Regalo Navideño

CAPITULO 3

 Bueno, esto no es lo que esperaba.

Sí, Pablo está aquí en casa. Sí, está a pocos centímetros de mí… pero él no ha venido solo, ha llagado acompañado, y la vista de él tomado de la mano de aquella morena tan hermosa, borra por completo la enorme sonrisa con la que giré a verle.

¡¿Por qué?! ¡¿Qué te he hecho yo a ti, señor Jesús?! Digo en mi mente, desilusionada.

Cuando se acercaron a saludarme, saqué fuerzas de donde no las tenía, puse mi mejor cara y les saludé educadamente. Pablo me elogió y me abrazó de tal manera que no pude evitar ponerme del color de mi vestido. No pude evitar respirar profundo para deleitarme con su aroma... ese perfume tan varonil que es característico de él y que me encanta.

Salí de mi ensoñación cuando María, ese es el nombre de la morena, me saludó tan sincera y efusivamente. Lo más triste es que ni siquiera puedo odiarla, la chica es un amor.

Sentada en la mesa del comedor, donde no hay ni un poco de silencio, en donde todos comen y ríen al mismo tiempo, fijo la mirada en mi plato, el cual casi no he tocado, para no tener que verlos a ellos. Porque tengo tan mala suerte que a los tortolitos los han sentado delante mío.

Julia me da una patada por debajo de la mesa y la miro mal.

— ¡Deja la cara y ponte a comer, que se van a dar cuenta! —susurra— Sabes bien que todos se encontrarán extraño que no estés comiendo, sabiendo lo tragona que eres.

— ¡No soy tragona! —susurro de vuelta. Pero si lo soy... me encanta la comida, más en este momento todo mi apetito se ha esfumado.

Levanto mi cabeza y me encuentro con la mirada escudriñadora de mi abuela. ¿Por qué ella? De todos los presentes tenía ella que darse cuenta. Es demasiado testaruda, siempre que se propone algo lo obtiene y en este momento estoy segura de que su objetivo es saber porque he cambiado de ánimo repentinamente.

Después de haber comido nos instalamos en la sala de estar para la hora de los villancicos. Todos ríen y cantan mientras yo solo puedo sentir como mi corazón se estruja cada vez que volteo hacia Pablo y lo veo riendo ridículamente junto a María y mi hermano.

¡Malditos celos enfermizos! Es que, quien me manda a estar pensando que tendría alguna oportunidad con Pablo. Suspiro y, aprovechando que todos están distraídos, salgo a la terraza y me siento en uno de los sillones exteriores.

Solo a mí se me puede ocurrir que de un momento a otro él me vería de una manera especial. Solo yo puedo pensar que después de lo que pasó, precisamente él, se podría fijar en mí.

Fue estúpido pensar que sus ojos brillarían al verme, que llegaría corriendo hasta mí, para apretarme en sus fuertes brazos y que todo terminaría en un hermoso beso de Nochevieja.

He soñado tanto que hasta parezco novelista... Debería crear un libro con mi historia, la haría llamar "La historia de cómo el Crush de Melisa nunca se fijará en ella"…

— ¡Melisa! —escucho que me llaman.

Dejo mis pensamientos atrás, volteo y de inmediato quiero darme un golpe en la cabeza al sentir como mi corazón se quiere salir de mi pecho al ver a pablo tan cerca de mí.

Es tan guapo...

—Melisa —vuelve a llamarme y ríe—, siempre en las nubes, pequeña.

Pequeña... ¿Ya ven? Para él sigo siendo una nenita, lo nuestro solo puede ocurrir en lo más recóndito de mis sueños.

—Nahhh, solo pensando —digo y volteo a mirar los arboles del patio.

— ¿Por qué estás aquí? —pregunta, sentándose a mi lado— Te hemos estado extrañando... —dice— ¿Es por mí? ¿No te ha gustado que viniera? —voltea mi cara hacia él— Tu hermano me ha dicho que te has puesto así repentinamente.

Mi hermano, no es raro que ande de boquita suelta.

—No, no ha sido por ti. Solo quería estar sola un rato... —muerdo mi labio y luego lo suelto— y no seas mentiroso, que te la estás pasando bastante bien con María.

Oh, celos... nunca dejan pasar la oportunidad.

—Sí... —admite, sonriendo— pero no tan bien como se la está pasando ella con tu hermano. —sigue sonriendo y luego señala a un lugar cerca de la piscina.

Dirijo mi vista a donde él me indica y abro los ojos como platos al ver a mi hermano besándose con la morena.

¿¡Ella no es la novia de Pablo!?




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