La tarde cae pintando el cielo con pinceladas de naranja y rosa, la nieve que hasta hace tan solo unas horas cubría todo el exterior ha desaparecido completamente dando paso a un paisaje enteramente diferente. La escasa luz del sol se filtra entre las hojas y a la vez estas se mecen con el viento creando un ambiente encantador pero también silencioso y solitario.
Este paisaje tan hermoso_ que nunca me hubiera permitido ver si no hubiera sido por la elección que hice hace años_ me hace recordar que cuando descubrí que la soledad no era una castigo sino una elección, la adopte con el objetivo de explorar mis pensamientos y emociones más profundas, pero ahora después de verme sólo, en una carretera en mitad de la nada, acompañado solo por el ruido de mis pensamientos y en busca de respuestas y soluciones, me cuestiono si esa exploración a tiempo completo era tan necesaria.
En medio de mi introspección involuntaria, el silencio de mi viaje es interrumpido por un ruido desconocido. Desconcertado, observo hacia los lados, pero no noto nada extraño. Al cabo de unos segundos, el ruido vuelve a escucharse, más fuerte que antes. Acto seguido, mi carro se detiene, por lo que de inmediato me desmonto y me acerco a ver qué pasa. Al levantar el capó, de este comienza a salir humo, de modo que retrocedo tosiendo y abanicando con mis manos de manera inútil, pues el humo que sale es mucho.
Luego de esperar hasta que ya no salga nada de humo, me acerco y verifico lo que ha pasado. Tras unos segundos de observar, puedo deducir, desde un punto de vista un poco inexperto en el tema, que el sistema de refrigeración tuvo una fuga y, por esto, el motor se sobrecalentó y, en consecuencia, se estropeó todo.
En vista de que no sé cómo solucionar esto, mi mente comienza a buscar diferentes alternativas para resolver mi situación, pero no me llega nada que sea realmente útil. En estos momentos, solo puedo concentrarme en la ira que siento por estar aquí varado y el hecho de no haberle hecho caso a mi cabeza cuando me negué a salir de casa esta mañana.
Finalmente tras meditarlo un poco, decido seguir caminando antes de que anochezca, pues las últimas casas que vi están a kilómetros. Resignado y no teniendo de otra, cierro el capó y me dirijo hacia el interior de mi auto para buscar lo que me queda de comida y el bulto de la ropa.
Al ir a la parte de atrás tomo la funda que tiene la comida pero me doy cuenta que no está ahí el bulto que tiene la poca ropa que traje a este viaje, desesperado la busco por todas partes pero no veo nada, al buscar en el baúl, me percato que este se encuentra mal cerrado.
Furioso al tener una leve idea de que paso con mis cosas, golpeo el carro con mi puño creando una pequeña abolladura en esa parte. Harto del rumbo que ha tomado este día y exhausto de todas las emociones intensas que he sentido hoy, mis pies se deslizan sobre la tierra y caigo sentado sobre el suelo con ambas manos sobre la cabeza y esta última entre las piernas.
En este momento en que me encuentro derrotado, la rabia que sentía hace unos minutos es reemplazada por la desesperación, la impotencia y la angustia que siento al estar a mi suerte.
Este mar de sentimientos me golpea con fuerza, tanta que no creo poder levantarme. Sin pensarlo, las lágrimas que hace tanto tiempo he reprimido comienzan a salir como cascadas que inundan un valle desierto y escaso de agua, el cielo acompañandome en mis sentimientos también deja caer algunas gotas de aguas.
Después de unos minutos en donde solo se escuchaba las gotas de agua chocar contra el suelo, siento como estas dejan de caer sobre mi, desconcertado levanto la cabeza y observo a alguien sosteniendo un paraguas.
_ Hola, ¿por qué estás ahí?_ dice una chica como de unos 20, de cabello negro y ojos marrones, con una sonrisa de alegría que no se de donde saca.
_ Mi carro se averió y me robaron mis cosas _ susurro un poco cabizbajo, al cabo de unos minutos en silencio, tratando de entender la situación.
_ Ah, que mal, supongo que no tienes donde pasar la noche_ tras unos segundos de silencio agrega _ bueno, eso se puede arreglar, ven conmigo _ continua para posteriormente tenderme la mano, la cual luego de pensarlo y ver que no tengo alternativa la tomo.
Mientras caminamos hacia el pueblo, la chica se presentó como Rudolfa_ lo sé es chistoso, pero no emití ningun comentario_ , ella vive en un pueblito cercano a donde nos encontramos, específicamente cruzando los árboles en la parte derecha de la carretera, de acuerdo a sus palabras no son un pueblito muy famoso por su forma de vida tan tradicional, pero ella dice que eso lo compensan con amabilidad y hospitalidad. También me contó que vive allí con sus abuelos, y que tuve suerte de que ella me encontrará ya que no hay más casas en kilómetros. Al parecer, ella salió a la carretera por unas flores rojas, las cuales son las favoritas de sus abuelos y ella quería obsequiarselas, dichas flores solo crecen en una parte específica del camino.
A medida que avanzamos, la lluvia dejar de caer y Rud me pregunta por mi vida y se interesa en saber el cómo exactamente llegué aquí, ante esto solo le conté una pequeña parte, no queriendo recordar todo lo vivido.
Tras media hora caminando ya ha anochecido completamente y solo somos alumbrados por la luz de luna y las estrellas; de pronto de entre los árboles comienzo a vislumbrar luces al final del sendero y música sonando.
Al llegar el pequeño pueblo, este nos da la bienvenida con millones de luces y bombillitos que adornan las calles, junto a guirnaldas y otras decoraciones propias de la época.