Reglas

6

- Hola. – Dije nerviosa, Lea me lanzo una mira de "Que carajos, ¿Desde cuando te ponen así? Estúpida"

- Hola chicos, ¿Por qué están solos? – Dijo Lea mostrando su hermosa sonrisa, y coqueta.

- Porque sí. – Dijo el chico moreno que se encontraba al lado de Evan, quien por cierto, no dejaba de estudiarme con la mirada, haciéndome sentir mas nerviosa de lo que me encontraba.

- Yo quiero al de ojos claros. – Dijo susurrándome en el oído una muy dispuesta a ganar Lea. Simplemente susurre un casi inaudible Bien.

Luego de eso, ella se acerco y le susurro algo a él, y se marcharon juntos.

No sé que hacer, si voy con el moreno, cuyo nombre aún desconozco. La muy grande cuestión, es que lo mas probable, es que Evan, le diga quién soy, y por ende estaría quebrantando una regla de nuestro juego. Lo cual, no me apetecía para nada.

Simplemente me resignaré, estoy algo enfadada, dado a que soy demasiado, pero enserio, demasiado competitiva.

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- Hola, ¿Sí? Bueno, quiero una pizza familiar con un refresco. – Dijo viéndome con burla.

- Hola ¿Sí? No nos queda, pero si gusta puede enviarle una nueva, básicamente es, masa, queso, mierda y, ¿Qué más? ¡Oh! Sí, salsa. – Estallamos en carcajadas.

 

Luego de unos diez minutos, nos dirigimos a comprar lo que ella demandaba como su premio, y decidimos alquilar una película de comedia.

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- ¡Chicas! ¡Se quema la casa! – Un grito ensordecedor de Alex nos despertó.

- ¡¿Qué?! ¡¿Qué hiciste?! – Dije yendo por un extinguidor y apagando el fuego de la cocina.

- Uh, gracias Hay, creí que tendríamos que vivir en la calle. – Le lancé una mirada que decía, "Explícame o te mato" – Es que... Cómo que quise cocinar, y como que se incendio el agua, y como que le lancé un trapo y que como que también se incendió y como que...

- ¡Bueno, ya! – Dije deteniéndolo, no soportaba que repitiera cada dos segundos el maldito "Y como que..."

- ¡Perdón! – Dijo jugando con su cabello y encogiéndose en su lugar.

- Lea, ¿Qué tal si vamos al parque? Estoy muy aburrida, y no creo poder conciliar el sueño gracias al idiota que tengo como hermano.

- Claro, pero deberás prestarme ropa.

- Sí, esta bien. Pero ¡No la arruines!

- ¡Solo fue una vez! ¡Y ya me disculpé muchas veces! ¡Supéralo! – Dijo refunfuñando.

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- Oye, no voltees, pero un chico lindo se está acercando hacía aquí con flores.

- ¡Hola! – Dijo un chico pálido, ¿Sabrá lo que es el sol?

- Hola. – Dijimos a la vez.

- Toma, son para ti. – Dijo hacía mí, entregándome un ramo de flores, junto con una sonrisa que daba ternura.

- ¡Muchas gracias! ¿Son claveles?

- Sí, me parecieron hermosas, igual que tú.

- ¡Eso es tan...! – Estaba diciendo, pero para mi muy buena suerte – sarcasmo – soy alérgica a estas. Y obviamente le estornude en la cara. No una, no dos, sino tres veces ¡Consecutivas! Tierra trágame y escupe en el otro lado del mundo.

- ¡Lo siento, lo siento tanto!

- Ella es alérgica. – Dijo Lea carcajeándose mientras yo no podía parar de estornudar.

- Perdón... No lo sabía, no sabes cuánto lo siento. – Dijo rascándose la nuca avergonzado, lo cual es irónico. – Oye, ¿Podrías darme tu número? Ya sabes, quizá algún día podamos salir, sin claveles, lo prometo.

- Claro. – Dije, el me tendió su móvil y yo le marqué mi número. Cuando se lo tendía pude notarlo sonreír. ¿No le duelen las mejillas? Aunque no me quejo, tiene una sonrisa hermosa y resplandeciente, seguro que llama la atención a dónde vaya, no es de mal ver, la verdad.

- Adiós. – Dijo dándome un sonoro beso en la mejilla. Debo estar mas roja que un tomate.

- Adiós. – Susurre alzando la mano en un gesto de despedida.

- Es muy tierno. – Mencionó Lea abrazándome.

- ¡¿Verdad que lo es?!

Luego de un rato, de andar dando vueltas y comiendo helado con mi amiga, me estoy dirigiendo a mi casa, debo decir que estoy muy feliz, ese chico me subió el autoestima. Es decir, un chico como él, pálido, rubio, de ojos verdes y sonrisa radiante, se fijó en mí ¡En mí! Esas cosas nunca me pasaron. Creo que es por esto que todo el mundo habla del amor.

"¿Amor? Tú si que eres estúpida, lo conoces hace apenas unas horas"

¡Basta conciencia, vete!

Mi conciencia solo aparece para molestar, estoy segura de que cuando se hizo la fila para repartir conciencias y suerte, llegue tarde y me dieron lo peor.

- ¡Llegué! – Grité en busca de respuesta.




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