo que tu sentido de la orientación está mal, amigo.
—No soy tu amigo—, quise decirle…
Claire se acerca a mí y me habla bajito. —¿Te sientes bien?
Mejor que nunca le dije y me marché.
Ya sé, actué como un idiota… Pero no existe un manual de instrucciones de cómo comportarse, cuando el amor de tu vida, tiene a otro que si es el amor de su vida.