Daren noto lo que llevaba Sylvan en sus manos.
Un colgante con un diamante verde al centro.
Pero no cambio de expresión.
-Me disculpo de haberle molestado hasta ahora Joven Daren.
Se despidió Sylvan y salió de la fiesta.
Todos miraban y murmuraban, pero Sylvan los ignoro…
Cuando el carruaje avanzo, su pecho empezó a doler, sus lágrimas caían sobre el colgante en sus manos, estaba cansado, muy cansado.
Esa noche, volvió a ver a madame Guillerma.
-Un heredero del ducado nunca debe sonreír con tanta vulgaridad.
-El dedo está muy apretado, la espalda recta.
-Qué vergüenza, no conocer a la familia Jones, yo enseñe a la dama mayor de la familia, eres mi vergüenza.
-Debiste saludar a la condesa Brown primero, antes que a la condesa Roy, según su influencia y no su edad.
-Como heredero debes aprender a moverte, esta es madame Olivia, será tu compañera de baile....
Sus ojos se abrieron, no pudo volver a dormir.
El sol aún no había salido.
De la casa del Duque un carruaje jalado por caballos se alejaba de la capital.
Un hombre de cabello negro y ojos azules, volvía a su tierra natal.
Fue un largo viaje, donde los únicos que descansaban eran los caballos y el cochero.
Sylvan no podía descansar…
Cuando se manifestó como alfa a la edad de 16 años, fue llevado a su territorio.
Sus feromonas, que eran parecidas al olor del océano mareaban a sus sirvientes, por lo que el personal fue cambiado a betas.
Varios empleados fueron despedidos, el sufría por poder controlar sus feromonas.
Fue encerrado y atendido por el viejo médico, quedándose un año en la mansión, enviando cartas con regularidad a Daren.
Su padre había empezado a entrenar a Sylvan con la espada casi todos los días, para que controlara sus feromonas, como su padre no le afectaba las feromonas de Sylvan.
A la mansión llego la única carta de Daren, fue un simpe saludo y una pronta recuperación.
Sylvan aprecio esa carta como un tesoro, hasta que volvió a la capital.
…
Los días habían pasado y el carruaje había llegado a la mansión, al territorio del Duque, fuera lo recibieron el viejo mayordomo y su niñera.
Saludo en especial a la niñera que derramaba lágrimas, cuando entro, los pasillos de la mansión lo hacían recordar a cuando su madre aún vivía.
Entro al despacho de su padre, tenía la mirada cansada, detrás de el un cuadro de la familia, cuando su madre aún vivía.
El entendimiento llego a los ojos de ambos, no dijeron nada y continuaron con lo que estaban haciendo.
Su padre había perdido su pareja.
Pero estaba vivo, lo que era un milagro, porque la muerte de su pareja predestinada provoca la muerte de la otra pareja.
Nunca se habló de este tema en la mansión.
Pero la sociedad lo hacía, por lo que el Duque se retiró de la sociedad de la capital, dejando a Sylvan, su hijo.
Los chismes lo atacaban a él, gracias a su institutriz siempre pudo responder con educación y de forma cortante, pero también tenía curiosidad del pasado de sus padres.
Antes de cumplir su mayoría de edad, visito a su familia materna en el otro reino.
Antes de irse, regalo a Daren un hermoso pañuelo de encaje blanco.
Llego a conocer a sus familiares, y convertirse en compañero del príncipe menor, quedándose un año antes de poder volver.
Prometiendo que volvería con su pareja, haciendo reír al príncipe que deseo verlo para entonces.
Cuando regreso, fue llamado por su Majestad, cuando entro a su oficina en el palacio, vio a Simón con su Majestad… fue una imagen que quiere olvidar para siempre.
…
Sylvan se preparó y salió de la mansión del Duque.
Llevo a que arreglaran el collar, donde se creó originalmente, y donde se cuidó de generación en generación.
El viejo anciano al verlo se levantó de su asiento, Sylvan lo saludo y mostro el delicado colgante, miro la joya y le dijo que volviera en 2 meses.
Sylvan salió de la tienda y camino por la ciudad de su territorio.
Los habitantes se mostraban emocionados y felices, era un territorio feliz.
En la plaza, choco con un joven que huía de un grupo de hombres, que lo llamaban ladrón.
Su cabello rubio era ondulado y se veía suave, sus ojos verdes brillaban con el sol, su cuerpo delgado se vía pequeño en comparación al suyo.
Sylvan como un muro de ladrillo no se movió y sostuvo al joven.
El grupo de hombres al alcanzarlos seguían gritándole.