Regalo Navideño

CAPITULO 6

—Lamento mucho lo que escuchaste en la cocina, debo disculparme por haber estado a punto de besarte —se estruja el pelo—. Estoy muy avergonzado, ha sido una falta de respeto hacia ti —continúa.

Muerdo mi labio inferior y sonrío. Es tan tierno cuando piensa que no tengo sentimientos por él… Antes de pensármelo dos veces, me subo a su regazo y me adueño de sus labios.

Él me separa y mantiene sus ojos bien abiertos mientras me observa.

— ¿Que estás haciendo? —susurra, agitado.

—Besarte, ¿no se nota? —pregunto, sin perder la confianza.

Hace bastante que deseo esto.

—Pero... Pero... —tartamudea, perplejo.

—Pero nada —succiono suavemente su labio inferior y siento una de sus manos aferrarse fuertemente a mi cintura—. También me gustas —Confieso—. Desde hace mucho tiempo —me sonrojo, al admitirlo—. Solo que, cuando dijiste aquello, simplemente me quedé pasmada. Jamás en la vida pensé que podría oír esas palabras salir de tu boca.

—Te gusto... —sonríe como un niño pequeño— yo he estado enamorado de ti por tanto tiempo... pero Rodrigo siempre me ha dejado claro que cualquiera que se meta con su hermana menor es hombre muerto.

—Rodrigo no puede decidir por mí —le digo, rotundamente—. Y entonces… ¿Me vas a besar? —pregunto y sonrío.

—Todo el tiempo que sea necesario —dice, antes de ponerse a ello.

Es maravilloso… mejor de lo alguna vez imaginado.

Sus labios tocan los míos, al principio un tanto vacilantes, queriendo ir lo más lento posible para disfrutar de este momento tan esperado por los dos; luego desesperados, temiendo que el momento pueda acabar o desvanecerse entre nuestras manos. Siento sus manos en mis caderas, acariciándome, una de ellas sube por mi espalda hasta sujetarme por la parte trasera de mi cuello, manteniéndome en mi lugar mientras me besa. Como si fuera a ir a alguna parte...

Me aferro a su cuello con mis brazos y me pego tanto a él que creo podríamos convertirnos en uno solo. Su lengua sale en busca de la mía y no la hago esperar. Un gemido sale de sus labios y con la mano que está en mi cadera se presiona contra mí.

Después de varios minutos besándonos, él se separa y suspira.

—Creo que esto está yendo muy rápido —sonríe.

—Sí, también lo creo… —le devuelvo la sonrisa y me bajo de su regazo.

Me siento a su lado, un poco lejos, pero él me hala y me abraza.

— ¿Porque nunca me dijiste nada? —pregunta y acomoda un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.

Me encojo de hombros.

—Nunca creí que me correspondías, siempre salías con esas chicas… —arrugo mi nariz— plásticas… no creí que yo fuera tu tipo.

El ríe por la cara que pongo.

—Si… era un tonto —da un pequeño beso a la punta de mi nariz—. Pero me he redimido ¿o no?

—Aún no… —respondo, porque en realidad no somos nada.

—Pronto… —responde y sonríe ampliamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.