Un hombre de cabello negro y ojos azules profundos miraba la pequeña caja en sus manos.
El carruaje jalado por caballos, recorría la bella capital.
El hombre aún recuerda su primer regalo a Daren.
Cuando eran niños, llego con un par de pendientes, de color celeste cielo, parecidos a sus ojos, y como de niños jugaban en la mansión de la madre de Daren.
Los años habían pasado y en sus manos esta su regalo N° 100, la joya de su "madre", la anterior Duquesa de su familia.
Que cuando fuera a entregar su regalo N° 101 pediría la mano en matrimonio de Daren.
Llego a la mansión del Márquez, vio al joven acercarse, su cabello rubio largo y ondulado, sus ojos celestes pálidos parecidos al cielo.
El único omega nacido de la familia del Márquez, y por supuesto el más cuidado de la casa.
Al bajar del carruaje, y ser recibido por Daren lo saludo con un beso en el dorso de su mano.
Su fragante aroma a rosas emocionaba a su corazón, y con cuidado saco la pequeña caja que contenía el colgante.
-Feliz cumpleaños Daren- dijo Sylvan.
El joven, con una expresión plana la tomo y agradeció.
Un grupo de jóvenes omegas aparecieron llamando a Daren, alejándose de Sylvan con sonrisas dirigidas a él, Daren guardo la pequeña caja en su bolsillo.
Sylvan se sintió triste.
Entro a la fiesta, saludo a los invitados mayores y jóvenes de prominentes familias, hasta que llego su amigo Simón.
-… Iré por órdenes a esta misión…- dijo Simón, tomando otra copa de vino.
-Debes tener mucho cuidado Simón- dijo Sylvan, alejándose de la fiesta.
-Señor Simón- apareció un hombre de negro- Su majestad quiere que vuelva ahora- dijo el hombre.
-Ese …. Me voy de la fiesta Sylvan, ¿Y tu…?- dijo Simón mirando a los jóvenes omegas rodeando a Daren.
-Me retiro igual Simón…- dijo Sylvan.
Despidiéndose de la Marquesa y el Márquez, se retiraron de la fiesta.
Después de esa noche, él sabía que la próxima vez que viera a Daren, sería como su prometido.
Cuando fue el próximo gran evento, preparado con su anillo, fue a buscar a Daren.
Lo que sus ojos buscaron fue la figura del joven, y al voltearse se sorprendió de no ver el colgante en el cuello del joven.
Quedándose congelado en su lugar.
Las voces de los invitados eran un eco para su cabeza, sintió sus feromonas, salirse de control, abrumando al resto, por lo que salió del evento.
Al llegar a casa, con el personal solo de betas llego al despacho y tomo píldoras que controlaban sus feromonas.
Hubo un pequeño escándalo por lo sucedido, las voces y los chismes eran cuchillas afiladas.
Simón se había ido, por lo que no tuvo visitantes por mucho tiempo.
En el próximo evento, al ver a Daren no vio el colgante…
El colgante nunca apareció...
Esa noche recordó a madame Guillerma, su institutriz.
-Un descendiente de la casa del Duque, nunca debe bajar la cabeza.
-Un próximo Duque debe mantenerse firme, LEVANTADO- grito.
-Como el próximo gran Duque debe conocer a todas las grandes familias.
-SU POSTURA EN LA LECTURA ES INCORRECTA- volvió a gritar.
-La posición de sus dedos, su postura al sentarse, CORRIJA ESA ESPALDA- grito
Sylvan despertó con un sudor frío, se levantó de la cama, su espalda formada de músculos duros y firmes, mostraban marcas finas que se extendían hasta su espalda baja.
Miro en la mesa la invitación a la casa del Márquez, era para celebrar el regreso del hijo más joven, Liam.
Al llegar y no notar el colgante, solo miraba a Daren rodeado de su grupo de amigos.
Alejándose de lugar al sentir palpitar su cabeza.
Un grupo de niños corrió a su lado.
Cuando se acercó a mirar lo que hacían, se congeló.
Era Liam, parecido a Daren, pero con obvios rasgos más fuertes y varios otros niños, jalaban el colgante.
-Niños…- llamo, con voz ronca, pero aun así no perdió los estribos, intentando controlar sus feromonas que amenazaban con salir- …esa joya…, ¿De dónde lo sacaron?.... - el grupo lo miro confundido.
-¿Esto?- señalo uno de los niños al colgante.
-Mi hermano lo voto hace tiempo, me gusto así que lo traje para arreglarlo...- dijo Liam, pero se calló cuando Sylvan pregunto.
-¿Arreglarlo?...
-Sí, estaba rota la cadena- señalo Liam - pero no se lo digas a mi hermano, no le gusta que agarre cosas que vota, pero no entiendo, siempre vota muchos regalos fuera, se arruinan y después los queman.
Sylvan se acercó a los niños, tomo el colgante, depositándolo en su pañuelo, las cadenas dispersas las tomo sin importar que sus dedos se ensuciaran.