—Bueno, Ambar, Dafne llegará en cualquier momento y estamos en buenos términos, así que no me hagas quedar mal. Ella te agrada mucho y a mí también, así que si trabajamos juntos y ambos saldremos ganando. ¿Estás conmigo, compañera? —alzo la mano para chocar los cinco, ella mira la mano y se da la vuelta caminando hacia sus muñecos—. Me tomaré tu ignoración como un sí porque lo prefiero antes que el no.
Mamá se fue hace media hora y Ambar no ha llorado ni me ha mordido, así que vamos bien. Tenemos tregua a la vista.
Se supone que Dafne vendrá para enseñarme a bañarla y darme algunas indicaciones que mi madre no me ha dado, pues las veces que he intentado hacer algo, mamá me ha hecho a un lado para terminar haciéndolo ella. Luego me dice que debo aprender porque no puedo depender de ella. Así es mamá y en vez de llevarla la contraria, algo que podría hacer y le haría ver la realidad, prefiero que Dafne me ayude, de esa forma puedo volver a acercarme a ella.
No tengo idea que pretendo al acercarme a ella de nuevo, pues no creo que pueda volver a ser su amigo cuando siento algo más, algo que ha estado ahí desde siempre y que creí que se había borrado con el pasar de los años y la distancia, sin embargo, la otra noche hablando con ella sin que me gruñera y bailando juntos, los sentimientos regresaron y esta vez no parecen querer irse.
Ella es viuda y yo soltero, así que, es posible pensar que es el destino que quiere darnos una segunda oportunidad. Tal vez no sea una segunda oportunidad para estar juntos, sino para sanar y cerrar para siempre aquel capítulo. De cualquier manera, deseo pasar tiempo con ella porque es una mujer asombrosa.
Enmendaré mis errores del pasado. Ya empecé quedándome aquí con mi madre y prestándole atención. No puedo arreglar las cosas con mi hermano, pero puedo honrar su memoria ocupándome de la empresa y haciendo lo mejor que puedo con Ambar para que sepa los padres maravillosos que tenía y que la amaban más que a nadie. Dafne también entra dentro el círculo porque es la única mujer que amé de verdad, la única que conoció a mi verdadero yo y aún así me amo.
Aunque me da celos que se haya casado con otro y se nota que a pesar de que esté muerto lo sigue amando, es un consuelo que no haya renunciado al amor y a la posibilidad de ser feliz por mi causa. Claro que, si ella no se hubiera casado, habría vuelto a verla antes y rogado por una nueva oportunidad, me habría arrastrado, pero ella había seguido con su vida y era feliz. No tenía derecho a arrebatarle la felicidad dos veces.
Lo peor de todo es que ella es viuda, su esposo está muerto, pero su fantasma sigue presente. Lo veo cada vez que ella habla de él, demostrando el amor y la gran relación que tenían, lo noto cuando visualizo el anillo de casada en su mano y cada vez que algún conocido en común dice el hombre grandioso que era y la buena pareja que hacía con Dafne.
No obstante, a pesar de ese fantasma, no quiero desaprovechar la oportunidad. Tal vez sea una perdida de tiempo, ella no quiera nada de mí y solo está siendo amable por el cariño que le tiene a mi madre y a Ambar, aun así, quiero intentarlo.
Era una adolescente brillante, caritativa, noble y leal y fue mi novia.
Y estoy seguro que se ha convertido en una mujer extraordinaria, o eso es lo que me ha dicho mi madre y he escuchado entre conocidos. Sus padres están muy orgullosos de la mujer que se ha convertido. Independiente, segura y de carácter firme sin dejar de ser compasiva.
Definitivamente tengo deseos de conocer a Dafne la adulta, la mujer, y explorar todas las posibilidades que el destino me entregue y llegar hasta donde ella me lo permita. Y lo haré porque no recuerdo sentirme motivado por algo desde hace años.
El sonido del timbre hace saltar mis nervios. Repaso la casa asegurándome de que todo esté limpio y ordenado, o más o menos porque el juego de Ambar es sacar todo de su cajón de juguetes y de cualquier cajón abierto que encuentre. El problema es que no le gusta guardar, solo sacar y por eso no hay que dejar ningún cajón abierto.
Ambar gatea con rapidez hacia la puerta y yo la sigo. Controlo mi aliento y huelo mis axilas. No es que tengan mal olor, solo me aseguro. Una costumbre.
—Bimmm… —Ambar está arrodillada frente a la puerta golpeándola.
—Sí, Dafne está del otro lado—levanto en brazos a mi sobrina, ella se retuerce queriendo bajarse y se queda quiera porque abro la puerta y aparece Dafne en nuestro campo de visión con una bonita sonrisa.
—Buenas noches.
Ambar estira los brazos hacia ella y no tengo otra opción más que dejarla ir. Me hago a un lado para permitirle entrar y exhalo un suspiro.
—Le tira los brazos a todos menos a mí.
Dafne ríe y tomo su bolso dado que mi sobrina está cómoda en sus brazos.
—Deja el dramatismo. Estoy segura de que eso no es cierto. Hasta donde sé, mis padres, tu madre y yo tenemos ese privilegio, puede que alguien más, y es así porque la conocemos desde que nació y le hemos dado atención.
—¿Ambar no tiene padrinos? Me olvidé de preguntarle a mi madre.
—No, Alison no es religiosa y le parecía algo tonto e hipócrita bautizarla solo porque se dice lo que debe hacer. Ralph solía decir que esperaría hasta que ella fuera mayor y decidiera si quería ser bautizada o no.