—¿Doctora, mi gato se pondrá bien?
Le brindo una sonrisa cálida al pequeño de seis años. Es un niño muy dulce y se preocupa mucho por los animales. Si sus padres le dieran vía libre, adoptaría a todos los que encontrara abandonado en la calle.
—Sí, lo estará. La infección urinaria no fue grave—miro a la madre—. Dele el antibiótico durante los ocho días y siga la dieta que le recomendé. Es normal que los gatos machos castrados tengan problemas urinarios, sin más propensos a las infecciones urinarias. Estará bien y con la alimentación adecuada no debe haber problemas.
—Gracias, doctora Elliot.
Levanto al gato blanco y peludo, le doy un beso en la cabeza y lo meto dentro de su transportador.
—Adiós, Agnus. Sigue siendo un buen gato.
—Yo lo voy a cuidar.
—No tengo dudas, Tommy.
Los acompaños a la salida y me encuentro con Dara apoyada en la mesa de la recepción comiendo papas fritas y a mi perra Bimba acostada panza para arriba completamente dormida en su cama.
Llevaba varios días sin traerla al trabajo porque mamá me pidió dejarla con ella para tener algo de compañía. Le agrada mucho la perra porque es educada y protectora, sin embargo, con todo lo que pasó con Jenna, mamá ha estado ocupada y Bimba regresó al trabajo conmigo. Ella no se queja porque recibe atención de las personas que vienen con sus mascotas, se lleva bien con todos los animales y no reacciona ante los perros que le ladran o algo parecido. Salgo a pasear con ella media hora durante la hora del almuerzo o le permito correr por el parque en busca de su pelota favorita, y ella es feliz.
—¿Ya me vas a contar que pasó con Rush? Ayer no quisiste hablar de él y terminamos con una botella de vino hablando de tu relación pasada con él, la cual me sé de memoria.
Río y me agacho para acariciar a Bimba. Ella recibe feliz la caricia y se estira.
—Está muerta.
—¿Tu relación con Rush?
—No, sí… Hablo de mi perra.
—Atendí un perro cachorro que venía con su hermanito humano y la volvió loca mientras la madre estaba conmigo en el consultorio. Dale, deja de dar vueltas. Ahora que lo conozco en persona puedo entender por que no te lo has podido sacar de la cabeza. ¿No está muerta la relación?
—Nada, Dara. Me sentí molesta al recordar lo que me hizo en el pasado, luego traté de ser amable y me pidió que no me metiera en sus asuntos, así que ahí murió todo. No me interesa volver a tener nada con él, ni amistad ni nada. Es egoísta, egocéntrico y desinteresado de cosas que no sea su trabajo. Creo que siempre fue así y antes lo vi por estar enamorada de él, como ya no lo estoy, puedo verlo y me alegro que esté fuera de mi vida. Y quiero que siga siendo así. Nuestra relación no está muerta porque nuestras madres son amigas, aunque pronto regresara a Londres donde tiene su vida y todos felices. Ambar no estará sola.
—Si es soltero…
—No sé si es soltero y no me interesa. ¿Puedes dejarlo?
Alza las manos.
—Bien, si así lo quieres. Entonces acepta salir con mi primo Jesse. No deja de preguntar por ti. Sal una cita con él, si no te gusta, se lo dices y no nos molestará a ninguna.
—No quiero salir con nadie.
—Han pasado tres años de la muerte de Leo y él no querría que te cerraras a conocer a otros hombres. Como Rush no te importa, al menos que sí…
Aprieto los labios.
—Bien, ya, saldré con tu primo. Una cita y si no me gusta o no me siento cómoda, no vuelves a molestar con eso.
Se lleva una mano al corazón.
—Promesa de mejor amiga.
—Bueno, mejor amiga, ¿puedes cerrar? Voy a pasar a ver a Jenna. Mamá se fue a Toronto a acompañar a papá y dijo que llegaría tarde.
—¿No está Rush con ella?
—Sí, pero igual mi madre quiere que pase a ver a Jenna y a Ambar.
—Claro, yo cierro. Dale mis saludos a ella.
—Vamos, Bimba.
Regreso a mi consultorio, dejo la bata, agarro mis cosas y busco a Bimba para salir de la clínica y dirigirnos a mi auto. No necesito pedirle que suba, ella lo hace apenas abro la puerta, cierro y me coloco frente al volante. Me dirijo a casa de Jenna esperando que Rush no se encuentre o tenga que hablar lo menos posible con él porque estoy de buen humor y no quiero que él lo arruine.
Pienso en Leo, en lo paciente que fue al principio de nuestra relación, pues le conté lo que había pasado con Rush y le dejé claro que no estaba segura de que podría volver a confiar o a amar de nuevo. Él fue paciente y poco a poco fue conquistándome. No lo amé como amaba a Rush, pero lo amaba y fuimos felices. Tal vez los últimos dos años antes de su muerte teníamos discusiones debido a los hijos porque él no podía tener hijos y yo quería adoptar. Él no estaba dispuesto a adoptar, al menos no al principio, y cuando por fin aceptó, murió antes de poder iniciar con los trámites.
Sigo sin comprender por que se tuvo que morir y aunque ya no lo extraño como antes, lo sigo extrañando.