Regresaré

CAPITULO 8

MATEO

Estoy deseando llegar a mi apartamento para relajarme un rato, cuando llegue será la hora de llamar a mi enana.

Lleva unas semanas que parece que se esconde no nos ponemos de acuerdo.

Sé que está muy ocupada con los finales de Navidad, pero añoro hablar más seguido con ella.

Me dirijo a la habitación para ponerme cómodo, quiero descansar y hablar con Elena antes de tomar el avión.

Paso al baño a meterme bajo la ducha el agua me relaja, salgo y abro la cajonera blanca del armario para sacar una sudadera gris y un pantalón deportivo.

Me tumbo en la cama para ponerme cómodo y llamar a Elena.

Marco a mi enana, pero no contesta.

Imagino que está ocupada todavía.

Para hacer tiempo decido ir a la cocina y prepararme algo ligero, tengo mucha hambre desde hace rato que no como nada no me quedé a la recepción de la gala de los premios.

En el tostador dejo un poco de pan y preparo unas lonchas de queso.

Como veinte minutos después ya he acabado estoy saciado y más relajado, no sé qué hacer si volver a llamarla o esperar pero la ansiedad de saber de ella me gana.

Vuelvo a marcar a Elena.

Mi sorpresa es grande al escuchar la voz de un hombre contestar al teléfono, a su teléfono.

Abel; Hola, ¿quién habla?

Yo; Buenas noches se encuentra Elena creo que este es su teléfono.

Abel; Ah sí perdona es que salimos a cenar y se lo dejo en mi chaqueta, iba a volver al apartamento a devolverlo pero ya era tarde si quieres puedes llamarla mañana hemos quedado en vernos temprano o si deseas puedo darle algún mensaje.

Yo; No, no te preocupes, muchas gracias.

Cuelgo sin dar tiempo a nada.

Así que es por esto por lo que no tiene tiempo y está tan ocupada.

Estoy desconcertado.

No tengo derecho a reclamar nada, dijimos que cada uno haría su vida como si nada y que el otro no se entrometería daría espacio y lo entendería, aunque ahora no lo entiendo, porque dije que si a ese acuerdo.

No puedo creer que Elena esté conociendo a alguien tan rápido. ¿Serán tonterías mías?

Por lo que se, se fue a cenar con este tipo y el estuvo en su apartamento.

Elena no es de las que lleva a cualquier persona a su casa, tiene que ser cercano para ella.

El corazón late deprisa acorde con mi angustia.

No me ha comentado nada pero claro ella jamás haría algo que me duela, es seguro que no quiere hacerme daño y por eso no ha comentado nada de que está conociendo a otra persona.

Me dirijo al mueble bar a tomar una copa. Mi cerebro no puede dejar de pensar y necesito despejarme.

Todas las ganas que tenía de volver a casa se han enredado entre sí para ser un nudo en mi estómago.

No debí marcharme, no debí pero lo hice y ahora estoy aquí con un sentimiento amargo que no me deja descansar.

Viajaré a casa y actuaré en consecuencia, dejándola libre por más que me duela.

Sumido en mis pensamientos recojo lo que me queda y me dirijo al aeropuerto.

Solo tengo ganas de llegar a casa.

ELENA

Debajo de la ducha pienso en todo lo que ha pasado estos últimos días.

He superado el noventa por ciento del curso establecido, si todo sale bien tendré que replantearme cual va a ser el siguiente paso.

Me quedo en París o regreso a casa, la eterna duda.

Salgo de ella, me visto ligera y me dirijo a tomar café, una tostada de pan con tomate y aceite y unos huevos revueltos.

Me encanta comer bien por la mañana.

Cuando estoy acabando de recoger lo que queda en mi pequeña mesa de la cocina el timbre del apartamento suena.

—Buenos días preciosa—. Dice Abel adentrándose. —Traje tu teléfono.

—Buenos días Carusso, muchas gracias. Ayer cuando lo eche en falta ya no estabas. — señaló.

—Me di cuenta al llegar a la residencia, lo lamento —Responde serio.

—No te preocupes de todas formas fue culpa mía por no llevar chaqueta, y no es tan grave. —declaró poniéndome el abrigo antes de salir por la puerta.

Salimos por la puerta directamente hacía la universidad.

Abel algunos días me acerca en coche ya que mi apartamento pilla de paso y vamos al mismo sitio.

Sacó el teléfono de mi bolso para ver si tengo alguna llamada pero está apagado.

Me espera otro día completo sin teléfono, menos mal que ayer le expliqué a Jessica que no podía acudir estos días como había dicho.

La idea inicial era ir estos días antes para ver a mi familia pero también a Mateo ya que en Navidades él no sabía si podría venir a casa. Al final cree que si, aún así acordamos ir de todas formas estos días.

—Por cierto Elena, ayer llamó alguien a tu teléfono. Le dije que llamase hoy o si te daba algún mensaje. —Relata Abel mientras conduce.

—¿Le respondiste la llamada? —pregunto extrañada.

—No iba hacerlo se que es privado, pero llamó dos veces la primera no lo cogí pero volvió a insistir y la segunda vez después de diez minutos respondí. —Cuenta algo agobiado.

—No     pasa    nada   Abel,  no.   te  apures. —Contesto.

Pero realmente la más apurada soy yo.

No sé porque las palabras de Abel hacen que se remueva mi consciencia. No debió atender la llamada.

Mateo seguro de quedo con ganas de que hablásemos además de que no he podido explicarle que no puedo ir estos días.

En la noche lo llamaré y hablaré con él.

Al llegar a la universidad nos adentramos hacia donde las taquillas.

—Buenos días chicos. —Saluda Allison llegando.

Miro Abel que está perdido en sus pensamientos no contesta a nuestra compañera.

Disimulando le doy con el codo en el brazo para que reaccione.

—Hola Alí, buenos días. ¿Preparada para otro día de torturas en la cocina?

—Buenos días. —Responde Abel dejándonos en el sitio. ¿A este que mosca le ha picado.?

Me disculpo con Allison y voy detrás de Abel sabiendo que tengo solo quince minutos antes de que empiece mi clase.




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